Más de cincuenta años después de su inauguración el Teleférico de Madrid está unido a la memoria emocional y a los álbumes de fotos de muchos madrileños. Pero la sorpresa y la curiosidad que despertó en 1969 cuando se dispuso a cruzar el cielo madrileño desde Rosales hasta la Casa de Campo se fueron apagando con los años para convertirse en un atractivo para turistas, alejado del día a día de la ciudad. Actualmente permanece cerrado por los problemas estructurales que tenía, pero es un cierre coyuntural. La EMT está abordando un proceso de reforma integral para que el Teleférico vuelva a estar en la agenda de los madrileños, no solo en la de quienes nos visitan.

Una inversión de 15 millones de euros va a permitir renovar toda esta infraestructura, en sus 2,5 kilómetros de longitud, que fue inaugurada en junio de 1969 por el entonces alcalde de Madrid, Carlos Arias Navarro. Se quiso inaugurar coincidiendo con San Isidro pero se pospuso un mes por un interdicto que presentaron algunos vecinos alegando que la nueva instalación no respetaba la intimidad de sus hogares.

Las obras habían comenzado un año antes y requirieron una inversión inicial de 100 millones de pesetas.  Al concluir la concesión para su explotación pasó a manos de Parques Reunidos, y casi 15 años después, en 2018, se integró en la Empresa Municipal de Transportes (EMT), con el firme propósito de devolver esta singular instalación a madrileños y visitantes para que puedan volver a disfrutar de las vistas de la ciudad a 40 metros de altura. Será a principios de 2026, según la previsión municipal.

Accesible, innovador y sostenible

El Teleférico madrileño es un sistema bicable que permite ir del paseo del Pintor Rosales a la terminal tensora de Cerro Garabitas, situada en la Casa de Campo, en apenas 11 minutos de ‘vuelo’, -3,5 metros por segundo-, sobre un manto verde atravesado por el río y alguno de los iconos arquitectónicos de la ciudad, como la ermita de San Antonio de la Florida o la chimenea de la Escuela de Cerámica. Cuenta con 80 cabinas, cada una de ellas con aforo de seis viajeros, lo que le da una capacidad máxima de 1.200 pasajeros por hora.

La reforma integral, que comenzará en el primer trimestre de 2025, busca devolver a la ciudad una infraestructura totalmente accesible, innovadora y sostenible. Por eso contempla la rehabilitación de todas las estaciones y la sustitución de todas las cabinas que pasarán a tener una capacidad de diez plazas y elevarán el número máximo de viajeros a 1.800 a la hora. También habrá cabinas destinadas a personas con movilidad reducida, con capacidad para ocho plazas.

El nuevo diseño, además de confort, proporcionará a los usuarios una visibilidad mayor que la actual y el cambio de tecnología le permitirá un funcionamiento completamente automático y seguro. Además, será un medio de transporte respetuoso con el medio ambiente, ya que utiliza energía limpia como fuente de alimentación y presenta bajas emisiones de ruido.