No han estudiado psicología, de hecho ni siquiera son humanos, pero su labor en las terapias para el tratamiento de las adicciones se ha revelado enormemente beneficiosa. Lía y Nala, dos canes de las razas Golden y Labrador, forman un singular equipo de ‘terapeutas’ denominado Curandog que realiza sesiones en los Centros de Atención a las Drogodependencias (CAD).
Los animales que intervienen en los programas están específicamente seleccionados y adiestrados para desempeñar su labor terapéutica. En las sesiones, Lía y Nala están siempre dirigidos por las psicólogas Laura de Nicolás y Rocío Calle, que diseñan las actividades de los talleres de rehabilitación en los que participan los canes. Se trata de un proyecto pionero en España que se lleva a cabo en los CAD gracias a un convenio entre el Ayuntamiento de Madrid y la Asociación Nacional de Intervenciones Asistidas por Animales.
Los usuarios de las terapias (no les gusta que se les denomine pacientes) –personas que intentan dejar atrás su adicción al alcohol, la cocaína y otras drogas– coinciden en enumerar una larga lista de aspectos positivos que les aportan Lía y Nala. Por ejemplo, se esfuerzan mucho más en asistir a las sesiones porque, además de ser más entretenidas, establecen vínculos afectivos con los animales, con los que realizan actividades pensadas para entrenar habilidades sociales y para la vida diaria, y para el refuerzo emocional y de la autoestima. La presencia de animales en las terapias les ayuda también a perder la timidez y les hace más expresivos y sinceros. Y a todos, Lía y Nala les aportan felicidad, serenidad, sosiego y confianza.
Los objetivos de las terapias con animales, que marca el Instituto de Adicciones, es ayudar a los usuarios a expresar sus emociones, a gestionar la frustración y mejorar su autoestima, tres claves sin duda para superar cualquier adicción.