Con poco más de 30 años, los arquitectos Antonio Palacios y Joaquín Otamendi ganaron en 1904 el concurso para construir la nueva sede de los servicios de Correos, Telégrafos y Teléfonos. Su propuesta marcaría un antes y un después en el urbanismo de la ciudad de Madrid: unieron tradición y modernidad construyendo un edificio ecléctico de más de 12.000 metros cuadrados, funcional, clásico y racional a la vez. Con la piedra, el hierro y el cristal como protagonistas, el Palacio de Comunicaciones se alzó en una localización privilegiada, en los antiguos jardines de recreo de El Buen Retiro. Las obras comenzaron en 1907 y se prolongaron durante doce años.

2017. Más de cien años después, la misma pasión que pusieron Palacios y Otamendi al levantar el Palacio de Cibeles la ponen ahora nuestros arquitectos municipales al cuidar este patrimonio artístico e histórico de la ciudad. Para ellos y ellas es un ejemplo de la arquitectura en movimiento: orientado a Poniente, Cibeles parece estar en constante efervescencia. Construido en piedra caliza que de la mañana a la tarde cambia de tonalidad según le va dando la luz, pasando del blanco al dorado durante el día, y al rojo al atardecer. Entusiastas de su trabajo, definen el Palacio de Cibeles como la imagen de Madrid, “tan majestuoso y con tal proyección vertical que parece que te ‘lanza’ al cielo”.

El pasado diciembre comenzaron a inspeccionar y analizar las fachadas del Palacio de Cibeles y los primeros resultados de este estudio indican que no hay procesos de degradación importantes. Los desperfectos detectados en las fachadas son puntuales, de pequeño alcance y de variada tipología. El propósito de estas actuaciones es, además de proteger el valor patrimonial y artístico de la sede del Ayuntamiento de Madrid, garantizar la seguridad de los viandantes y trabajadores municipales.

Cuidando Cibeles

El estudio que está realizando la dirección general de Patrimonio (dependiente del Área de Gobierno de Economía y Hacienda), y que finalizará en el segundo trimestre de este año, apunta que el origen de este deterioro se debe a la contaminación ambiental, que incrementa la acidez del agua; al tipo de piedra caliza, que sufre un tipo de meteorización por la acción del agua denominada kárstica; a la morfología de la fachada con numerosos elementos tallados; y a las condiciones climáticas de Madrid con heladas, choque térmico día/noche, etcétera.

De momento, los arquitectos y técnicos han analizado piedra a piedra la parte de la fachada del Palacio de Cibeles situada entre la entrada de CentroCentro y la esquina de Alcalá. Una muestra lo suficientemente amplia como para establecer este primer diagnóstico y determinar las causas, trascendencia y extensión de estos pequeños desperfectos. No obstante, el Ayuntamiento va a examinar todas las fachadas del edificio: el resto del frente de la Plaza de Cibeles, la de la calle Alcalá y la de Montalbán.

Esta primera fase de inspección y análisis, que comenzó el pasado 21 de diciembre, cuenta con un presupuesto de 347.000 euros y un plazo de realización de cinco meses. En paralelo –y para ganar tiempo, dado que Cibeles es un edificio emblemático e histórico–, Patrimonio está ya redactando el proyecto de ejecución de las obras de reparación de todas las deficiencias. La previsión es que los trabajos de arreglo estén concluidos a finales de este año.

La seguridad de peatones y trabajadores de Cibeles está garantizada en todo momento durante los trabajos. La colocación de los andamios hasta arriba de cada una de las fachadas irá acompañada del montaje de pasos protegidos en las aceras de Alcalá y paseo del Prado con vuelta a la calle Montalbán. En la plaza de Cibeles se ha preservado el acceso principal al edificio, permitiendo la entrada a CentroCentro y al restaurante-cafetería de las cubiertas (hasta ahora se estaba trabajando con cestas móviles). En breve se dispondrán elementos de protección en el mirador de acceso público.

Debido la notoriedad institucional y turística del edificio, Patrimonio ha previsto el montaje de lonas miméticas una vez que todas las fachadas tengan los andamios instalados hasta arriba. De esta forma se mantendrá, en la medida de lo posible, una de las imágenes más fotografiadas de Madrid. De la misma forma se le dará un tratamiento especial al vallado del ámbito de la obra. Y, por último, un estricto plan de mantenimiento avalará el buen estado de las fachadas del Palacio.

Más de cien años y muchos usos

Os contamos esta historia desde el edificio en el que trabajamos más de 1.100 personas, entre funcionarios municipales, personal de mantenimiento y limpieza, seguridad. Por aquí pasan miles de visitantes; por ejemplo, por CentroCentro 100.000 al mes. Más todos los que a diario pasean por la calle Ruiz Alarcón, que es la que transita entre los dos edificios que antiguamente conformaban Correos. Recordaréis que el año pasado volvió a abrirse la Galería de Cristal del Palacio como vía peatonal todos los días del año de 10 a 20 horas, compatibilizándose con los actos institucionales y eventos que tienen lugar en su interior que explota la empresa pública Madrid Destino, constituyendo una fuente de ingresos para las arcas municipales.

Como Catedral de las Comunicaciones, el palacio tiene doce plantas y dos sótanos. Fue concebido con un gran patio que daba entrada a los servicios generales de correos, telégrafos y telefonía, ubicados en la planta baja donde accedían los usuarios. Las plantas superiores se reservaron para tareas administrativas, oficinas de la dirección, la cartería y una sala de telégrafos que conectaba directamente con la antena del edificio, que alcanzaba 70 metros de altura contando con la altura de la torre central. Hoy el Palacio de Cibeles, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) con categoría de Monumento en 1993, conjuga las funciones administrativas e institucionales del propio Ayuntamiento, y las culturales con CentroCentro. Y sigue teniendo una oficina de Correos en la esquina de la calle Montalbán. Todo en el marco del gran eje cultural Recoletos-Prado.

Un edificio majestuoso que durante casi cien años – en 2003 pasó a ser del Consistorio, que lo estrenó como sede en 2007– fue el cerebro de las comunicaciones de España. Por aquí pasaron y desde aquí se enviaron millones de cartas, telegramas y postales, se realizaron miles de llamadas. La impronta de Palacios y Otamendi está presente en otros edificios de Madrid como el Banco del Río de la Plata, en la calle Alcalá, sede actual del Instituto Cervantes, o el Hospital de Jornaleros de Maudes. Y el legado de Antonio Palacios, por ejemplo, nos deja justo al lado de Cibeles el Círculo de Bellas Artes.