Antes de que acabe el verano, uno de nuestros edificios históricos cuyos muros albergan y soportan la memoria de lo que un día esta ciudad fue y vivió, entrará en la fase final del proceso de restauración que le permitirá seguir cobijando y mostrando a las generaciones venideras su historia. Se trata del Palacio de la Duquesa de Sueca, el edificio que desde el número dos de la plaza del Duque de Alba ha sido escuela, palacio, cuartel y también entrada de un ministerio, pero no de un ministerio cualquiera, el del Tiempo.

Para conocer la historia de esta casa palacio, la primera parada en el viaje por el tiempo debemos hacerla en el siglo XVIII. En esa época y bajo el reinado del conocido como “el mejor alcalde de Madrid”, Carlos III, Madrid es una ciudad en plena efervescencia reformista propiciada por las ideas ilustradas del monarca que incluyen reformas urbanísticas y que conformarán las bases de la ciudad tal y como la conocemos hoy. Es el Madrid de Sabatini y de Ventura Rodríguez, en el que se levantan monumentos emblemáticos como la puerta de Alcalá o la fuente de la diosa Cibeles; en el que la Puerta del Sol se convierte en el centro de la Capital y surge el germen del actual Museo del Prado y en el que nacen las Reales Academias de la Historia, la Lengua, la Jurisprudencia o la de Bellas Artes.

En este contexto de desarrollo cultural y educativo, Carlos III ordena la construcción de un colegio en la que fuera propiedad de los jesuitas hasta su expulsión en 1767. En esta parcela, con más de 7.000 m2, se levanta una escuela para los hijos de los criados del monarca, en su época conocida como “escuela de primeras letras y habitación de los maestros que enseñan a los hijos de los criados de S.M.”.

De escuela a casa palacio

Si seguimos nuestro recorrido por el pasado, el siguiente alto en el camino sería a finales del siglo XVIII, ya con otro monarca en el trono, Carlos IV. El heredero del “rey-alcalde” fue quien, en 1791, en la escuela edificada por su padre, encarga la reforma del edificio para darle otro fin, el de residencia de su ministro y valido, Manuel Godoy, y su esposa, María Teresa de Borbón y Vallabriga, la Condesa de Chinchón inmortalizada por Goya y que también ostentaba el título nobiliario de Duquesa de Sueca, al que el palacio debe su nombre y por el que es conocido hoy en día.

A pesar de ser bautizado con el título de la famosa duquesa, el paso de la noble por esta morada fue breve puesto que en 1803 la casa palacio vuelve a albergar aulas entre sus muros y pasa a ser la Escuela de las Temporalidades. Treinta y cuatro años después, en 1837, se convierte en la sede del Colegio de Humanidades de Francisco Serra.

Después de acoger enseñanzas e intrigas palaciegas, en el último tercio del siglo XIX la casa palacio pasa a ser cuartel de la Guardia Civil y continuó en este uso hasta después de la Guerra Civil, momento en el que la propiedad pasa a manos privadas y vuelve a ser destinado a vivienda, pero esta vez en plural. Finalmente, en el año 2005 la propiedad pasa ser titularidad del Ayuntamiento de Madrid que comienza su proceso de rehabilitación.

Y si por algo es conocido en los últimos años, es por ser la puerta de entrada a la conocida serie televisiva, El Ministerio del Tiempo, un reclamo para los seguidores de la serie cuyas puertas llevaban a otros mundos y a otras épocas.

Actualmente afronta la fase final de consolidación y reconstrucción

La última parada en la historia de este edificio, situado en pleno centro madrileño, entre Cascorro y Tirso de Molina, pasa por su restauración y conservación. Para ello, durante los próximos meses el Ayuntamiento pondrá en marcha la última fase de su rehabilitación a través del proyecto de consolidación y reconstrucción estructural del cuerpo este del palacio, en el que no se contemplan más intervenciones ya que, una vez decidido su uso, se redactará otro proyecto para la totalidad del edificio.

De este modo, se devolverá el edificio a su volumen inicial, conservando la disposición de los muros y forjados de madera y dejándolo listo para seguir recordando la historia que fue y también la que estar por venir.