Comienza el curso y los Agentes Tutores vuelven a la escuela.
En las aulas los esperan niños y niñas, jóvenes que durante los próximos nueve meses compartirán estudios y juegos, salidas de ocio, momentos de tensión, de enfrentamiento quizás. Para prevenir los conflictos que pueden darse entre ellos o contra ellos y para evitar conductas antisociales están los Agentes Tutores.
Su misión es velar por los chicos y chicas, meterse en su mundo y avisarles de los peligros que les pueden acechar, instruirlos para que sean capaces de solucionar un problema por sí mismos y, desde luego, para que no sean quienes lo provoquen con sus comportamientos.
Los agentes les hablan de acoso escolar, de drogas, de tabaco, de violencia de género, de alcohol, de redes sociales, de relaciones personales, etc. De todo lo que interesa y afecta a la infancia y a la juventud.
Y como su tarea pretende ser integral, después de las horas lectivas, acuden a las zonas de ocio, a los parques, a los salones ciber, a las plazas donde se reúne la gente joven. Y siguen hablando con las y los menores, advirtiéndoles de lo que puede suponer un riesgo, de cómo divertirse sin caer en una adicción o en una relación problemática, sin molestar a sus amigos ni al vecindario.
“Somos 150 Agentes Tutores en la actualidad”, nos cuenta Francisco Javier Gómez Gallardo, el suboficial que coordina el colectivo del que toda la Policía Municipal se siente orgullosa. “Hacemos una labor muy especial, porque trabajamos con menores. Por eso debemos tener, además de una formación especializada, un grado de compromiso muy fuerte, una implicación total”.
Alumnos y alumnas saben que estos polis no están en sus colegios para comprobar que se portan bien ni para reñirles, sino para ayudar, precisamente, para que no surja el conflicto. Ni entre los estudiantes ni en sus relaciones con el resto de la sociedad o con sus familias. Los Agentes están en los colegios para resolver dudas, para escuchar y aconsejar, para enseñarles a eludir el problema antes de que ocurra. Y si ocurre, si hay un peligro social o personal, los Agentes Tutores intervienen recurriendo a la ley y a las instituciones de la manera que sea más conveniente para la protección del menor afectado o la afectada. Si el conflicto ocurre porque la familia no lo atiende correctamente, los agentes contactan con los servicios sociales municipales para que actúen.
En caso de que la Fiscalía haya de intervenir porque se ha producido un delito, los Agentes Tutores siguen velando por los derechos de la infancia y la juventud. Casos de abandono o de infracciones legales son también de su incumbencia.
Además de las actividades en las clases, con los escolares, los Agentes también hablan con las AMPAs, con el profesorado, con cualquier adulto que tenga participación en la vida educativa, social o familiar de niños, niñas y jóvenes para inculcarles conocimientos y habilidades que contribuyan a mejorar la situación de aquellos, entendiendo la comunidad educativa como un ecosistema que va más allá del centro escolar y que implica a todo el ciclo de aprendizaje de los y las menores y a toda persona que se involucre en él.
En el mes de octubre acompañaremos a los Agentes Tutores a una de las miles de actividades que realizan cada curso en los centros educativos madrileños.