¿En qué se parecen un abanico y un paraguas? ¿Qué tienen en común unas alpargatas y un ungüento milagroso y sanador? Aparentemente nada, pero en Madrid estos objetos tan dispares tienen un vínculo común: pueden adquirirse en alguno de los comercios centenarios que aún mantienen viva su actividad, sobreviviendo impertérritos al paso del tiempo.
Desde hace 15 años, el Ayuntamiento de Madrid homenajea a los establecimientos centenarios con una placa conmemorativa diseñada por Antonio Mingote. Pero el reconocimiento va más allá y recientemente el Pleno del Ayuntamiento de Madrid les ha declarado espacios de especial significación ciudadana e interés general para la ciudad. La mayoría se encuentran en Centro, Arganzuela, Chamartín, Chamberí, Salamanca y Retiro, aunque también existen en Fuencarral-El Pardo, Puente de Vallecas y Villaverde.
Tradición y modernidad
Llevan más de un siglo abiertos y, aunque pasen los años, estos negocios, muchos de carácter familiar, han logrado resistir a crisis, guerras, nevadas históricas e incluso a una pandemia mundial. Y hoy, pese a estar rodeados de franquicias y establecimientos de firmas internacionales, levantan cada mañana sus persianas para ofrecer un pedazo de la historia de Madrid a través de productos de calidad y un trato cercano y personalizado que hacen que cada compra sea una auténtica experiencia.
Tabernas, boticas, librerías, floristerías y tiendas en la que se vende todo tipo de género forman la lista de este club de establecimientos en los que nada más entrar, ya sea por el mobiliario, por las fotos colgadas que muestran la visita de personajes ilustres, por la colocación de los productos o simplemente por su olor, nos trasladan a otra época.
Todos están incluidos en un libro ilustrado que recoge las reseñas históricas y unas ilustraciones de sus emblemáticas fachadas. Se trata de un directorio comercial, organizado por barrios y categorías de producto, donde el usuario pude encontrar todo el comercio con más de un siglo de historia de su zona.
Sin embargo, a pesar de defender con orgullo el gusto por la tradición y el trabajo artesanal, estos comercios han sido capaces de adaptarse a los tiempos modernos y reinventarse para seguir formando parte del patrimonio histórico de Madrid. Por eso, te invitamos a visitarlos, a asomarte a sus escaparates y traspasar el umbral de sus puertas para conocer la esencia del Madrid más auténtico.
El paladar más castizo
No es que tenga más de cien años, es que este restaurante está considerado el más antiguo de mundo según el libro Guiness. Nos referimos a Botín, que abrió sus puertas en 1725 y que desde entonces no ha cesado su actividad ni un solo día, ni siquiera durante la Guerra Civil española. Su tradicional cochinillo, asado en un horno que no se ha apagado nunca desde su inauguración, ha aparecido, incluso, en novelas de Galdós, Gómez de la Serna y el mismísimo Hemingway.
Uno de los platos que marcan la personalidad del Madrid de ‘toda la vida’ es el cocido. Y hablar de cocido es hablar de La Bola, abierto en 1870; Lardy, inaugurado en 1832 como pastelería de productos típicos de Suiza para posteriormente reconvertirse en un elegante comedor donde se reunían políticos e intelectuales de la época; Los Galayos y Malacatín, que datan de 1894 y 1895, respectivamente.
En esos años, finales del XIX y XX, proliferaron casas de comida que aún hoy ofrecen los sabores más castizos, como las croquetas y el bacalao de Casa Labra; o el Anciano Rey de los Vinos, donde es obligatorio probar los callos a la madrileña acompañados de un vermú de barril.
Y para los más golosos, la Chocolatería San Ginés y La Mallorquina. No podemos olvidar tampoco a Viena Capellanes, cuyo origen se remonta a 1873, cuando sorprendió con una nueva clase de pan, el pan de Viena. Casi siglo y medio después, la primera tahona en la Casa de Capellanes se ha convertido en una cadena comercial, con 20 locales repartidos por toda la ciudad, caracterizados por su diversidad (pastelería, chocolates, fiambres, salones de té…).
Para comprar de todo
Las calles madrileñas cuentan con establecimientos tradicionales en los que entras sin necesitar nada de lo que venden. Accedes solo por mirar con calma el género, envolverte en la atmósfera castiza que transmiten y disfrutar de la experiencia de un viaje nostálgico en el tiempo.
Es el caso de Casa de Diego, donde se fabrican abanicos, paraguas y bastones de manera tan cuidada y tradicional que les hace auténticos objetos de lujo. Buen ejemplo son también Casa Yusta y La Favorita.
Una de las características de estos establecimientos y razón, probablemente, de que se mantengan competitivos pese al transcurrir del tiempo, es la especialización. Por eso, si alguien quiere comprar artículos de mercería y manualidades, por muy extraños que resulten, seguro que los encuentra en el Almacén de Pontejos, donde se despachan hilos, botones y otros productos para la costura desde 1861.
Boticas testigo de la antigua medicina
Mención especial merecen las antiguas boticas en las que llaman la atención la cuidada decoración, con repisas repletas de botes de porcelana que almacenaban los milagrosos remedios que todo lo curaban, y vitrinas que esconcen recetas de fórmulas magistrales.
Una de las más emblemáticas, por ser el primer comercio de la Villa, es la de la Reina Madre, abierta en 1578, que debe su nombre a Isabel de Farnesio, segunda esposa de Felipe V. La farmacia León, que conserva una caja registradora del siglo XVIII, y la farmacia Saiz García, con su llamativa fachada roja, son otras boticas centenarias que permanecen en pie.
Vendido aquí
La historia de estos establecimientos también ha calado en el imaginario colectivo gracias a la publicidad y a esos carteles tan peculiares que marcaron los años dorados del comercio de barrio. En homenaje a todos ellos se ha inaugurado este mes la exposición Se vende aquí. Comercio de Madrid a través de carteles publicitarios (1870-1960), que estará abierta en Conde Duque hasta el próximo 30 de junio.
Cartel de la exposición / Ecozapatería y Matías López (La Reprografía
Organizada en diferentes grupos temáticos (hogar y droguería, alimentación, moda y textil, salud e industria), esta muestra, de carácter gratuito, recoge un centenar de carteles publicitarios antiguos de la colección de Carlos Velasco. En ellos, además de anunciar un producto, se incluía la coletilla ‘se vende aquí’, un reclamo para que el cliente entrara.
Esta exposición reivindica el papel histórico del comercio local y de barrio, destacando el peso que este tipo de establecimientos ha tenido en la evolución de la sociedad y en la configuración del espacio urbano.
Toda la información sobre los comercios centenarios de Madrid se encuentra en:
www.comercioscentenariosdemadrid.es
www.todoestaenmadrid.com