Desde bien pequeño a Diego Almoguera le fascinaban las muñecas de los años 50 que sus padres guardaban. “En las pastelerías, las muñecas de trapo prensado venían acompañando las cajas de bombones. Es curioso porque en realidad ellas eran un complemento, no el verdadero regalo”. Falleras, andaluzas, bailarinas, princesas … “Asistía a exposiciones donde había muñecas muy kitsch, otras en miniatura, algunas piezas realmente curiosas y diferentes, e iba comprando las que me interesaban”. Así, poco a poco, con la adquisición de algunas piezas en mercaditos o por internet, fue ampliando su colección.

Diego Almoguera. Fotografía de Enrique Toribio

Al mismo tiempo, Diego afianzaba su carrera como diseñador gráfico. Desde su estudio Almoguera Art Design volcaba en sus trabajos por encargo dos de sus grandes pasiones: el teatro y, sobre todo, el cine. Algo bullía en su cabeza cuando contemplaba a sus muñecas, a las que restauraba e incorporaba nuevos elementos, tras haber visto una película o una obra de teatro.

Un día, un anticuario le hizo un encargo. “Quería unos paneles antiguos para su establecimiento. Mi idea inicial fue hacerlos de manera que incorporaran escenas con muñecas, pero no me gustó cómo quedó, no daba juego y las muñecas no tenían el protagonismo que merecían”.

Mientras, su colección no solo seguía creciendo, sino que incluso algunos amigos dedicados al mundo de la moda diseñaron y confeccionaron vestidos para algunas de ellas. Hasta que un día, una amiga le dio una idea que fue para él una inspiración. “Me dijo que veía a estas muñecas como protagonistas de una obra de teatro, y me puse manos a la obra para confeccionar un espacio único, especial y personalizado para cada una de ellas”.

Artesanía pura

Así nació la exposición ‘Teatros de cine’ que pudo contemplarse por primera vez en la biblioteca municipal Mario Vargas Llosa hace tres años. Belén Meruelo, su directora, señala que “fue una suerte poder traerla en sus inicios, cuando esta exposición empezaba su andadura, y la verdad es que resultó todo un éxito”. Esa gran acogida la llevó a recorrer otros espacios municipales.

“Luego llegó el parón por la COVID -explica Diego- y aproveché para ampliarla, haciendo nuevos teatros, de mayor tamaño, restaurando muñecas y, sobre todo, creando nuevos elementos y detalles para enriquecer algunos de los escenarios que ya tenía”.

Fotografías cedidas por Enrique Toribio

El resultado es una preciosista muestra que reúne un total de 14 teatros de diversos tamaños en los que ver escenas clásicas del cine bajo la particular mirada de Diego. Aquí podrán ver a la exuberante Anita Ekberg en la Fontana de Trevi, a Sara Montiel con uno de sus inseparables puros, una escena de ‘Moulin Rouge’ o a la mismísima María Antonieta.

La biblioteca Vargas Llosa es un espacio idóneo, cuenta Almoguera, “porque tiene esta escalinata al más puro estilo cinematográfico, y  se ha conseguido una iluminación perfecta”. La directora del centro también está muy satisfecha, no solo porque Diego “es un artista que cuida muchísimo los detalles y se implica en el montaje al cien por cien”, sino porque “es un orgullo haber acogido aquella primera muestra y ahora volver a tener esta exposición, más completa, renovada, más preciosa todavía que la primera vez”.

Un sueño, exponer en Valencia

Como a muchos artistas, a Diego no le gusta que le pongan en la tesitura de tener que elegir una favorita entre sus creaciones. “Cada una es especial por algo, por la ropa, por el trabajo de restauración que lleva … pero tengo sangre levantina y no puedo evitar sentir especial predilección por las falleras”, reconoce. Quizá por eso también sueña con que sus teatros viajen al Mediterráneo.

“Cuando finalice la exposición aquí, irá a un centro cultural municipal pero luego me gustaría buscar un sitio en Valencia, ya tengo pensados algunos teatros y qué escenarios pondría para exhibir algunas muñecas inéditas en las que estoy trabajando”, nos cuenta. Mientras tanto, aquellas muñecas de trapo de la infancia de este artista lucen ahora, con un aire renovado, en las escaleras de la biblioteca municipal Mario Vargas Llosa hasta el 4 de noviembre. /