Ángel Rouco no podía imaginar el cambio que iba a dar su vida en 2001, cuando trabajaba en una empresa diseñando circuitos impresos y era voluntario de SAMUR-Protección Civil en su tiempo libre. Hacía pocos meses, en abril del 2000, había comenzado a emitirse en televisión la serie ‘Hospital Central’, y la productora contactó con este servicio municipal de emergencias para contar con voluntarios que pudieran, por ejemplo, conducir una ambulancia o asesorar sobre cómo hacer adecuadamente una intervención sanitaria. Se cumplen ahora 20 años de este momento, que marcó además el principio de las muchas colaboraciones de este servicio municipal con la televisión y el cine.

“Nos convocaron para un pequeño casting -recuerda Ángel- y yo, que no tengo mucha vergüenza, les conté una anécdota sobre el tiempo y se ve que les hizo gracia y les gustó, así que me eligieron. Era una cosa muy pequeñita, yo simplemente conduciría la ambulancia y tenía que decir frases como ‘ya voy’ o ‘vale’”. Pero el azar le jugó una sorpresa. Rouco recuerda perfectamente aquella mañana en que uno de los directores de la serie se dirigió a él: “Me explicó que uno de los extras con más texto no había sido convocado para el rodaje y me preguntó si me atrevería con un párrafo, porque no podían esperar a rodar esa escena en otro momento, ya lo tenían todo preparado. Me aprendí el texto de memoria rápidamente y lo hice, Parece que les gustó porque, a partir de ahí, comenzaron a darme más y más texto”.

Así, su personaje de Diego, conductor de una ambulancia del hospital, llegó a formar parte de la trama de la serie durante varias temporadas e, incluso, a aparecer en la cabecera de esta ficción desde la segunda, algo que le cambió en cierta forma su vida.

“Recogía la ambulancia de SAMUR-Protección Civil en la base de Legazpi sobre las 7:30 h, y me iba al rodaje a los Estudios Picasso, en Villaviciosa de Odón, para comenzar a grabar sobre las 9:00 h. Acababa sobre las 15:00 h o más, y de allí me iba corriendo a mi empresa, donde cambié el turno y trabajaba de 16:00 a 23:00 h. Fue una paliza, acababa agotado al cabo del día, pero lo volvería a hacer cien veces, porque fue una época realmente fantástica”.

Uno más en el equipo

Rouco, que como cualquier voluntario de SAMUR-Protección Civil había recibido formación en emergencias, asesoraba en las escenas en las que salían pequeñas intervenciones sanitarias de emergencia. “En general eran cosas sencillas, como hacer un torniquete, poner un brazo en cabestrillo, colocar a una persona accidentada en una camilla … pero esto un actor o actriz no tiene por qué saber cómo se hace correctamente así que, si yo veía que se estaba haciendo de forma inadecuada, lo comentaba y se volvía a rodar”, explica.

La emoción se percibe cada vez que rememora esos recuerdos que atesora de su paso por ‘Hospital Central’. “Además del elenco principal, por allí pasó mucha gente que luego se hizo famosa, como Diana Palazón, Pilar López de Ayala… pero también venían actores consagrados como Concha Velasco o José Luis López Vázquez a hacer colaboraciones episódicas, y la verdad es que siempre comentaban que había muy buen ambiente, que éramos un gran equipo, y lo cierto es que yo no sentí en ningún momento que me hicieran de menos por no ser actor profesional”.

Experiencia sanitaria y fama inesperada

Cuenta que los guionistas solían ser rigurosos, pero recuerda alguna secuencia donde el medio televisivo se imponía. “Recuerdo una vez en la que un paciente sufría un infarto. Yo sabía que una reanimación cardiopulmonar -RCP- en caso de paro cardíaco en un entorno extrahospitalario es de mínimo 35 minutos. Pero el actor la practicaba en apenas unos segundos y daba al paciente por fallecido y, claro, comenté que eso era incorrecto pero me dijeron que en televisión era imposible aguantar un plano tanto tiempo, así que mira, una licencia de guion que tuve que tragar”, comenta.

Ángel Rouco, hoy
Ángel Rouco, hoy

Diego se coló así cada semana, durante meses, años, en nuestros hogares, y a Ángel le paraban en el supermercado, y hasta le pedían autógrafos y fotos. “Al principio era muy extraño porque sentí que había perdido un poco de intimidad, y yo no era un actor profesional acostumbrado a eso, pero lo cierto es que la gente lo hacía desde el cariño y siempre de forma respetuosa, así que me hacía gracia”, recuerda.

De aquella experiencia también extrajo un aprendizaje para toda la vida: “Conocí cómo se trabaja en una ficción, el tiempo que cuesta rodar una secuencia, el esfuerzo y el trabajo de un equipo amplio de profesionales que hay detrás de una serie, y eso hace que hoy en día, en la tele o cuando voy al cine, me siga fijando en un montón de cosas en las que antes no reparaba y dándoles mucho valor”.

Rouco continuó de voluntario de SAMUR-Protección Civil y finalmente acabó sacándose las oposiciones como técnico de emergencias. Este año se cumplen dos décadas de aquella aventura televisiva, pero él lo tiene claro. “Si hoy se me pusiera por delante una oportunidad parecida, volvería a hacerlo sin dudar”.