En poco más de tres meses, desde noviembre hasta esta semana, un laboratorio textil para el autoempleo cooperativo se ha convertido en fuente de ideas y desarrollo ético y sostenible. Es lo que ha ocurrido con proyectos como ‘Masternura’, en proceso ya de cooperativa. Esta es una idea de Raquel, una mujer diseñadora patronista que junto a Nuria, auxiliar de enfermería, y Malena, madre de tres hijos prematuros, ha investigado y se ha servido incluso de dos tesis doctorales para el desarrollo de prendas para bebés prematuros y de bajo peso, con tejidos 100 % de algodón libres de tóxicos.

Y es que en el siglo XXI es necesario y está cada vez más de moda apostar por un modelo ético y sostenible. Para sacar adelante esta idea, Raquel ha tenido que crear el tallaje, estudiar los materiales y las condiciones de los niños y, cómo no, innovar. Así han elaborado prendas no sólo para los bebés en la incubadora, sino una camiseta para que los padres puedan realizar el método canguro o “piel con piel”.

Proyectos como este son los que está desarrollando el Ayuntamiento de Madrid a través de la Agencia para el Empleo (AE), trabajando en este caso con 24 mujeres, con una media de edad entre los 40 y los 50 años, en una experiencia piloto como el laboratorio textil en la que, entre otras actividades, han compartido espacios de cooperación y desarrollo creativo en las jornadas de actividades abiertas o en las masterclass de empresas del sector, donde estas han compartido sus experiencias, métodos de gestión y tendencias con las alumnas.

Las iniciativas de ‘Mares’, un proyecto de transformación urbana a través de la economía social y solidaria, y de ‘Famylias’, una cooperativa de iniciativa social para visibilizar y poner en valor los distintos modelos familiares, han sido fundamentales a la hora impulsar este laboratorio en el que se pretende que personas en desempleo mejoren en la gestión de sus recursos, se agrupen en proyectos o creen microempresas, en este caso en el sector de la moda ética y sostenible.

De una experiencia piloto de formación al empleo cooperativo

‘Masternura’ no ha sido la única idea que ha prosperado en estos talleres. Con Eva Ortuñez como coordinadora del laboratorio se han desarrollado diferentes iniciativas, como ‘Costuretar’, el proyecto de una artista, Rosalía, que comenzó en su día con la aventura emprendedora, pero que enfermó y vio en estos talleres la oportunidad de reciclarse y sumar apoyos para retomar su empresa: confección de ropa para las artes escénicas y otros deportes. Con ella, la idea es llegar hasta escuelas, clubes deportivos o academias que buscan desde ropas adaptadas más clásicas hasta ropa impresa más personalizada para los más pequeños.

Pero hay más casos y de muy diferente origen. María, una de las alumnas del taller que, a pesar de ser una persona creativa, nunca se había planteado crear una empresa, y con este laboratorio y sus técnicas de design-thinking y pensamiento divergente ha ido cada día aprendiendo nuevas herramientas para enfocar su creatividad y abrir su mente a nuevas ideas. Así ha desarrollado ‘Divertejiendo’, un proyecto para llevar a cabo talleres y cursos relacionados con el mundo textil destinados a familias quieran pasar un rato de ocio. Productos útiles para el día a día y que representen esos lazos familiares compartidos.

Además de ellas, otras personas se han sumado a estos talleres después de participar en una de las jornadas de actividades abiertas. Es la situación de Patricia, una actriz que ya fue con un proyecto, ‘Sisteria’, y que cuenta cómo en los talleres ha encontrado una colaboración desinteresada y ha profundizado en la idea del reciclaje textil y la economía circular. Ella define su idea como “una marca de diseños comprometidos para personas comprometidas” que le sirve para autofinanciarse sus proyectos artísticos.

Autoconfianza y desarrollo humano

Muchas de estas personas no tenían nada que ver con el mundo de la moda y han visto la oportunidad de generar su propio empleo a través de estos talleres. Algunas de ellas eran desempleadas de larga duración, con más de 50 años, y han recobrado la esperanza y la confianza en hacer cosas nuevas o desarrollar ideas propias. Y por último, lo que muchas de ellas han compartido en este laboratorio: el desarrollo humano.