Tras tener que abandonar el país, rumbo a un largo exilio que le llevaría hasta Inglaterra, Arturo Barea necesitaba aferrarse a los lugares donde creció y aprendió todo. Este sería el germen de su aclamada trilogía La forja de un rebelde, en la que volvía a sus recuerdos dando especial importancia a lo vivido en Madrid, particularmente en el barrio de Lavapiés.

Barea fue ampliamente aclamado como uno de los mejores escritores del exilio, y gozó de bastante éxito fuera de nuestras fronteras. George Orwell dijo de él que había sido de lo mejor que habían recibido las letras inglesas debido al triste éxodo que provocó el fascismo. Sin embargo, en la ciudad en la que creció, no se le había reconocido hasta ahora.

Gracias al impulso de una petición ciudadana, el Ayuntamiento de Madrid le ha puesto el nombre de Arturo Barea a una plaza en su barrio, Lavapiés. La propuesta de recordarle dando su nombre a una calle o plaza en el barrio de “Avapiés”, como él mismo lo denomina en su obra, nace de una petición popular promovida por sus lectores a través de una plataforma de peticiones online.

“Queríamos rendirle homenaje poniendo su nombre a un espacio del barrio de Lavapiés, de donde fue vecino, procurando no cambiar la designación de ninguna calle. Consultando la cartografía del Ayuntamiento de Madrid descubrimos que esta plaza carecía de nomenclatura y estuvimos de acuerdo en que era el lugar adecuado”, señala Jorge García Castaño, concejal presidente del distrito Centro. Para celebrarlo, hemos programado una serie de recorridos urbanos y talleres gratuitos en torno a las memorias que Arturo Barea nos brinda en su obra.

Este fin de semana ya hemos podido recorrer Lavapiés con los primeros grupos. Ha sido una experiencia fantástica poder transmitir las memorias que narra Barea de la vida cotidiana de su barrio. Pero lo mejor ha sido preguntarnos en colectivo qué nos queda de esas formas de habitar, y qué nuevas formas aparecen en nuestros barrios.

Hemos reflexionado mucho sobre lo que supone tener que marcharse del hogar, sobre el papel de las mujeres en el tejido social, sobre la historia social y política de nuestro país… Y es que Barea permite hablar de un momento muy concreto de nuestra historia, pero también de temas universales que todavía hoy siguen de actualidad.

Con todas estas reflexiones que hemos ido tejiendo en grupo a lo largo del recorrido, hemos empezado a trabajar en los talleres. Allí hemos vivido debates muy intensos en los que siempre se han aportado nuevas ideas, y en los que hemos visto mucha pasión por la historia de Barea y mucha ilusión por formar parte de esta recuperación de su memoria.

Nuestra propuesta era pensar en colectivo una placa conmemorativa que nos gustaría que tuviera presencia en el barrio. Aún no podemos creernos las placas tan maravillosas que se han generado y lo que nos han enseñado sobre lo importante que es dar voz a la gente para que se apropie de la ciudad.

Estamos deseando continuar trabajando con los grupos que quedan por venir, y estamos más que seguras de que nos sorprenderán.