El pasado mes de noviembre se cumplieron cuatro años desde que el histórico parque de bomberos número 6, ubicado la calle Imperial, 8, cerrara sus puertas para trasladarse al nuevo edificio de la calle San Bernardo, en pleno barrio de Malasaña. Dejaban así 134 años de historia durante los cuales bomberos de varias generaciones atendieron importantes siniestros e incendios que pasaron a formar parte de la historia de la ciudad, como los de la plaza de la Armería, los de los teatros Novedades y Español, el de Ribera de Curtidores, los causados por la Guerra Civil y más recientemente, el fuego de los Almacenes Arias en el que perdieron la vida 10 bomberos. También prestaron servicio tras sufrir Madrid numerosos atentados terroristas.

En los sótanos del parque 6 se refugiaron familias de bomberos que vivían por Argüelles y que huían de los bombardeos de la Guerra Civil y, durante la posguerra, allí se recompuso un Cuerpo de Bomberos diezmado que se rehizo poco a poco, con escasos medios y muchas penurias, para dar servicio a todos los madrileños. Por entonces, y hasta bien entrada la década de los 80, allí se ubicaba ‘el pagador’, donde los bomberos hacían cola semanal para recoger su salario. También fue sede de la extinta Sociedad Benéfica de Bomberos, que se ocupaba de conceder donativos a las viudas y huérfanos de los compañeros fallecidos.

El pasado 12 de noviembre, el Ayuntamiento de Madrid descubrió una placa en la fachada de este antiguo parque 6, diseñada y sufragada por oficiales jubilados y en activo, en recuerdo al lugar que acogió el primer parque de bomberos de la ciudad, inaugurado en 1884 como Delegación de Incendios. Allí la delegada de Seguridad y Emergencias y portavoz municipal, Inmaculada Sanz, acompañada por el concejal del distrito Centro, José Fernández, subrayó que con esta placa se honraba “la labor de todos aquellos valientes bomberos que trabajaron en este edificio, conocido como ‘La Dirección’, y que contaron por primera vez con un lugar fijo donde guardar material para sus actuaciones frente a los incendios de aquella época, hace cerca de 140 años”.

Este parque, donde actualmente se levanta un hotel, fue testigo del primer vehículo de motor, en 1908, un Bayart-Clement que daría servicio al médico al corneta y a la Jefatura, y también del diseño de los primeros parques del Cuerpo, estratégicamente ubicados en la calle de Santa Engracia (parque 1), en la Ronda de Segovia junto a la Puerta de Toledo (parque 3) y en O’Donnell (parque 2), que comenzarían a funcionar el 8 de febrero de 1907.

Durante dos décadas permanecieron así, hasta que, en 1928 y para poder cubrir la zona oeste de la ciudad, el Ayuntamiento construyó el parque 4 en la plaza de la Moncloa, destruido durante la Guerra Civil. Veinte años después se edificaría un nuevo parque 4 en la calle de la Viña Virgen, (Tetuán) para dar servicio a toda la zona norte de la ciudad.

Ya en los primeros años de la década de los 60, la apertura de la Gran Vía de San Francisco seccionó el parque de bomberos de Puerta de Toledo, lo que motivó la necesidad de construir otro de mayor envergadura, el número 5, en el paseo de Santa María de la Cabeza, con el fin de atender la expansión demográfica de Madrid por el sur. Paralelamente se demolió el parque 2 de O’Donnell y sus efectivos y talleres se trasladaron a uno de nueva construcción y de mayor tamaño, muy próximo a la plaza de Manuel Becerra, que continúa abierto actualmente.

En 1965, el Cuerpo de Bomberos conoció lo que la prensa denominó ‘Gran Reforma’: así, con una inversión de 230 millones de pesetas, entre los años 1965 a 1970 se adquirieron 72 vehículos, desde tanques, bombas, escalas, vehículos de hidrocarburos, grúas de distinto tonelaje a coches de apeos, un coche especial extintor de anhídrido carbónico, furgonetas auxiliares, vehículos de protección respiratoria y un coche de salvamento acuático.

En 1976 se creó la Unidad de Buceo, que alcanzó tal prestigio en España que sería solicitada por los gobiernos civiles correspondientes en numerosas catástrofes que acaecieron a lo largo y ancho del país. A finales de esa década abrió además sus puertas el parque de San Blas, el parque 7.

Nuevos y modernos parques

Con la llegada de la democracia y el crecimiento de la ciudad por el este y norte, surgió la necesidad de dar servicio a esos nuevos barrios, por lo que en 1982 y 1983 se inauguraron los parques de Vallecas, el 8, y el de la Vaguada, el 9.

A partir de ahí hubo que esperar a la última década del siglo XX para completar la actual distribución de parques. Así, para responder con la máxima celeridad a las llamadas de socorro de los ciudadanos, se inauguraron los parques 10 (Villaverde Bajo); el 11, en la avenida de San Luis (Hortaleza); y el 12 en la avenida de los Poblados (Latina), llevando así los servicios de emergencia de bomberos a toda la ciudad.

El continuo desarrollo de la capital en estas dos primeras décadas del siglo XXI ha revelado la necesidad de dar mejor servicio a Vicálvaro. Por eso, recientemente ha iniciado su andadura el parque número 13.

‘Matafuegos de la Villa’ y ‘mozos mangueros’

La historia del Cuerpo municipal de Bomberos de Madrid se remonta más allá de la existencia del parque de la calle Imperial. El primer acuerdo sobre fuegos de Madrid se remonta a 1577, a cargo de un grupo de hombres, en su mayoría carpinteros, que acudían a apagar los fuegos de la ciudad avisados por las campanadas de las iglesias. Estos ‘matafuegos de la Villa’ y ‘mozos mangueros’ fueron poco a poco especializándose y obteniendo mejoras para desempeñar su trabajo en una ciudad donde las necesidades se incrementaban.

En el siglo XIX se fijó una bomba de agua en cada distrito, lo que supuso la aparición de los primeros puestos en los que se guardaba además el material, origen de los primeros parques de bomberos de la capital.