Los chavales del Dragones de Lavapiés, club de fútbol base ejemplo de promoción del deporte y de la diversidad y convivencia, fueron los protagonistas del emotivo pregón que dio el pistoletazo de salida a las Fiestas de San Cayetano. Numerosas personas se dieron cita el pasado 4 de agosto a las nueve de la noche en la Plaza de Cascorro para escuchar de primera mano el contenido castizo y reivindicativo de un pregón que reproducimos a continuación:

Es un orgullo para los Dragones de Lavapiés ser pregoneros de las fiestas de nuestro barrio. Los Dragones han estado en el escudo de Madrid durante siglos y aparecen en casi todas las culturas del mundo.

Lavapiés, La Latina y el El Rastro siempre han sido un lugar de mezclas, de acogidas, de llegadas, de aluviones… que durante siglos fue también frontera sur de Madrid, cuando nos llamaban “los barrios bajos” con una mezcla de descripción geográfica y despectivos prejuicios.

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Ese continuo trasiego de baúles, vidas, ilusiones y soledades ha definido el barrio como hoy lo conocemos. Las casas de vecindad o corralas fueron el primer refugio para miles de personas que, durante siglos,  buscaron su oportunidad en la gran ciudad.

Fueron tiempos de espadas bajo las capas, de Manuela y su campillo, del Mesón de un tal Paredes, de la Comadre Amparo y su pueblo gitano que siempre nos ha acogido a los demás: porque ellos siempre han vivido aquí.

Este es un barrio vivo, en movimiento, parrandero, bullicioso, peleón; un barrio bravo, donde se ha vivido siempre con pasión.

En esos patios, con sus trifulcas y jaranas, con sus miserias y despilfarros, forasteros, chulapos y pícaros… el barrio fue  dejando atrás los siglos. Y luego vendrían las cigarreras, la siniestra posguerra, los años del casticismo y sus colchones en los patios para respirar un poco en las noches de agosto. Más tarde las convulsiones políticas, la droga, el abandono, las casas okupadas, la emigración y la multiculturalidad; y turistas, ¡y hasta dragones!.

Pero siempre con esa personalidad tan marcada que ha caracterizado a estos barrios de Madrid, que no dudaron en lanzarse contra los caballos de Napoleón, navaja en ristre…

En estos tiempos en los que diariamente se está dejando morir a miles de personas en el mar, a personas que piden nuestra ayuda para ponerse a salvo de guerras crueles y devastadoras; cuando hay voces que exigen la expulsión  de quienes, habiéndolo perdido todo, o casi todo simplemente tratan de vivir en paz, ahora es el mejor momento para proclamar y reivindicar, con más fuerza si cabe, nuestra historia de barrio acogedor y hospitalario; para proclamar a voz en cuello que nuestras puertas seguirán abiertas para convivir en estas calles con todas las personas que nos lo pidan.DRAGONES

Porque nuestras calles y plazas quieren seguir escuchando saludos en idiomas tan distintos, y que les cuenten historias de lugares remotos, y seguir entremezclando el olor del ajo con el de las especias, el thie boudien y los patacones… Porque aquí, en este barrio,  seguiremos cantando rumbas, rapeando, rezando en el Ramadán, bailando el chotis, con el entusiasmo de vivir a tope la diversidad, de disfrutar de lo que al mismo tiempo es tan diferente, pero tan nuestro como las propias costumbres.

Aquí no queremos hacer de la integración una dádiva, un favor que se otorga con la boca pequeña o con la única intención de cumplir el umbral estadístico de un expediente administrativo.

En estos barrios queremos convivir hasta las últimas consecuencias, aceptándonos y ayudándonos con total normalidad. Sin que eso nos convierta tampoco en exóticos chimpancés de los que se exhiben en cualquier zoológico.

Los Dragones de Lavapiés queremos proyectar toda la alegría de la juventud, la resistencia que entrenamos con el deporte y nuestro optimismo estos días.

¡Viva el Rastro!, ¡Viva Lavapiés!, ¡Viva La Latina!.

Felices fiestas, vecinos.