Tradición e historia, vidas que se entretejen a lo largo del tiempo a través  de una actividad que genera espacios de encuentro, de intercambio cultural y experiencias entre personas. Una labor llena de color, dedicación e historias, en la que las personas mayores cobran protagonismo.

Cartel del encuentro Tejiendo Vida

Esto es lo que busca rescatar el encuentro Tejiendo Vida en su primera edición, que se ha celebrado el jueves y viernes, 4 y 5 de mayo, y cuya temática central ha sido el uso del hilo y la tela para dar pie a la realización de talleres de artesanía, creatividad y trabajos manuales. La Nave Terneras de Arganzuela ha sido su singular punto de encuentro.

En esta actividad, que durante años ha servido para crear vínculos sociales e intergeneracionales, ha resultado fundamental el papel de las personas mayores como transmisoras de este conocimiento a lo largo del tiempo, mediante el boca a boca y el empleo de horas y horas de enseñanza, observación, dedicación y aprendizaje conjunto, donde resulta fundamental promover espacios de encuentro e intercambio de experiencias.

Asistentes durante el inicio de las jornadas el 4 de mayo

Abierto para toda la ciudadanía, muchas han sido las personas que, movidas por la curiosidad, han decidido pasearse por las mesas de labores y hacer un alto en  la exposición y muestra de los trabajos elaborados en la sala por las personas mayores participantes de los 21 distritos madrileños, en las que han destacado como temática la elaboración de bolillos y encajes, y la artesanía en tela e hilo junto a otras técnicas tradicionales y creativas. Labores artesanales en las que participan a día de hoy un gran porcentaje de mujeres, a las que se ha buscado dar una mayor visibilidad durante el encuentro, empoderando su figura ya que sus horas de trabajo y dedicación entrañan múltiples historias al formar parte de su día a día.

Manuela Carmena, la alcaldesa de Madrid, ha sido una de esas personas que ha querido presenciar ‘in situ’ cómo se realizan determinadas labores, departiendo con las maestras, las aprendizas y los visitantes.

Han participado 90 personas en turno de mañana y tarde, socias y socios de los Centros Municipales de Mayores. Se han practicado labores de bolillos, ganchillo, punto de cruz, macramé, patchwork, lagartera, tapices, deshilado o frivolité. Técnicas estas ligadas estrechamente a la historia de la ciudad de Madrid y de sus gentes, y que, durante estos dos días, han podido ser disfrutadas en los talleres en vivo. Por otra parte, también se han realizado talleres de aprendizaje, de iniciación o avanzados, impartidos por la maestra ganchillera Susana Rodas.

La maestra ganchillera, Susana Rodas (en el centro de la mesa), imparte su taller

Son trabajos manuales que merecen una nueva visibilidad, actividades que no solo conforman un medio de entretenimiento para las personas mayores, sino que también les aporta salud y una vida social más activa. Una realidad que desde la Dirección General de Personas Mayores y Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid, se ha querido potenciar al organizar junto con los Centros Municipales de Mayores este evento. La idea para realizar estas jornadas ha sido la inclusión, un encuentro municipal que integrase a los 21  distritos madrileños, que facilite compartir experiencias entre las personas de los distintos barrios, más allá de las labores que realizan cada día en los pequeños talleres de sus centros, a la vez que conocen otras realidades.

 

Mujeres activas y vitales

Al encuentro han asistido tanto aprendices como maestras, que deciden emplear de forma voluntaria parte de su tiempo para compartir cada semana sus conocimientos en los diferentes talleres de los centros municipales de mayores.

Herminia Usanos (segunda por parte derecha de la mesa), maestra voluntaria en el distrito de Hortaleza

 

“He hecho de todo en esta vida” comenta Herminia Usanos, maestra voluntaria desde hace 22 años en el distrito de Hortaleza, “he sido pastora, he ido a segar, a acarrear con mulas lo que se segaba, e incluso a trillar. Llevo mucho tiempo trabajando”. Hoy sus pasiones son el punto de cruz y el ganchillo, con el que consiguió un récord Guiness elaborando un muñeco a tamaño real, y las clases con sus alumnas, que compagina con su vida diaria, y que le aportan mucha salud, como afirma. “Ellas ya saben tanto como yo”, comenta Herminia, y ya son una parte importante de su vida en la que el hilo ha sido su unión, “estar con mis chicas me da vida, espero que no me falten nunca”.

Es una forma de vida y de sociabilidad. “Cuando voy al centro y estoy con mis alumnas soy la persona más feliz del mundo”, cuenta Paquita Sánchez, maestra voluntaria desde hace cuatro años en el distrito Centro. Aprendió a hacer sus primeros trabajos con hilo observando a otras personas cuando vivía en su pueblo, trabajando en ello año tras año con gran determinación, “no me importaba pasar noches enteras hasta que conseguía sacar la labor adelante”. “Mi labor ha sido mi refugio para todo”, afirma, además de haber sido una vía para establecer vínculos con otras personas.

Trabajo de bolillos durante la jornada

Estas labores también implican actividad. “La mejor distracción es ésta. En cuanto llego a casa me pongo enseguida con ello”, cuenta Juana Sánchez, maestra voluntaria desde hace un año en el distrito de Usera, “hay personas a las que no les importa estar de brazos cruzados. Yo no puedo”, añade mientras la acompaña el rítmico sonido de su labor de bolillos. Comenzó a los 12 años y hoy se siente muy motivada ante la perspectiva de poder ayudar a otras personas en los talleres de su centro.

Una de las participantes del evento muestra unas campanas de ganchillo que ha realizado

Todas ellas son personas proactivas, luchadoras y vitales, que no temen enfrentarse a los retos que puedan surgir ante cada nuevo trabajo creativo y, ante todo, generosas con su tiempo, puesto que han compartido su saber con el resto de centros participantes y visitantes.