Hombres lobo, zombis atómicos, escarabajos asesinos y vampiros escondidos entre palacetes. Parece increíble, pero todas esas historias se rodaron en Madrid. Desde los jardines de El Capricho hasta las torres de Azca, la ciudad ha sido escenario de un cine de terror que mezcla lo gótico con lo urbano.

Coincidiendo con la celebración de Halloween en Madrid, proponemos un recorrido distinto por la capital: ocho localizaciones reales donde el cine de terror tuvo cámara, guion y escenario. Un mapa del miedo a la madrileña que demuestra que, para encontrar castillos, zombis o criaturas sobrenaturales, no hace falta irse muy lejos.

El parque y palacio de El Capricho

Carátula original de 'El gran amor del Conde Drácula' (The Great Love of Count Dracula, 1973), dirigida por Javier Aguirre y protagonizada por Paul Naschy. © Janus Films
Carátula original de ‘El gran amor del Conde Drácula’ (1973) © Janus Films

Entre los jardines de El Capricho, en Barajas, el cine español encontró uno de sus decorados más versátiles. Levantado a finales del siglo XVIII por la duquesa de Osuna, el palacio y su entorno —laberintos, templetes, estanques y pasadizos— permitían recrear desde castillos centroeuropeos hasta mansiones victorianas.

Allí se rodaron películas como El diablo se lleva a los muertos (1973), Asesinatos en la Calle Morgue (1971) o El gran amor del Conde Drácula (1973). Esta última con el madrileño Paul Naschy, figura clave del llamado ‘fantaterror‘, interpretando a un conde vampiro entre fuentes y rosaledas.

Décadas después, el parque conserva ese aspecto suspendido en el tiempo que lo hace reconocible para los amantes del género. Un rincón de belleza clásica que el cine convirtió, por unos años, en su particular Transilvania madrileña.

El cuartel de Conde Duque

Con sus largos pasillos del siglo XVIII, sus muros desnudos y una simetría casi perfecta, el cuartel de Conde Duque fue una constante del cine de terror español. Su aspecto atrajo a varios directores del cine nacional e internacional, que aprovecharon su arquitectura para rodar historias de hombres lobo, científicos locos y criaturas imposibles.

Entre ellas, La marca del hombre lobo (1968), Los monstruos del terror (1970) y La noche de Walpurgis (1971). Las tres estaban protagonizadas por Paul Naschy, encontraron aquí un escenario idóneo para sus castillos y laboratorios.

El Rastro

Carátula original de 'Escarabajos asesinos' (1983) © Alloi Films y Tesauro
Carátula original de ‘Escarabajos asesinos’ (1983) © Alloi Films

En pleno corazón del barrio de Embajadores, el Rastro sirvió de escenario a una de las películas del cine de terror más pulp de esta lista: Escarabajos asesinos (1983), dirigida por Steven-Charles Jaffe.

Rodada entre los puestos de antigüedades y las calles estrechas del mercado, la película mezclaba ciencia ficción y terror en una historia donde una plaga de insectos mutantes se abría paso entre cachivaches y tenderetes.

La película ofrece una fotografía irrepetible del Rastro ochentero: un Madrid popular, caótico y lleno de vida que el cine apenas había retratado.

 

La plaza de la Paja

La plaza de la Paja, escenario de cine de terror en Madrid. Imagen de Madrid Film Office
La plaza de la Paja. Imagen de Madrid Film Office

El aspecto medieval de la plaza de la Paja, en el barrio de La Latina, inspiró el ambiente subterráneo de La torre de los siete jorobados (1944). Se trata de una de las primeras películas españolas de misterio y fantasía.

Dirigida por Edgar Neville a partir de la novela de Emilio Carrere, el filme imaginaba una sociedad secreta que habitaba bajo el viejo Madrid, entre pasadizos, criptas y sótanos olvidados.

Neville rodó parte de las escenas en exteriores reales de la zona y recreó los túneles y criptas en los estudios Chamartín.

Casa de Campo

Las extensiones arboladas de Casa de Campo permitían ambientar desde bosques centroeuropeos hasta paisajes rurales sin salir de Madrid. El género de terror encontró aquí un terreno perfecto: amplio, barato y lo bastante genérico como para transformarse en cualquier lugar del mundo.

Por sus caminos se rodaron títulos como El valle de los hombres de piedra (1962), La cruz del diablo (1975), Pacto de brujas (1976) o El ataque de los muertos sin ojos (1973), dentro del ciclo de los templarios zombis de Amando de Ossorio. Cada una aprovechó de forma distinta los rincones del parque, desde los encinares hasta las antiguas edificaciones militares, que servían como castillos o conventos en ruinas.

Estación de Delicias

Carátula original de 'Pánico en el Transiberiano' (1972) © Granada Films
Carátula original de ‘Pánico en el Transiberiano’ (1972) © Granada Films

La estación de Delicias, inaugurada en 1880 y hoy sede del Museo del Ferrocarril, fue uno de los espacios más reconocibles del cine de terror español de los setenta. Sus andenes y vagones de vapor se convirtieron en el tren del título Pánico en el Transiberiano (1972). La dirigió Eugenio Martín y está protagonizada por Christopher Lee, Peter Cushing y Telly Savalas.

Aunque la historia transcurre entre Moscú y Londres, buena parte del rodaje se realizó en Madrid. Todo ello aprovechando la atmósfera real del edificio y su material ferroviario histórico.

La película, una coproducción hispano-británica, mezclaba terror y aventuras con una ritmo que la convirtió en un éxito internacional. La estación madrileña ofrecía el tipo de realismo que pocos estudios podían igualar: locomotoras auténticas, pasillos estrechos y una arquitectura industrial.

AZCA

Carátula original de 'Abre los ojos' (1997). Ejemplo de cine de terror rodado en Madrid © Sogetel
Carátula original de ‘Abre los ojos’ (1997) © Sogetel

Entre las torres y pasarelas del complejo financiero de AZCA, símbolo de la modernidad madrileña de los años setenta, se rodaron dos películas míticas. Una fue La invasión de los zombis atómicos (1980), del director Umberto Lenzi. La otra, Supersonic Man (1979), de Juan Piquer Simón. Ambas mezclaban terror, ciencia ficción y una marcada estética pop.

En ambas, la arquitectura brutalista del conjunto servía como decorado futurista sin necesidad de efectos especiales.

Décadas después, el entorno volvió a servir de referencia visual para otros rodajes ambientados en un Madrid urbano y despersonalizado. Un ejemplo de ello es la Torre Picasso en Abre los ojos (1997), de Alejandro Amenábar.

El parque de El Retiro en el cine de terror en Madrid

El día de la bestia (1995), de Álex de la Iglesia, convirtió Madrid en un escenario apocalíptico y reconocible a la vez del cine de terror. La película arranca en plena Gran Vía, con el famoso plano del edificio Carrión y el cartel luminoso de Schweppes, una imagen icónica. Más adelante, el relato se traslada al parque de El Retiro, con el sacerdote protagonista (Álex Angulo) y su compañero Cavan (Santiago Segura). Caminan junto a la escultura del Ángel Caído, un punto que encajaba a la perfección con la trama sobre el nacimiento del Anticristo.

La cinta mezcló humor negro, crítica social y terror con un ritmo que convirtió la ciudad en un personaje más. Aquella combinación de lo castizo y lo oscuro consolidó a Álex de la Iglesia como uno de los grandes nombres del género.

—Tú eres satánico, ¿verdad?
—Sí, señor. Y de Carabanchel.
(Diálogo de El día de la bestia)

Productores, directores y actores han encontrado en Madrid un escenario donde todo es posible: del cine de terror gótico de los años sesenta al delirio pop de los setenta. En cada etapa, el paisaje madrileño ha ofrecido una versión distinta de sí mismo. Palacetes que hacían de castillos, parques convertidos en bosques malditos y estaciones que se transformaban en trenes malditos rumbo a Siberia.

Hoy esas localizaciones forman parte de la memoria cultural de la ciudad. Algunas se reconocen al instante, otras han cambiado o desaparecido. Pero todas ellas nos recuerdan que Madrid es, y ha sido, un lugar donde el cine da forma a sus pesadillas.