María José Montes ha sido durante muchos años la responsable del programa de adopciones en el CPA , dependiente del organismo Madrid Salud. «En la clasificación de perros potencialmente peligrosos se encuentran los de 8 razas clasificadas como peligrosas (pitbull, bull terrier, rottweiler, dogo argentino… ) y sus cruces, aunque la normativa no especifica hasta qué generación”. “También se incluyen en esta categoría –añade Montes- aquellos animales que por su morfología, o especial gran tamaño, están considerados animales muy potentes. Y por último también aquellos animales que tienen antecedentes de comportamientos agresivos o de agresiones reiteradas, que hay que valorar a través de un informe veterinario, y que tiene que determinar si la conducta es agresiva y si entraña algún tipo de riesgo o peligro para su entorno”.
“De hecho –señala- a mí me parece que es, de los tres supuestos, el más lógico. Evidentemente un animal que tiene una conducta que puede suponer un peligro para los demás, independientemente de su raza, hay que vigilarlo especialmente y tomar algunas medidas de precaución”
Requisitos administrativos
Hay dos disposiciones administrativas básicas para la tenencia de estos animales. Una es obtener una licencia, que se consigue cumpliendo algunos requisitos: ser mayor de edad, teniendo un certificado de penales de los propietarios, un informe psicológico y seguro de responsabilidad civil por una cuantía bastante elevada. Por otra parte hay que inscribir al animal en el registro municipal que hay para tales efectos en la localidad donde vaya a residir. Además, a estos perros hay que llevarlos siempre con una correa de menos de 2 metros de longitud, siempre con bozal, y hay que tenerlo en un recinto –si no lo tenemos en casa- del que no pueda escapar.
“Con todos estos condicionantes, se puede entender que estos perros no son fácilmente adoptables”, señala María José Montes, aunque añade: “las palabras potencialmente peligroso indican que pueden resultar peligrosos, no que lo sean por sí mismos. Evidentemente si un animal de estos muerde, su mordedura puede ser más peligrosa que si lo hace un chihuahua de 2 kilos, pero estos animales pueden tener una convivencia absolutamente normal con las personas. El problema es que hace unos años se decidió legislar con estos animales y se les estigmatizó bastante con esta imagen de supuesta peligrosidad”.
Montes es crítica con esta normativa e indica: “quizá sería el momento de abrir un debate respecto a si estas medidas están justificadas para la prevención de lo que en principio se buscaba, que era evitar incidencias graves, como agresiones de importancia o incluso la muerte, como ha sucedido por desgracia en algunos casos para las personas o para otros perros”.
Un problema para el CPA
En estos momentos hay casi 200 perros en espera de ser adoptados en el Centro de Protección Animal del consistorio madrileño, de los cuales más de un 60% están en esta categoría de “potencialmente peligrosos” o por ser un cruce de una de las razas calificadas como tal. Además, y como ocurre con el resto de razas, cuando son cachorros, tienen más posibilidades de ser adoptados, pero a medida que van creciendo, disminuye el interés por ellos.
Montes lanza un mensaje claro “pueden vivir en casa, pueden tener una buena convivencia con sus propietarios y su entorno, solo que los requisitos para tenerlos son un poco más exigentes que con otras razas. Necesitan quizá algo de educación, un dueño que sepa manejarlo, pero vamos, un curso de obediencia nunca está de más, no solo con este tipo de perro sino con cualquier otro. Pero merecen, como el resto, una segunda oportunidad y encontrar una familia que los comprenda y los quiera”.
Campaña de adopción
El Ayuntamiento lanzó en diciembre de 2017 una campaña para promover la adopción y tenencia responsable de animales de compañía.
Con lemas como “¿Familia o juguete?”, “¿Compañero o capricho?”, “¿Colega o estorbo?”, “¿Amigos o problemas?”, “¿Magia o antojo?”, se invitaba a la ciudadanía a reflexionar sobre la responsabilidad que implica tener un animal, ya que son seres que sienten, sufren, gozan, aman y necesitan del afecto humano para su completo desarrollo.
La adopción de estos perros es totalmente gratuita. El animal se entrega vacunado, identificado, desparasitado y esterilizado. Optar por la adopción y no por la compra, es siempre un acto de generosidad: aumenta su bienestar y les libra de la reclusión perpetua en un centro.