¿Un huerto en la plaza de toros de Las Ventas?, ¿huertos junto a la M-30?, ¿un campo de lechugas en la plaza de España?, ¿tomates y calabacines plantados en el paseo del Prado? La historia de Madrid tiene raíces muy profundas vinculadas a la tierra. Y para conocerla, nada mejor que acercarse al Centro de Información y Educación Ambiental (CIEA) Huerto del Retiro para visitar la exposición itinerante Raíces y alas. Pasado, presente y futuro de la agricultura urbana madrileña. Más de mil años de cultura hortícola urbana que empieza en el imaginario madrileño con las figuras de san Isidro Labrador y santa María de la Cabeza, jornaleros de familias de la aristocracia madrileña en el siglo XI.
La exposición está formada por paneles multisoporte de diferentes tamaños, situados a diferentes alturas, que cuentan de forma cronológica la historia campesina de la capital mediante textos, planos y fotografías. La muestra se completa con un gran puzle y una guía didáctica para que los escolares, principalmente, jueguen a sembrar dudas y cosechar respuestas. Raíces y alas se ha diseñado con materiales resistentes con la idea de que sufra el menor deterioro posible ya que está pensada para ser vista en diferentes espacios municipales como centros escolares, bibliotecas, centros culturales, huertos, etc. También cuenta con una versión digital descargable (PDF).
Huertos históricos
A través de los paneles, los visitantes pueden conocer algunos de los espacios de cultivo de la ciudad, desde los huertos de las vegas del río Manzanares y sus arroyos (Leganitos, Meaques, Castellana, San Bernardino, Cantarranas, Abroñigal, Butarque, Gavia…), hasta las zonas de labranza donde la orografía de la ciudad lo permitía. El nombre de algunas de sus calles, como Huertas, Leganitos («huertas» en árabe), Limón, Berenjena, Manzana, Olivar, Huerta del Bayo, Huerta del Obispo…, remite a los cultivos que crecían en esas zonas.
Además, lugares como el paseo del Prado (arroyo Castellana), la Cuesta de San Vicente (arroyo Leganitos), la ribera del Manzanares y hasta una parte de la actual M-30 (arroyo Abroñigal), fueron espacios de cultivos debido a la abundancia de agua y las necesidades de la población. También hubo huertas asociadas a algunas de las actuales quintas madrileñas situadas en los futuros distritos periféricos (Los Molinos, Torre Arias, El Capricho, Vista Alegre) donde el espacio se repartía entre la casa de campo, el jardín y el huerto como lugar de producción para llenar las despensas de las residencias situadas dentro de la ciudad.
Los viajes de agua
La exposición repasa de forma cronológica cómo el urbanismo y el agua han modelado el paisaje de la ciudad desde los tiempos de los primeros pobladores. Las aguas subterráneas y las conducciones construidas por musulmanes y ampliadas por cristianos (viajes de agua) permitieron contar con agua para el consumo y aguas gordas para el riego de huertos y jardines de casas y conventos.
Las órdenes religiosas también forman parte de esta historia porque fueron numerosos los conventos y monasterios con sus correspondientes terrenos de cultivo —no solo huertos, también olivares, como el de Atocha—, prados, frutales y viñedos. También eran importantes las huertas de casas nobiliarias, incluso la Corona contaba con sus propios jardines, cultivos y territorios de caza. La Casa Real, desde el siglo XVII, arrendaba al mejor postor la Huerta de la Partida, en la Casa de Campo (frente al palacio de los Vargas), y el Ayuntamiento continuó con esta misma práctica hasta inicios del siglo xx.
La horticultura en el Madrid del XIX
Otro apartado importante es el dedicado a la industrialización de la segunda mitad del siglo XIX que apenas afectó a la imagen rural de la ciudad ya que mantuvo numerosos huertos, vaquerías y quintas próximas a pequeños arroyos, suficientes para sacar provecho de la tierra. Uno de los canales de riego más populares fue el Canalillo, nombre de las acequias del Este y del Norte, que regulaba el agua sobrante del Canal de Isabel II y utilizado para el riego de huertas, frutales y sembrados.
La huerta de la plaza de toros de Las Ventas
Durante la Guerra Civil la agricultura urbana estuvo marcada por la coincidencia del conflicto bélico con diversas transformaciones revolucionarias. Los solares y espacios baldíos de tamaño reducido fueron convertidos en huertos de emergencia, mientras que las superficies más grandes, como las orillas del Manzanares, estaban bajo control sindical. La más llamativa de todas estas huertas se encontraba en la plaza de toros de Las Ventas, donde el albero fue convertido en zona de cultivo.
La muestra también repasa proyectos fracasados como los recogidos en el Plan Bidagor (1944) o la decadencia de la cultura hortelana por la presión urbanizadora de los años cincuenta y sesenta. De forma progresiva fueron desapareciendo amplios espacios agrícolas como los del Manzanares para construir el estadio Vicente Calderón y los de la Castellana para ampliar la ciudad por el norte.
Los años ochenta
La Comisión de Planeamiento y Coordinación del Área Metropolitana (COPLACO) realizó una investigación en los años ochenta con el resultado de 1.300 huertos abiertos en el área metropolitana. Con este dato se diseñaron políticas públicas para regular el acceso a tierras de cultivo mediante la fórmula de huertos de autoconsumo. En el barrio de San Fermín (Usera) se concentraron muchos de estos huertos en precario. Allí se desarrolló el Huerto Escuela La Semilla, una creativa iniciativa vecinal que combinaba pequeñas parcelas de huertos urbanos, un proyecto educativo y una empresa de inserción sociolaboral de jardinería.
En 1983 el Ayuntamiento de Madrid se aventuró a programar para su Plan General de Ordenación Urbana (PGOU) doce operaciones piloto en barrios periféricos. El proyecto contemplaba el establecimiento de 2.400 huertos en una superficie de 60 hectáreas de suelo público. La punta de lanza de esta iniciativa fueron los huertos urbanos ecológicos ligados a programas de empleo como los de Vallecas.
Reconocimiento de Naciones Unidas
La última parte de la exposición está dedicada a las novedades del presente siglo como la crisis de 2008 que impactó sobre el asfalto de la urbe. Una situación social que cambió la vida de algunos espacios degradados y solares abandonados que se convirtieron en nuevas zonas verdes desde las que proponer un modelo de ciudad más amable y sostenible. Los huertos urbanos comunitarios fueron apareciendo por goteo gracias, en parte, a la aparición en 2010 de la Red de Huertos Urbanos Comunitarios de Madrid (Rehdmad).
Dos años después las Naciones Unidas reconocieron la actividad de la Rehdmad como buena práctica internacional desde la sociedad civil en las categorías de arquitectura y diseño urbano, y participación ciudadana y riqueza natural. En 2014 el Ayuntamiento regularizó los primeros huertos comunitarios que hoy configuran un ecosistema consolidado con alrededor de 70 iniciativas.
Dónde ver Raíces y alas
Diez años de cultura hortícola contemporánea que el Ayuntamiento de Madrid quiere celebrar con la exposición Raíces y alas, que se puede ver, hasta el 31 de marzo, en el CIEA Huerto del Retiro, de martes a domingo, de 10:00 h a 14:00 h y de 15:30 h a 18:00 h, con entrada gratuita. Y este año también podrá verse en primavera, en el CIEA Dehesa de la Villa, y en otoño, en el Centro de Educación ambiental y cultural Maris Stella.
Proyectos del programa de huertos de la ciudad de Madrid
El objetivo del programa municipal de Huertos Urbanos Comunitarios es apoyar las iniciativas ciudadanas para desarrollar proyectos comunitarios de agricultura urbana sostenible, según los principios de la agroecología.
Este programa municipal impulsa la agroecología en los centros escolares de la ciudad mediante el desarrollo de huertos que se pueden utilizar como recursos educativos. La iniciativa se orienta a coordinar y apoyar los huertos escolares impulsados por las comunidades educativas, muchos de los cuales existían antes de que se pusiera en marcha el programa. Se ofrece formación y se celebran encuentros y fiestas anualmente. La Red de Huertos Escolares Sostenibles de Madrid cuenta con 221 centros escolares.
Barrios Productores es un programa impulsado por el Área de Gobierno de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento que tiene como objetivo fomentar la economía verde de los barrios y la generación de empleo a partir de la agricultura urbana. Para ello ofrece el acceso a parcelas municipales en las que desarrollar iniciativas de emprendimiento ligadas a la producción comercial con base agroecológica, así como otros servicios educativos que mejoren la calidad de vida de los barrios.
Diferentes centros municipales, desde residencias de mayores hasta bibliotecas, pasando por centros de Día, juveniles o de atención a la drogodependencia, tienen al huerto como una herramienta más para trabajar distintos aspectos. Destacan los centros municipales de Madrid Salud porque favorecen la adquisición de hábitos nutricionales saludables, promueven la ayuda mutua y son una buena forma de abordar el envejecimiento activo, las enfermedades crónicas y la soledad no deseada.