Bajo las desconocidas siglas `NRBQ´ trabajan los bomberos encargados de mantener bajo control riesgos que son de lo más cotidiano aunque creamos que no son muy habituales.  Nuclear, Radiológico, Biológico y Químico, `NRBQ´. Influidos por las escenas más espectaculares del cine, podemos pensar que esta sección de los Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, se activa únicamente en casos aislados de máximo riesgo pero lo cierto es que realizan su trabajo prácticamente cada día. El accidente de un camión cisterna con mercancía peligrosa, una fuga de gas durante una obra en la vía pública o el vertido accidental de un camión de gasoil en un chalet, son algunos de los motivos por los que estos bomberos especializados se ponen en marcha.

Históricamente, uno de los 12 parques de Madrid, el  9º, contaba con los vehículos, el material y el personal especialista para dar respuesta NRBQ. Pero en los últimos años, se ha ampliado al parque 10º, reforzando así la capacidad de respuesta ante este tipo de sucesos.

No es necesario que llegue una carta de supuesto ántrax a unas oficinas (el 99,99 por ciento de las ocasiones son falsas alarmas, pero se activa el protocolo), sino que diariamente en una ciudad como Madrid, se producen situaciones que requieren su intervención. La revisión de instalaciones industriales con productos peligrosos, un accidente de un vehículo con paquetería tóxica, el rescate de un cadáver de un pozo o de una alcantarilla, demanda unos procedimientos determinados que evitan la contaminación del personal que está trabajando así como la del resto de la población.

 

Respuesta en dos fases

 

La primera la realiza la dotación que acude al suceso. Se hace un reconocimiento técnico y se toman las primeras medidas necesarias como la evacuación, confinamiento, rescate y la zonificación. Se realiza una triple división del espacio: zona caliente, templada y libre, que se hace siguiendo el estándar de las distancias recomendadas para cada tipo de riesgo: 50, 100 o 300 metros, por ejemplo.

Si el riesgo lo requiere, se pone en marcha la segunda fase, que supone la presencia de más material y personal, por lo que acuden los bomberos especialistas de los parques 9º y 10º. Tanto para intervenir como para realizar la descontaminación posterior, es necesario equiparse con trajes especiales de protección y montar las duchas de descontaminación. Dependiendo del número de personas afectadas, del riesgo o del espacio disponible, existen distintas configuraciones de los corredores de descontaminación, pudiéndose por ejemplo hacer en serie o en paralelo. Nada en una intervención de estas características es aleatorio. Todo responde a un motivo y forma parte de movimientos estudiados en los que cada uno representa un papel.

 

Los equipos y trajes de protección

 

Los diferentes trajes de protección se clasifican en tres niveles:

  • Nivel I: formado por la ropa de intervención o de “fuego” y el equipo de protección respiratoria, EPR, de uso más habitual.
  • Nivel II: un traje “antisalpicaduras” y EPR que protege frente a agentes biológicos, determinados gases y líquidos o fluidos provenientes de un cadáver en descomposición.
  • Nivel III: un traje de alta gama, completamente estanco a gases, líquidos y toda clases de sustancias, que requiere por ejemplo, que los bomberos pasen de trabajar en pareja a trabajar en tríos, incrementando la seguridad.

Los trajes de Nivel II y III requieren una sistemática muy concreta de trabajo, con protocolos de vestido y desvestido, intervención y descontaminación que exigen un entrenamiento y unos conocimientos muy específicos.

Mientras se monta el dispositivo, una dotación realiza las mediciones con aparatos, como detectores de gases o explosímetros, para ajustar aquella primera zonificación inicial. El Ayuntamiento de Madrid cuenta con una tecnología muy avanzada. Por ejemplo, el contaminómetro se emplea para conocer qué zonas o personas están contaminadas y en qué grado. Los valores que arroja pueden incluso facilitar la identificación, de una manera muy aproximada, de la sustancia que está produciendo la contaminación. Otro de los aparatos es el radiámetro, que en sucesos radiológicos, indica el daño que puede llegar a producir la radiación que emite la sustancia.

Todo este material, junto con las botas, las mascarillas, gafas, trajes, equipos de protección respiratoria,  tablas de control de tiempos, equipos de radio, etc., se transportan en uno de los dos vehículos especiales `NRBQ´; el otro es un camión de recogida y trasvase de hidrocarburos, en el que también se transportan bombas, material absorbente, cojines de aire para taponar alcantarillas o bridas para tuberías, necesarios para eliminar los riesgos tras un accidente con un hidrocarburo implicado.

Esta complejidad, sumada a la constante evolución de las técnicas y riesgos,   obliga a que se trabaje continuamente en formación e instrucción específica, implicando a todo el Cuerpo de Bomberos del Ayuntamiento de Madrid, y concretamente a sus especialistas NRBQ. Una unidad que aunque parezca recién llegada del espacio, está trabajando cada día a un paso de nosotros.