Aunque dependiendo de las temperaturas el ritmo vital de la oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa) pueda variar de un año a otro, lo cierto es que, por su ciclo biológico ahora a principios de mayo, rondando los 20º, este insecto esté descansando en paz bajo tierra. Así es como se encuentran más a gusto y como pasan la fase de crisálida, que suele desarrollarse durante el mes de mayo. Antes de eso, tejen su propio capullo y experimentan, tras muchos cambios, su conversión en crisálida o pupa.
Esto no quiere decir que no pueda seguir estando entre nosotros. Aunque pasado abril es menos frecuente encontrarlas en procesión, descendiendo de los árboles o desfilando por el suelo en busca de una zona idónea para enterrarse, no está de más que contribuyamos a atajar su presencia si vemos ejemplares de esta especie en zonas verdes de la ciudad. En el 010, tomarán nota de la información que podamos aportar para hacer desaparecer su presencia de parques y zonas verdes.
El ciclo biológico…continúa
Cuando llegue junio, las mariposas saldrán de las crisálidas, en lo que supone la fase aérea de la procesionaria del pino. Es en verano, cuando llega el calor, la época en la que las mariposas se aparearán. Intentarán hacerlo de noche, para evitar que las aves diurnas las devoren. También en la oscuridad pasan más desapercibidas, dado su color pardo.
Es por tanto al caer la noche, cuando salen del suelo, se produce el apareamiento y, solo unas horas después, las hembras ponen los huevos -entre 100 y 300-, sobre todo, en la parte superior de los árboles. Sobre ellos, colocan una especie de escamas de su propio cuerpo, en forma de manta protectora.
Al finalizar el verano, y, sobre todo, a lo largo de octubre, nacerán las larvas que para desarrollarse se alimentarán de las acículas de los árboles.
Posteriormente, las orugas construirán unas bolsas de seda, conocidas como bolsones, en las zonas de los árboles donde incida más la luz solar. Comerán de noche y volverán al bolsón antes del amanecer. En marzo, más o menos, el ciclo vuelve a empezar, con el descenso de los árboles, en busca de una nueva ‘sepultura’.
Ellas dirigen los desfiles
Como tantas otras especies animales, también las orugas procesionarias son protagonistas de curiosas realidades. Por ejemplo, siempre es una hembra la que lleva la voz cantante en los desfiles o, dicho de otra forma, la que encabeza la fila, la que guía al resto de la procesión y la que explora el terreno para encontrar el idóneo, el que mejor se adapte a la temperatura óptima de enterramiento (unos 20 º). Si hace calor, buscará zonas frescas y en sombra; si hace frío, se adentrará en zonas más cálidas y soleadas.
El resto de las orugas se ‘enganchan’ entre sí cuando forman la fila siguiendo a la directora… Pero ¿qué ocurre si algún ave u otra situación acaba con la líder de la banda? La procesión se detendrá hasta que la siguiente larva hembra suba por encima de las demás y se coloque en la posición inicial de la fila, tomando las riendas de la procesión.
Sin dejar sus cabezas al descubierto para protegerse, se enrollan y comienzan a moverse de tal forma (intencionada) que generan poco a poco un hoyo, en el que todas cabrán para enterrarse.
Pelos flotantes y urticantes
Es en la fase en la que son orugas, cuando el cuerpo de estos insectos está cubierto de pelos que son urticantes debido a una sustancia tóxica llamada thaumatopina (que da nombre al lepidóptero).
Cuando las orugas se sienten amenazadas, estos pelos se desprenden y flotan en el aire y es entonces cuando el ser humano debe tener especial cuidado, pues, además de alergia, pueden provocar irritación de nariz, garganta y oídos.
Métodos de control: trampas de feromonas, endoterapia…
Para reducir la presencia de esta oruga, la normativa prohíbe fumigar en entornos urbanos con el fin de proteger la salud de la ciudadanía y evitar los efectos negativos que, a veces, puede tener la fumigación para el medioambiente. Es necesario, por tanto, buscar alternativas.
El Ayuntamiento de Madrid, a través del Área de Medio Ambiente y Movilidad, promueve la experimentación para mejorar los métodos fitosanitarios con los que controlar la presencia de procesionaria en los parques y jardines de la ciudad. Y lo hace en un banco de pruebas emplazado en el Área Forestal de Tres Cantos, en un monte que pertenece al Ayuntamiento de la capital.
Esta zona de pinar está sembrada de distintas trampas de feromonas para atrapar -en verano- a las mariposas machos y acabar con el ciclo de reproducción, y otros sistemas de detección y control de la especie, como la colocación de anillos en los troncos de los árboles, que frenan el descenso de las orugas al suelo, evitando así su enterramiento, conversión a mariposas y posterior puesta de huevos.
El último y más moderno de los métodos, es la endoterapia, es decir, inyectar en el tronco de algunos árboles un tratamiento fitosanitario para que llegue a las hojas de las que se alimentan las larvas. Cuando estas larvas ingieren las hojas, mueren. De esta forma se eliminan los riesgos para el entorno y la salud.
Retirada de los bolsones, peligrosos nidos de ‘algodón de azúcar’
Además de todos estos métodos, el Ayuntamiento de Madrid lleva a cabo desde enero una campaña de retirada de nidos, unos bolsones que se asemejan a algodón de azúcar que albergan a la oruga en invierno. Alrededor de 100.000 han sido eliminados este 2022 en los parques y zonas verdes de la ciudad, de titularidad municipal (no privadas), sobre todo, espacios con pinos y cedros.
Recuerda, con una llamada al 010, puedes ayudar a que esta especie, atractiva a la vez que conflictiva, entre en contacto con humanos y mascotas…