Las consecuencias de la pandemia y su impacto en la economía y el empleo han   hecho que encontrar trabajo sea no solo un propósito, sino una necesidad imperiosa para un gran número de personas. Más aún para aquellas que viven en situación de desventaja social debido a cualquier tipo de discapacidad. Un dato, el 65 % de quienes padecen una discapacidad está desocupado según el Observatorio de las Ocupaciones 2019.

Ante esta situación, cobra especial relevancia el curso que la Agencia para el Empleo de Madrid ha organizado en colaboración con la asociación de familias de personas con discapacidad intelectual AFANIAS, por el que diez personas, ocho hombres y dos mujeres, todas con algún grado de discapacidad y vecinas de Madrid, han recibido durante seis meses no solo formación, sino también capacitación para ayudar a las empresas a mejorar su accesibilidad cognitiva y abrir, así,  la puerta del mercado laboral a personas que se encuentran en su misma situación. Es una iniciativa de formación pionera en nuestro país.

La Agencia para el Empleo, el primer ‘cliente’

De hecho el primer ‘cliente’ ha sido la propia Agencia para el Empleo ya que, para realizar los proyectos finales del curso, los alumnos han visitado y realizado auditorías en distintos centros de la agencia para detectar las necesidades de adaptación que precisan y proponer, desde su propia experiencia, mejoras para facilitar el acceso a personas con discapacidad y a la ciudadanía en general.

El curso, que acaba de finalizar con la entrega de diplomas, se enmarca en el Plan de Accesibilidad Universal de la Agencia. Iniciado en febrero, poco antes del confinamiento, ha estado centrado en dos de los perfiles laborales que generan mayor competencia y posibilidades de inserción laboral: auxiliar de servicios generales/conserje ordenanza y especialista en accesibilidad cognitiva.

En el caso de los auxiliares de servicios generales y tras la formación, las personas con discapacidad intelectual pueden trabajar con competencia en una oficina, servicio público, empresas, etc. y ayudar a su empresa a mejorar su accesibilidad cognitiva.

En el caso de los técnicos de accesibilidad cognitiva, los trabajadores con diversidad funcional adquieren competencias para poder trabajar como evaluadores en accesibilidad cognitiva, es decir, ayudando a detectar las dificultades de orientación de los espacios y proponiendo soluciones junto con los técnicos para transformarlos y hacerlos más comprensibles.

Doble reto superado

La formación fue concebida de forma presencial, un propósito que se vio cercenado en menos de un mes debido al confinamiento. Eso obligó a la continuación de las clases online, algo que producía inquietud en muchos de los participantes ante el reto de las nuevas tecnologías.  “Me resulta muy difícil”, “no se me da bien”, esas frases del inicio ilustran su afán de superación; el confinamiento lejos de ser un parón para ellos ha sido una oportunidad para, de forma autónoma, establecer una rutina de estudio, realizar los trabajos y abrirse nuevos canales de comunicación vía telemática.

No solo han aprendido contenidos, sino que han desarrollado habilidades como la colaboración, compañerismo, empatía, paciencia y afán de superación.