Jorge Blass entiende la magia como un gran espectáculo teatral. Tiene la Varita Mágica de Oro que ganó con tan solo 19 años en Montecarlo, aunque para sus juegos y grandes ilusiones él utiliza tecnología del siglo XXI y efectos visuales sorprendentes. Siempre en busca de nuevos retos que emocionen y fascinen, le hemos visto en un innovador escenario circular rodeado del público o con un robot como asistente y un dron mensajero. En su magia es posible la clonación con impresora 3D, la teletransportación, quedar reducido a tamaño liliputiense en la máquina reductora y, por si alguien lo estaba pensando, sí, también la invisibilidad.
“Un turista de mi ciudad”
Este ilusionista vocacional que cosecha éxitos desde muy joven en medio mundo es de Madrid y tiene dos barrios. Vive en Ópera. “Muy cerca de la plaza de Ramales, un lugar como escondido, muy mágico. Me gusta mucho este Madrid antiguo donde soy casi un turista de mi ciudad y puedo descubrir un montón de cosas”, asegura. Le gusta pasear por los Jardines de Sabatini o ir a correr por Madrid Río o la Casa de Campo. Su otro barrio está en Ciudad Lineal, donde viven sus padres. “Me gusta todo porque he crecido ahí, he tenido mis amigos y ahora además tengo mi oficina, mi estudio de magia”.
Los fascículos de Tamariz y la papelería del barrio
Como otros niños en los años 90, empezó a interesarse por la magia leyendo los fascículos El Mundo Mágico de Tamariz con apenas 11 años. “Los compraba en el kiosco del barrio. Y ahí te decía, necesitas para este truco unas tijeras, una cartulina… Así preparaba mis primeros juegos y cucuruchos mágicos”. Y en la papelería Dos Castillas, en la calle de José del Hierro, compraba sus utensilios para hacer magia. “Es un negocio local al que tengo mucho cariño”.
La tienda de Encarnita, la escuela de magia y la SEI
En el Madrid mágico de aquellos inicios, está también la mítica Magia Estudio en San Mateo. “Era una tienda de toda la vida con mucho encanto. Fui un sábado por la mañana con mi madre, estaba cerrada y me enfadé mucho. Entonces volvimos el lunes. Mi madre, impensable, me volvió a llevar”. Y allí estaba Encarnita, “una señora encantadora” que le recomendó su primer libro de magia, la cuerda tricolor y el reloj de Moliné. Y si hacía los deberes, “ya sabía que un día a la semana podía volver a la tienda”.
Con 12 años, empezó en La Gran Escuela de Magia de Ana Tamariz, donde aprendió con el maestro Juan Tamariz y fue admitido en la SEI (Sociedad Española de Ilusionismo) con tan solo 13 años. “Llegué a un ambiente que era muy de adultos, con los magos de la época. Se reunían cerca de la calle de San Mateo, en el Hogar Canario, en un edificio que ya no existe”, recuerda. “Yo era el único niño. Me sentaba, escuchaba a los maestros y aprendía muchísimo”.
Aprendió rápido y bien porque a los 15 años ganó un premio en el XX Congreso Mágico Nacional, en la especialidad de manipulación. “Creo que lo que vio en mí Tamariz fue un niño curioso que quería aprender. Eso es una cosa genial de la magia, que existe relación entre alumno y maestro y se mantiene. Y hay mucha generosidad por parte de los maestros de enseñar a quien de verdad quiere aprender”.
El Marquina y el Price
El Madrid mágico de Jorge Blass también tiene parada en el Teatro Marquina. “Es donde iba a ver a Tamariz y pensaba ¿algún día estaré yo en este teatro? Y debuté en él”. Ahora ha vuelto con Efímero Live, su nuevo show. “Me gusta mucho cómo se trabaja allí, la gente está muy próxima, se crea muy buena atmósfera”.
Del confinamiento nació la idea de este formato que combina entradas presenciales y a distancia y que parece que ha venido para quedarse en el ámbito cultural. “Es insustituible estar en el teatro, sin duda es lo mejor”, pero también “es fantástico poderse colar en el Teatro Marquina y ver el show desde el sofá de casa”, argumenta. “Yo sí creo que vamos a poder convivir con eventos mixtos y que es el futuro. No sé si mejor o peor, pero sin duda es distinto”.
Comprometido con la magia y con su ciudad, es fundador y director del Festival Internacional de Magia de Madrid que reúne lo mejor del ilusionismo mundial. Este año celebró su décima edición en el Teatro Circo Price con 40.000 espectadores a lo largo de cinco semanas.
Además, es patrono de la Fundación Abracadabra de magos solidarios. “Vamos a hospitales y es una corriente de ayuda, de hacer magia de forma altruista con la que disfrutamos mucho”. Durante la pandemia montaron un festival de magia online.
El estadio rojiblanco, la reina castiza y un naranjo
El Wanda Metropolitano también es mágico. Porque Blass es del Atlético y porque hizo una teletransportación apoteósica en la final de temporada 2018. “Fue muy emocionante. Me encantó actuar en un espacio así porque no tengo la oportunidad normalmente de estar delante de más de 67.000 personas”.
¿Y si pudiera teletransportarse a otra época? Iría al Madrid del siglo XIX, la edad dorada del ilusionismo y actuaría ante Isabel II, la reina castiza, como hizo el gran mago Alexander Herrmann. Recrearía el naranjo fantástico, un juego inventado por Jean Eugène Robert-Houdin, considerado el padre de la magia moderna. “El naranjo, el árbol de la vida, era un autómata que hacían en la época y donde crecían plantas. En la película El ilusionista se recrea y en el festival del Price hice una versión de ese juego. Hacerlo para una reina como Isabel II sería impresionante”.
Capital de la magia
Madrid vive una nueva época dorada como en el siglo XIX. “Después de esa época, no ha habido tanta magia como hasta ahora”. Los dos últimos campeones de magia del mundo son madrileños, el festival de magia, llenos en los teatros, más escuelas y clubes de ilusionistas… “Hay un movimiento artístico alrededor de la magia en Madrid que no lo hay en otras ciudades del mundo”.
La magia protagoniza la programación navideña del Ayuntamiento. El Festival Nuevos Talentos de la Magia, dirigido por Jorge Blass, llega a Matadero Madrid el 19 y 20 de diciembre con un plantel de doce artistas, “magos y magas”, y fascinantes creaciones. Con dos sesiones diarias en el Auditorio Casa del Lector.
“Lo mejor de las navidades es ilusionarte” y este festival “se hace también pensando en la cantera de ilusionistas jóvenes que están trabajando en Madrid, que tienen un talento increíble”, asegura. “Nos van a dejar con la boca abierta”.