Durante los meses en los que adolescentes y jóvenes madrileños vivieron en confinamiento se vieron obligados a hacer muchos cambios en sus vidas relacionados con una readaptación a las tecnologías. Muchos las utilizaron para poder seguir con las tareas escolares, para buscar información, como entretenimiento para llenar las horas de ocio o para mantener un vínculo afectivo con amistades y familiares. Aumentaron en toda la ciudad las conexiones a internet para todo tipo de usos: visionado de series, vídeos en YouTube, películas, uso de chats y redes sociales (WhatsApp, Instagram, Tik Tok, etc.). Las videollamadas y aplicaciones como HouseParty, Zoom o Teams cobraron un gran protagonismo en este sector de la población, si bien muchas ya estaban instauradas dentro de sus preferencias.
Pero ahora, que vamos recuperando poco a poco la “nueva normalidad” en nuestras vidas, muchos padres y madres ven que estas rutinas adquiridas por adolescentes y jóvenes –algunas positivas pero otras no tanto- se están prolongando en el tiempo y cuesta “desengancharse” de este uso un tanto abusivo a los móviles, los videojuegos o de la navegación por internet. ¿Cómo podemos evitarlo? ¿Tenemos las herramientas para conseguirlo sin que se generen tensiones, frustraciones o enfados en la familia?
Desde el Servicio de Prevención y Tratamiento de las Adicciones (PAD) de este organismo, se ofrecen tres tipos de recursos dirigidos a familiares y adolescentes y jóvenes de hasta 24 años y a sus familias. Un número de atención telefónica, el 91 480 00 80, que funciona de lunes a viernes de 9:00 a 14:00 h; un número de whatsapp 699 480 480 que funciona de lunes a viernes de 10:00 a 20:00 h, y este correo electrónico.
Ana Ordóñez, jefa del Departamento de Prevención del Instituto de Adicciones de Madrid Salud, explica que los adolescentes “tienen menos percepción del riesgo, menos conciencia de los problemas, pero es normal, porque eso forma parte de su proceso de maduración y les permite tener experiencias y tomar decisiones que les hacen aprender por ensayo-error. Pero cuando una situación hace que empiecen a actuar de una manera diferente, y cambian su comportamiento, hay que estar pendiente, porque algo pasa, y el entorno familiar es el primero que lo detecta”.
Usos abusivos detectados y sus consecuencias
Laura Cuesta, encargada de gestionar los Contenidos Digitales del Servicio de Orientación Familiar, y resto de programas de PAD, explica algunos ‘usos abusivos’ que quedan de forma residual al intentar volver progresivamente a la ‘normalidad’:
– Invasión de las pantallas en los espacios fuera de casa, en la calle. Vemos o veíamos (sobre todo llamaba la atención en las primeras fases) a adolescentes en los parques o bancos, con los móviles pero más pendientes de la red, durante el breve periodo de alivio, que de sus amigos.
– Adolescentes que se han adaptado tanto a vivir alrededor de internet, sus plataformas y aplicaciones, que ahora no quieren salir de casa, o incluso tienen miedo, porque prefieren seguir conectados.
– Un uso excesivo que aunque no condiciona el salir de casa, monopoliza su tiempo y sus alternativas de ocio frente a otras actividades.
“Las consecuencias del uso excesivo de pantallas en general y del uso abusivo de la mensajería y redes sociales en particular, conlleva algunos riesgos de los que no siempre hay suficiente información o conciencia de su existencia”, explica Cuesta. Algunas posibles alteraciones -más allá de la mala gestión de la seguridad y privacidad- podríamos encontrarla en los siguientes aspectos:
- Atención, concentración y memoria.
- Rendimiento académico.
- Falta de motivación.
- Aumento de la impulsividad, falta de empatía o problemas de autoestima.
- Necesidad de sobreconexión y miedo a perderse algo.
- Alteración y falta de manejo emocional, etc.
Contar con ayuda profesional y ser firmes, claves del éxito
Ordóñez, que además es especialista en psicología médica, señala que “las relaciones en el seno familiar entre padres e hijos son relaciones muy afectivas y emocionales, y es difícil mantenerse sereno pero firme la vez”.
De ahí la necesidad de los tres recursos prestados desde el Servicio de Prevención y Tratamiento de las Adicciones (PAD). “Los padres o madres pueden llamar por teléfono y nos explican su caso –nos cuenta- y les atenderá un equipo multidisciplinar que lo analizará inicialmente y les dará una cita presencial. Lo primero es recuperar la comunicación con los adolescentes y jóvenes, con quienes a veces se ha roto el diálogo”. La especialista advierte que “no se puede pasar de una norma muy permisiva, en la que les dejaban usar las pantallas porque les venía bien a los progenitores, que tenían que teletrabajar o trabajar presencialmente, a una situación de prohibición”.
Dependiendo del caso, los especialistas van a valorar si se trata de una situación leve o moderada, en cuyo caso se trabajará en orientación familiar y la reeducación de ciertas conductas, o una situación más severa en la que haría falta una evaluación psicológica y quizá una derivación a los CAD (Centros de Atención a las Adicciones).
Pero Ordóñez lanza un mensaje tranquilizador: “Todo tiene un camino de vuelta, pero a veces no tenemos las herramientas adecuadas para reconducir un tema como este, por eso hay que hacer ese camino desde la coherencia y consistencia apoyada por profesionales. Así tendremos más garantías de éxito y conseguiremos frenar este uso abusivo o inadecuado sin que llegue a ser una conducta adictiva”.