Al principio apenas hablaban. Sus espaldas soportaban unas mochilas tan grandes y pesadas que les faltaba hasta el aire para respirar. Mujeres y hombres del barrio, casi todos de más de 45 años, a punto de arrojar la toalla. Años buscando empleo sin apenas resultados, acostumbrados a pasar los lunes, martes y miércoles al sol, y a estirar hasta lo imposible cada euro para sacar a la familia adelante. Poco a poco se fueron soltando, compartiendo miedos, frustraciones y anhelos. Poco a poco brotaron proyectos de sus labios, y la asociación vecinal se convirtió, durante sus reuniones semanales, en una algarabía de propuestas, deseos y esperanza.

Imagen cedida por la FRAVM

Vecinos ayudando a vecinos a encontrar empleo

Se pusieron un nombre que lo dice todo, “Parados en movimiento”, y salieron a la calle a darse a conocer, a buscar trabajo. No como antes, cada uno por su lado y con la cabeza gacha. Lo hicieron en grupo, como un colectivo. La idea caló en el barrio, Quintana (Ciudad Lineal), entre comerciantes y vecinos. La mayoría consiguió empleo, y en 2016, dos años después de su creación, el grupo prácticamente había desaparecido. Pero antes, plantó una semilla que creció en otros barrios como Alto de San Isidro (Carabanchel), Lucero (Latina) o Ventilla (Tetuán). Como en Quintana, al calor de sus asociaciones vecinales, allí se pusieron en marcha nuevos grupos de autoapoyo de parados, algunos de los cuales continúan hoy.

“Parados en movimiento” aparece como una de las buenas prácticas del Servicio de Dinamización Vecinal (SDV), un programa municipal desarrollado por la Federación Regional de Asociaciones de Vecinos de Madrid (FRAVM) que acaba de cumplir ¡trece años de vida!. Detrás del proyecto están los propios afectados. Pero, a su lado, encontramos una figura tan esencial como invisible: Bea, la dinamizadora vecinal. La labor constante -y paciente- de esta profesional del SDV en estos años no solo contribuyó a la gestación del grupo de parados. Su impulso ha sido clave para la recuperación de las fiestas populares del barrio, la constitución del colectivo Artesanas con Alma y la organización de diversas jornadas interculturales y contra el racismo en el distrito, entre otras muchas actividades.

Imagen cedida por la FRAVM

Emisoras, mercadillos y mediación directa, herramientas para fomentar la convivencia

Y es que las acciones del SDV son tan variadas como diversas las necesidades y los 23 barrios en los que actualmente actúan sus 22 profesionales. En el Ensanche de Vallecas y en Fuencarral las dinamizadoras emplean buena parte de su tiempo en labores de mediación comunitaria con objeto de resolver o encauzar conflictos vecinales antes de que lleguen a los juzgados; mientras en La Ventilla utilizan la emisora Radio Almenara para impulsar proyectos como Radio Tragineros, un programa semanal donde los protagonistas son personas con alguna enfermedad mental. En Villaverde y San Fermín (Usera), por su parte, el SDV está muy centrado en la prevención de conflictos en los centros escolares, y en Comillas, Alto de San Isidro y San Isidro (Carabanchel), en la participación ciudadana de los migrantes, sobre todo de origen magrebí y latinoamericano. En Comillas y Alto de San Isidro, además, son famosos los mercadillos de trueque que se celebran cada mes. Muy pocos lo saben, pero la huella del SDV se halla también detrás.

… y teatro, música y grafittis, ¿por qué no?

Mujeres y teatro forman una conjunción de enorme éxito en Triángulo del Agua (Puente de Vallecas) y Bellas Vistas (Tetuán), mientras en Lavapiés y Valdebernardo (Vicálvaro) los jóvenes son uno de los objetos principales del servicio, algo que ha cuajado en iniciativas “ejemplares” como el Rapeadero de Lavapiés o el taller Grafitt-Art de Valdebernardo.

 

Datos que lo confirman: la dinamización vecinal funciona

Solo entre 2014 y 2016 el SDV impulsó o participó en 1.354 actividades, que congregaron unas 40.000 personas, de las cuales el 64% fueron autóctonas y el resto de origen extranjero. Cada año, organiza una media de 56 talleres, el 80% de los cuales parte de una demanda explícita de los vecindarios. El 61% de ellos se realiza en los locales de las asociaciones de la FRAVM, un hecho diferencial respecto a otros dispositivos. Los profesionales del SDV operan desde el mismo corazón del barrio, la sede de su asociación vecinal.

Aunque su gama de acciones es amplísima, tres son las líneas esenciales del servicio: la promoción de la convivencia y la participación social (que incluye la lucha contra el racismo y la xenofobia), la mediación y gestión de conflictos y, en tercer lugar, la información y la orientación. Entre 2014 y 2016, sus profesionales atendieron de manera individual a 6.807 personas e intervinieron en 328 conflictos de convivencia. El 58% de estos se resolvieron favorablemente, mientras un pequeño porcentaje continúa hoy abierto.

En 2016, el 33% de las actividades del SDV tenía más de dos años de vida, lo que muestra la sostenibilidad de este tipo de intervención. La mayor parte de las veces, el resultado de los procesos que abren los dinamizadores no se ve hasta pasado un tiempo razonable, lo que a menudo se traduce en años. Por eso, para la FRAVM resulta esencial el mantenimiento de sus profesionales en los barrios, la permanencia en el tiempo de un servicio que hoy se ha convertido no solo en un punto de referencia fundamental en estos  territorios sino también en uno de los dispositivos mejor valorados por sus vecindades. ¡Larga vida al SDV!