Ganó en 1958 el primer premio de Arquitectura en la Exposición Universal de Bruselas, pasando por delante de uno de los iconos de la capital belga, el Atomium. Un año después se irguió en la Casa de Campo, en el recinto ferial donde acogería alguna de las famosas ferias del campo que, desde la década de los 50 y hasta mediados los 70, se celebraban con carácter bienal o trienal. Después durante tres décadas cayó en el olvido. Hasta ahora.