Sueño. Veo un bosque, respiro aire puro. Me encuentro en plena naturaleza, a mi alrededor todo es verde, solo hay vegetación. En el silencio de este paisaje escucho el trinar de los pájaros y el fluir del agua por un arroyo. Decido recorrerlo.
Majestuosa, un águila me sobrevuela. Ahora puede recorrer todo el perímetro de la capital siguiendo el corredor verde que la rodea gracias a los proyectos ganadores del concurso de ideas del Bosque Metropolitano, y a la actuación realizada por el área de Desarrollo Urbano del Ayuntamiento de Madrid.
Estoy en el Monte del Pardo, y desde aquí puedo recorrer el eje del Manzanares.
A través de la iniciativa desarrollada en esta zona, denominada ‘Madrid, Puerta de la Sierra’, se ha renaturalizado la senda fluvial del río Manzanares, enlazándolo con el anillo verde ciclista de Madrid donde, además, estos deportistas pueden alquilar o reparar sus bicis, o incluso tomarse un tentempié en el nuevo quiosco que se ha instalado. El turismo cultural, con la potenciación del tramo del Camino de Santiago que transcurre por esta zona, o el turismo ornitológico, son algunos de los nuevos atractivos que alberga este paraje.
El entorno cuenta con un encinar adehesado, se han plantado más de 250.000 árboles y más de un millón de arbustos, y el agua cobra protagonismo a través de nuevas láminas y de un lago artificial en el que las aves acuáticas parecen haberse trasladado a vivir, y a las que podemos observar gracias a los miradores instalados a lo largo del recorrido.
Continúo caminando. Es maravilloso comprobar cómo los parques de Madrid se han ido uniendo hasta llegar a ser uno. El borde sur del Encinar de los Reyes, el parque de Valdebebas, el Parque Juan Carlos I, el jardín del Capricho, la Cuña de O´Donnell, Vicálvaro o el parque de Valdebernardo forman un eje verde en la zona noreste de Madrid gracias al proyecto ‘Efecto Mariposa’.
Ciclistas y peatones son ahora los protagonistas de esta avenida forestal de casi 24 kilómetros de longitud, que se desarrolla en el nuevo “Bosque Metropolitano” cuyo kilómetro cero es el Cerro Almodóvar, desde el que, rodeado de especies autóctonas, se puede observar la ciudad y sus magníficas puestas de sol.
En mi paseo por este nuevo eje que recorre Madrid llego al anillo verde del sureste, una zona que antes se caracterizaba por su aridez, por la presencia de yeso y la erosión del suelo, pero por la que el proyecto ‘A flor de yeso’ apostó, con la puesta en valor de las singularidades de este territorio. Aridez que ahora también es verde gracias al predominio de los árboles, pero donde el yeso se ha convertido en un recurso natural estratégico, de cuyo suelo también puede brotar una flor. Además, se ha creado un centro de formación e investigación con la finalidad de dar a conocer este material y todas sus posibilidades.
Me encamino hacia el sur, a la zona de los parques fluviales, donde el agua vuelve a cobrar protagonismo y donde el proyecto “Manantial Sur” ha conseguido conectar los sistemas fluviales del río Manzanares y el arroyo de la Gavia integrando grandes piezas periféricas en Entrevías, la Talayuela, Mercamadrid y Butarque.
Las depuradoras que existían aquí ahora son generadoras de manantiales que riegan, con el agua que recuperan, el bosque que surge a sus pies y que funciona, asimismo, como transformador del CO2 de la atmósfera, convirtiéndolo en el aire puro que respiramos. En esta zona los peatones cuentan con espacio propio en un entorno ecológico y natural dentro de la ciudad, gracias a una nueva conexión que acerca barrios antes distantes.
Un Centro de interpretación, la Casa del agricultor, o el Vivero municipal, son algunos de los equipamientos con los que cuenta esta zona, donde agricultores, vecinos y administraciones comparten una estrategia conjunta de mantenimiento y conciencia ecológica.
Finalizo mi recorrido por la zona conocida como el anillo metropolitano, donde el sur de la capital se ha transformado y ahora está integrado con los municipios de Getafe, Leganés y Alcorcón. Éstos se unen a su vez con la Casa de Campo, donde se han valorizado los entornos fluviales de arroyo Meaques y Valchico, a través del proyecto ‘Del Manzanares al Guadarrama’.
Este proyecto ha conseguido recuperar y regenerar la dehesa de la zona, que se ha renaturalizado, y donde la flora, la fauna y las personas se han conectado a través de esta intervención. Además, en la zona del aeródromo de Cuatro Vientos se han creado campos de cultivo de secano donde hay aulas de investigación y laboratorios. Y los nudos de la M 40 se han convertido en una unidad paisajística continua donde el color de la vegetación capta la atención de todo aquel que pasa por allí.
Detrás, y conectado con el arroyo Butarque, las fábricas de acero que había se han transformado en un centro de formación, y análisis, con laboratorios y viveros, desde donde también se realiza el seguimiento y la monitorización, así como el mantenimiento de todo el bosque metropolitano.
Despierto. El bosque que rodea la capital, el aire puro, la vegetación que todo lo invade, es todavía un proyecto en el que el Ayuntamiento de Madrid ya ha comenzado a trabajar, pero pronto dejará de ser algo ‘futuro’ para tornarse en ‘presente’. Un presente en el que Madrid se funde con el bosque y en el que el sueño es ya realidad.
Una realidad que puedes conocer y empezar a vivir a través de la exposición organizada por el Área de Desarrollo Urbano que muestra una reproducción a escala de este sueño llamado Bosque Metropolitano. Hasta el 6 de junio la puedes encontrar en el Parque del Retiro, en la plaza del Maestro Villa, en las confluencias de los caminos paseo del Estanque, paseo de Colombia, paseo Bolivia y paseo de La República Dominicana. Posteriormente irá recorriendo los distritos de Madrid.