‘Cuando las sirenas no eran las nuestras’ es el título de un libro publicado estos días sobre la historia del Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid durante la Guerra Civil española. Su autor, Juan Miguel Redondo, oficial de bomberos ya jubilado y con una dilatada carrera en el Servicio contra Incendios de la capital, comenzó a gestar esta historia con la aparición de una lápida que permaneció oculta en un muro de las dependencias de la Dirección de Incendios cuando se ubicaba en la calle Imperial, 8, tras la realización de unas obras. En dicha lápida y con la leyenda de ‘Caídos por Dios y por la patria’, había nueve nombres de componentes del Cuerpo de Bomberos que murieron en el verano de 1936.

Cuando Juan supo de la existencia de esa lápida y esos nombres, comenzó a investigar, dado que no existía referencia alguna al respecto. La tarea le ha llevado a transitar durante más de tres años por diversos archivos: del Ejército, Municipal, de la Comunidad de Madrid, el archivo PARES del Ministerio de Cultura, el de Simancas, algún que otro cementerio a las afueras de Madrid y, fundamentalmente, el archivo del propio Cuerpo de Bomberos que había dormido más de 80 años en los sótanos de uno de sus parques.

El resultado de todo ello ha quedado recogido en 350 páginas en las que se detallan, además de las circunstancias que llevaron a la muerte a aquellas personas, las vivencias trágicas acaecidas como consecuencia de la guerra en una ciudad como Madrid convertida en frente de batalla y las vicisitudes a las que estuvo sometido el servicio. El libro viene documentado con fotografías de los archivos de la época y se complementa con el ‘Cuaderno de Registro de los Bombardeos de Madrid’, donde se enumeran centenares de intervenciones originadas por los bombardeos aéreos y artilleros a los que fue sometida la ciudad durante esos tres años y sus localizaciones sobre láminas del callejero de la época.

Durante los 1.000 días que duró la Guerra Civil española, los bomberos de Madrid recogieron exhaustivamente en sus libros de registro las salidas que realizaban cada día especificando hora, día y mes, así como las dotaciones enviadas. Ello, unido a los expedientes personales de los protagonistas que todavía se conservan en los archivos del servicio, han permitido al autor desgranar las actuaciones, toma de decisiones, miedos, silencios, recelos y consecuencias que transcurrieron durante el enfrentamiento civil en un servicio esencial para la ciudad.

Bomberos que perdieron la vida

Juan Miguel Redondo se refiere así a su investigación sobre estos hechos: “Para mí fue un proceso emocionante porque nunca mis compañeros veteranos me hablaron sobre esa época. Intenté meterme en la piel de aquellos bomberos que, cuando las sirenas sonaban y la población acudía a sus refugios, salían en sus frágiles coches a ayudar a las gentes en peligro: incendios, hundimientos de edificios e inundaciones. Es quizá el capítulo más emocionante del libro porque varios bomberos perdieron la vida trabajando para los madrileños”.

El contenido de estas historias se encuentra fuertemente marcado por el desarrollo del conflicto bélico que indudablemente influyó en estos funcionarios: “Fueron tiempos difíciles en los que, simplemente por ser jefe del servicio, tu vida corría peligro, como así ocurrió en algunos casos”. Unos años en los que el Cuerpo de Bomberos sufrió los vaivenes de la propia guerra: “Bomberos que abandonaban el servicio porque se marchaban al frente o que resultaban tiroteados en el barrio de Argüelles mientras acudían a un siniestro”.

Estos hombres fueron héroes que no solo se enfrentaron a la dificultad de atender una ciudad bombardeada y en llamas, sino también a la angustia y el miedo que producía la situación: Es una historia tan real como amarga, porque el Cuerpo de Bomberos tuvo que resurgir de sus cenizas para seguir sirviendo a los madrileños y poner los cimientos de lo que el servicio es hoy”.