Se define un trampantojo como una trampa o ilusión con que se engaña a alguien haciéndole ver lo que no es. Y esto es lo que han visto madrileños y visitantes que se han acercado desde el verano del año pasado a la plaza de la Independencia buscando la Puerta de Alcalá: una gran lona que reproducía la imagen del seguramente monumento más emblemático de la ciudad. Pero la Puerta en sí no quedaba a la vista, sino protegida mientras se acometía en ella su mayor obra de restauración. Sin embargo, la Navidad ha traído el regalo de recuperar la vista sobre la Puerta de Alcalá una vez terminados los trabajos. En estos días, vuelve a ser pesebre de oportunidad para albergar una luminosa representación de gran tamaño de un belén, recuperando así una de sus estampas clásicas.
El monumento ha sido completamente restaurado gracias a un complejo proyecto de intervención desarrollado por el Ayuntamiento de Madrid que ha durado más de once meses y ha contado con una inversión de 3,1 millones de euros.
El trabajo ha contado con una complejidad técnica extraordinaria para paliar las patologías realmente severas que presentaba el monumento. Con esta intervención, la más completa y profunda, el Ayuntamiento ha obtenido una información valiosísima que permitirá garantizar las labores de prevención para que en los próximos años siga en perfectas condiciones.
La intervención en este emblema patrimonial de la ciudad de Madrid y también del Paisaje de la Luz (Patrimonio Mundial) ha sido una actuación prioritaria para el Área de Cultura, Turismo y Deporte, promovida y desarrollada por la Dirección General de Patrimonio Cultural, ante la inminente necesidad de acometer los trabajos de consolidación estructural de los conjuntos escultóricos, la eliminación de humedades, la sustitución del plomo de la cubierta y el tratamiento de la piedra en todas las fachadas.
Restauración al abrigo de las miradas
El remozamiento ahora terminado ha permitido paliar el progresivo deterioro de la Puerta de Alcalá desde que quedara erigida en 1779 por decisión personal del rey Carlos III. En este largo tiempo, la climatología, con episodios extremos como el del temporal Filomena en 2021; la humedad, la polución en la ciudad e incluso algunos episodios bélicos han ido deteriorando sus materiales hasta hacer recomendable esta intervención para garantizar que perdure.
Así, durante el primer trimestre de 2022, el Área de Gobierno de Cultura, Turismo y Deporte inició una evaluación sobre el estado de conservación del monumento. Esto incluyó un estudio tridimensional, efectuado mediante drones, y un análisis de materiales y comprobación de sus cubiertas y suelo, así como unas pruebas de materiales y técnicas para la posterior restauración. En junio se instalaron andamios alrededor del inmueble para proseguir estos trabajos.
Esta evaluación fue la antesala del inicio del cubrimiento de la Puerta de Alcalá. A tal fin, en julio de aquel año se instalaba una lona de rejilla fabricada en poliéster recubierto de PVC microperforado que alcanzaba los 2.200 metros cuadrados de superficie. Esta gran tela contaba con unas características materiales que evitan el efecto vela, asegurando la estabilidad del andamio en caso de viento. La medida se hacía necesaria debido a que se trataba de una estructura de grandes dimensiones con más de 120 metros lineales en cuatro fachadas que superan los 45 metros de longitud, en el caso de las fachadas este y oeste, y los 9 en los laterales norte y sur, sobrepasando los 16 metros de altura en todas sus caras.
El diseño exterior de la lona permitía obtener una cubierta mimética, de máxima calidad, que mantenía la ilusión de contemplar el bien cultural mediante un trabajo de última tecnología de impresión digital, con una imagen de la Puerta de Alcalá realizada a partir de más de una veintena de fotografías en alta resolución unidas como un puzle. Las uniones quedaron termoselladas, de tal modo que no se apreciaban ni costuras ni dobleces.
La función de la lona en este tiempo ha sido múltiple pues, además de permitir a los ciudadanos continuar disfrutando de una imagen de la Puerta de Alcalá recortada en el cielo de Madrid, ha constituido un cierre de seguridad del recinto de obra, protegiendo el monumento de posibles intrusiones y garantizando, al tiempo, la seguridad laboral para los técnicos que trabajaban sobre la estructura de andamios.
Este andamiaje cubierto ha permitido evaluar completamente el estado del monumento, primero, para iniciar su restauración después.
Visitas guiadas en un momento histórico
Pero que la Puerta de Alcalá quedara oculta a miradas indiscretas con una máscara de ella misma no ha impedido que miles de madrileños y turistas hayan podido ser testigos de este momento histórico de su remozamiento. Esto ha sido posible gracias al programa ‘Abierto por restauración’ de la Dirección General de Patrimonio, que han permitido visitas guiadas al monumento en obras durante los meses de verano de 2022 y este año.
Esta iniciativa permitió a más de 12.000 ciudadanos disfrutar de un icono de la ciudad desde una perspectiva única, pudiendo acceder a su cornisa a través de un andamio especialmente habilitado para la ocasión y recorrer el perímetro del monumento, mientras un guía especializado en historia y restauración desvelaba las claves y líneas maestras del proceso de intervención.
Casi 250 años de historia
El término de esta restauración supone un hito en la historia de la Puerta de Alcalá, que en seis años cumplirá los 250 años de su construcción. La actual puerta sustituye a otra cuyo destino quedó sentenciado cuando fue contemplada en 1759 por Carlos III, que entraba por aquí a Madrid por primera vez tras asumir el trono y decidió al verla su sustitución por la que ahora conocemos.
Construida entre 1769 y 1779, según el diseño del arquitecto e ingeniero real Francisco Sabatini, la Puerta de Alcalá es una sólida construcción de cinco vanos, los tres centrales con arco de medio punto y los dos laterales adintelados y de menor altura, que desde su concepción se levantó como una estructura que debía armonizar con El Prado.
Hoy se puede contemplar la puerta aislada, sin su pasada unión con la cerca que recorría los límites del área urbana de Madrid hasta el siglo XIX. Además, la inscripción bajo el dintel superior mantiene viva la memoria del monarca que impulsó su construcción, Carlos III.
Durante sus más de 200 años de historia, se han realizado al menos cinco intervenciones en el monumento, anteriores a la recién terminada, que siempre han mantenido las huellas de los acontecimientos bélicos que se desarrollaron en sus cercanías: la entrada en Madrid del ejército francés el 3 de diciembre de 1808 durante la Guerra de Independencia, de nuevo el acceso de otro contingente militar francés en la ciudad el 23 de mayo de 1823 (el de los ‘Cien Mil Hijos de San Luis’), y una batalla de carros de combate librada en su entorno en 1939, en los últimos días de la Guerra Civil.