“¡Qué paya te estás volviendo!”. La frase, que a veces le espetan por la calle, dejó de preocupar hace tiempo a Rafaela. “Soy gitana y lo seguiré siendo hasta que me muera, -afirma rotunda- pero defiendo la libertad y el amor. Si tú tienes unas costumbres y yo tengo otras, siempre que haya amor, me aceptarás como soy y yo te aceptaré como eres”. Se define a sí misma como “gitana por los cuatro costados” y su testimonio es el de una mujer de 54 años , con nietos y bisnietos, que ha empezado a vivir una segunda vida tras separarse de su marido. “La vida se me truncó cuando me casé”, sentencia.
Rafaela se casó con tan solo 16 años, tras una infancia conservando la tradición nómada. “Entonces tenías que empezar a ayudar a tu marido y a ocuparse de la casa. Fue mucho, mucho trabajo. Pero eso ahora ha evolucionado”, cuenta orgullosa. Nos espera en el local de Romi Serseni, la asociación de mujeres gitanas a la que acude habitualmente a tomar sus clases de alfabetización. La decisión de separarse no fue fácil pero “ahora estoy haciendo más cosas que antes”, asegura. A las mujeres gitanas les dice que “si tienen que dar ese paso, que lo den y se queden tan a gusto. Que valoren su libertad”.
Para sus hijas y nietas quiere una vida diferente a la suya: “Quiero que sean mujeres de hoy, por eso les digo que se saquen el carné de conducir, que sean autosuficientes y autónomas”. Reconoce las dificultades para lograr la igualdad pero es muy optimista: “Muchas veces queremos dar un paso adelante y no podemos. Pero también es cierto que hay avances y que cada vez hay más libertad entre las mujeres gitanas. Tenemos la responsabilidad de hacerlo. Hay progreso”.
El testimonio de Rafaela es un ejemplo de empoderamiento dentro de la comunidad gitana: “Yo siempre quise deslumbrar mucho a mi ex marido, como mujer, como madre, como amiga, como todo. Pero no se me valoró nada. Di muchas oportunidades”. Afirma que después de tantos años “se le ha ido la vida”, pero que su decisión le ha proporcionado una libertad enorme. “Ahora tengo 54 años y con que me queden siete u ocho años haciendo lo que ahora soy capaz de hacer, me siento satisfecha. Ahora estoy haciendo todo lo que antes no hacía”, explica.
Rafaela es consciente del enorme trabajo que queda por delante, porque como ella misma dice “hay gitanos que están en el Congreso y hay gitanos que todavía no se han quitado la pluma [de la cabeza]”. Tiene muy claro que para conseguir la igualdad es necesario, entre otras cosas, mejorar los niveles educativos en la comunidad gitana: “Me gustaría que los gitanos completaran sus estudios y que, en lugar de vender fruta en una esquina, pudieran trabajar en una oficina, en un banco, delante de un ordenador”. Cuando se le pregunta por los estereotipos que pesan sobre ellos, sentencia: “Hemos avanzado pero todavía vemos casos en los que nos da vergüenza que hablen por nosotras, porque no nos representan”.
Reivindica la fuerza y la valentía: “Me gusta la fortaleza en la gitana y en la mujer en general, esa fuerza de la gitana yo misma se la transmito a mis hijas”. “Le doy las gracias a Dios por lo que estoy viviendo ahora. Paso mucho tiempo en mi casa sola, pero es mi libertad. Mi libertad está dentro de mi casa, lo valoro mucho, mucho”, concluye.
La celebración del Día Internacional de Pueblo Gitano ha puesto de manifiesto el apoyo municipal a todas las acciones que promuevan la inclusión, la equidad y refuercen la estructura de atención social en torno los gitanos españoles, un colectivo con particularidades sociales y culturales que requiere una atención especializada. Por ello, esta comunidad está muy presente en la agenda de la Dirección General de Igualdad entre Mujeres y Hombres, en coordinación con entidades como la Mesa de Gitanas por la Igualdad, que engloba a trece organizaciones sociales como la propia Romi Sersení o la Fundación Secretariado Gitano. En su Día Internacional y con motivo de la VII Edición de los Premios de Cultura Gitana, que se celebraron en el Centro Conde Duque, Marta Higueras, delegada de Equidad, Derechos Sociales y Empleo, entregó el premio de Deportes a Patxi Ruíz, deportista de pelota vasca de origen gitano-navarro.
La declaración institucional aprobada en el Pleno del Ayuntamiento de Madrid el pasado 30 de marzo añadía lo siguiente:
“Es una fecha también para el reconocimiento, para recordar la historia del pueblo gitano, su largo y penoso peregrinaje de expulsiones a lo largo de los siglos, una fecha para recordar a las víctimas del genocidio nazi y de tantas persecuciones a lo largo de su historia”.
Asimismo, el Ayuntamiento de Madrid apela a la ética profesional de los medios de comunicación y solicita la eliminación de imágenes estereotipadas y caricaturescas, que contribuyen a reforzar el rechazo conjunto de la sociedad y que no corresponden en absoluto con la realidad de la mayoría de las familias gitanas. Ana Buñuel, directora General de Igualdad entre Mujeres y Hombres del Ayuntamiento de Madrid, recalca la importancia de “reconocer el esfuerzo de muchas familias gitanas, invisibles para los medios de comunicación” e insiste en la reivindicación de la Fundación Secretariado Gitano, que pide este 2016 “un trato digno”, en especial por parte de la televisión.