Hace unas décadas, decir biblioteca era referirse a ese espacio de silencio donde sumergirse en la consulta o en el estudio y donde poder coger un libro en préstamo.  Hoy han pasado de ser esos templos del saber, reservados a eruditos, investigadores y estudiantes, a espacios abiertos a todos, sin importar edad, condición o capacidad;  un eje que vertebra barrios porque se integra en ellos y se enriquece de las aportaciones de sus usuarios y de la colaboración con el tejido asociativo o cultural. Esa colaboración ha permitido, en algunos casos, aumentar hasta en un 25% la oferta de actividades, sin coste alguno.

Bajo el lema de Más allá de los libros, la red de Bibliotecas Públicas Municipales te invita a conocer a través de su canal de YouTube, todas esas actividades, impensables hace unos años en las bibliotecas: desde clubes de programación, hasta de lectura fácil pasando por talleres de poesía y escritura creativa, recuperación de la memoria de los barrios o concursos para descubrir el talento oculto de los ciudadanos. Desde que arrancara el pasado mes de enero, ofrece cada 15 días un vídeo en el que se narra una actividad singular.

Biblioteca y mercado haciendo barrio

Esta semana, Belén Meruelo, directora de la Biblioteca Vargas Llosa (Centro), y David Montoro, presidente de la Asociación de Comerciantes del Mercado de Barceló, relatan cómo de esa idea arraigada de que “la literatura no da de comer” surgió este concurso de relatos, aprovechando que en este caso biblioteca y mercado, literatura y provisiones, compartían edificio. Una pista, una palabra – tendero, en el mercado, cuarto y mitad, por ejemplo- sirve de guía para componer un relato de mil palabras de género libre que gana seguidores cada año y que demuestra el papel dinamizador que tienen en la vida vecinal estas dos dotaciones tradicionales.

CoderDojo, un club de programación para los más jóvenes

Lenguajes de programación, robótica educativa… un club autogestionado, donde los mentores son los padres y los alumnos tienen entre 7 y 13 años. Eso es CoderDojo, una cita sabatina en la Biblioteca María Lejárraga (Hortaleza), que viene funcionando desde hace dos años y que ha formado una comunidad tan potente que tiene ahora una considerable lista de espera y se está planteando, como dice  Julio Serrano, director de la biblioteca,  dar un paso más, “constituirnos en un espacio maker, pero siempre con hueco para el taller inicial o debutante”.

La idea partió de MediaLab Prado para llevar a la periferia los laboratorios tecnológicos que hacen en su sede central. MediaLab formó a los mentores, padres de los participantes. Hoy es una actividad totalmente autogestionada.

Clubes de lectura

Formato propio de las bibliotecas,  muestran aquí singularidades destacables. Por ejemplo, la Biblioteca María Zambrano (Tetuán) lleva tres cursos con su Club de Lectura Fácil, en colaboración con AFANIAS, una organización referente en discapacidad intelectual, para compartir y comentar cada 15 días el libro escogido para el trimestre. El modelo es válido para cualquier persona con  dificultad de comprensión lectora, desde niños que se inician en la lectura hasta personas extranjeras que están aprendiendo el idioma. El club, dice Elena Pinedo, directora del centro, demuestra que “en la biblioteca cabemos todos y que nos estamos transformando en un centro social, un lugar de encuentro para descubrir las cosas que tenemos y podemos hacer juntos la gente del barrio”.

Otro club de lectura, el de la Biblioteca Iván de Vargas (Centro) es un buen ejemplo de la riqueza que supone la colaboración con otras entidades, en este caso Casa Sefarad, la Federación de Comunidades Judías de España y de la comunidad judía de Madrid que compraron parte de los libros. El Club de Lecturas del Holocausto lleva, contra todo pronóstico inicial, siete años de andadura y hoy se ha “exportado” a otras bibliotecas de fuera de Madrid, como la Biblioteca Pública de Galapagar o la Rafael Azcona, de Logroño.  Se centra en obras de ficción y algunas memorias, no en textos históricos. Javier Quevedo, director del centro, es claro al resumir lo que ha aportado este club a la biblioteca: “Incluir el debate serio sobre la actualidad. No nos hemos planteado un club de lectura histórico, sino sobre un tema que reconecta con muchos temas de actualidad, como el antisemitismo, la xenofobia o los nacionalismos excluyentes”.

Y tú ¿qué sabes hacer?

Una pregunta inocente ha permitido aumentar en un 25% la oferta de actividades de la biblioteca José Hierro (San Blas-Canillejas). Interpretación de monólogos, conferencias, talleres…una riada de propuestas de los usuarios que han dejado de ir a la biblioteca solo a por libros para comprometerse e integrarse en las actividades.  Son propuestas que buscan, normalmente, establecer una relación regular con el centro y que están en la línea de lo que apunta Pablo Quintanilla, jefe de División de la biblioteca: “Nos gustaría crear una masa crítica con los colaboradores porque su aportación es importante no solo  en el presente sino para el futuro”. “La biblioteca –apostilla Irene Palencia, ayudante de biblioteca- ha de ser no solo un lugar de lectura sino de impartir cultura”.

Si algo demuestra ese nuevo concepto de biblioteca es que en ella cabemos todos. En la Biblioteca Pío Baroja (Arganzuela) se trabaja con los mayores de los centros de día del distrito en Memoria de los Barrios, un proyecto de la Biblioteca Digital memoriademadrid. Los mayores hacen suya la biblioteca y le donan uno de sus mayores tesoros: su memoria, esos recuerdos que ayudan a reconstruir la historia de Arganzuela. “Su aportación –dice Teresa Salazar, la directora- no es cuantificable en términos numéricos  sino por la riqueza que aportan con sus recuerdos”.

Si quieres conocerlos más de cerca,  pincha en este enlace