Ara Malikian nació en 1968 en el seno de una familia armenia y de origen libanés. Su virtuosismo con el violín tiene un culpable, su padre. Como explicaba en una entrevista radiofónica no hace mucho, “mi padre me insertó un violín en la barbilla y ahí se me quedó clavado”. El aprendizaje tuvo a veces como escenario los refugios antiaéreos porque era apenas un niño cuando le tocó vivir la guerra civil del Líbano. Con el veneno del arco y las cuerdas ya instalado en su alma, a los 15 años emigró a Alemania gracias a una beca. Allí continuó formándose hasta convertirse en el artista que hoy conocemos: un violinista ecléctico y consagrado que ha recibido numerosos premios internacionales y que ha llevado las particulares melodías de su violín por los cinco continentes.

Ara Malikian. Fotografía de Anton Corbijn

Ahora, la ciudad de Madrid va a contar con una banda sonora muy particular para estas navidades. El violinista ha compuesto el villancico Oro, incienso y mirra. Melodía de Navidad para la ciudad de Madrid, un lugar en el que nos asegura haber encontrado “una raíz, un sitio donde quedarme”.

Y es que Malikian se ha descrito en numerosas ocasiones como un nómada y como ha explicado más de una vez “dejar mi país y mi familia con 14 años en un país donde había una guerra fue algo tan duro que hizo que luego me sintiera bien en cualquier parte”. Tras vivir en diferentes países, hace poco más de dos décadas llegó a Madrid y ya no se ha marchado.

“Hace 22 años llegué a esta ciudad que me acogió con los brazos abiertos y donde, desde el primer momento, me he sentido como en casa. Aquí he formado una familia, aquí siento que por fin tengo unas raíces y aquí he encontrado la felicidad”, señala.

Una creación musical diferente

Componer Oro, incienso y mirra ha sido un proceso creativo particular. “Cuando supe que estas Navidades iban a ser tan atípicas por la pandemia y que no iba a haber una cabalgata al uso, surgió la idea de hacer un tema que representara la Navidad y decidí inspirarme en los tres Reyes Magos, centrándome en un motivo para cada uno de ellos”, explica. “La verdad es que nunca había hecho nada parecido y me lo he pasado muy bien componiendo esta pieza tan diferente”.

Malikian sabe que estas fiestas serán distintas. La COVID-19 ha cambiado muchas cosas, también un poco su vida. “Yo he vivido siempre en Malasaña hasta que llegó la pandemia y decidimos salir de la ciudad, pero es un barrio que me gusta especialmente. De todas formas, -aclara- soy de esa gente que no tiene un lugar favorito en una ciudad, porque los lugares cambian, las personas cambian y ahora mismo a mí por ejemplo me encanta pasear por el parque del Oeste, por el Templo de Debod, me parece maravilloso contemplar desde allí un Madrid tan verde”.

Lo que no ha cambiado para este artista en estos meses es su éxito, ni su particular interpretación marcada por ese ritmo que impregnan las cuerdas a su cuerpo, ni su enorme talento y su capacidad para llenar cualquier escenario. “Suelo viajar muchísimo, aunque lógicamente estos últimos ocho meses no he podido, pero aun así, he tenido como unos 50 conciertos con público y esto ha sido gracias a unos promotores que han sabido arriesgar, que han puesto todo de su parte para ofrecer conciertos seguros para el público, porque no nos podemos detener. La vida y la cultura tienen que continuar”.

El violinista en uno de sus conciertos. Fotografía de Irene Savirón

Por eso Malikian quería componer un villancico lleno de esperanza. “Tengo un hijo y siempre le llevo a las actividades que hay por Navidad. Este año va a ser diferente, es cierto, pero creo que podemos sentirnos afortunados porque seguimos teniendo un montón de espectáculos en Madrid para los niños y para disfrutar en familia que nos van a traer mucha alegría”. Algo necesario, según el músico, “para afrontar estos meses que vienen, porque estoy seguro de que, más pronto que tarde, vamos a poder recuperar nuestras vidas”, asegura.

Oro, incienso y mirra es otra forma de abrazar esta Navidad tan singular y de recuperar el diálogo entre la ciudad y sus habitantes a través del más universal de los lenguajes, la música.

Malikian tocando desde el Palacio de Cibeles