Son más de 175 años de historia de la Policía Municipal de Madrid. Allá por 1838 se escribió el Reglamento Orgánico de la entonces denominada Guardia Municipal de Madrid y, desde entonces y de manera ininterrumpida, ha venido sirviendo a las vecinas y vecinos de la capital, adaptándose a las nuevas exigencias sociales y ciudadanas que han ido emergiendo. Por tanto, no partimos de cero. Es mucha la historia y muchos los aprendizajes acumulados, nuestra mejor premisa para seguir construyendo un Cuerpo de Policía Municipal actualizado y corresponsable con lo que la ciudadanía nos demanda.
Este nuevo Plan Director se construye en torno a cuatro variables. En primer lugar, las necesidades de la población madrileña, expresadas a través de sus diferentes demandas de seguridad y convivencia; en segundo lugar, la opinión de los profesionales, de esos muchos policías que conocen a fondo, por su preparación y experiencia, el abordaje de la prevención y reacción policial; en tercer lugar, un programa político, el de Ahora Madrid, que ha sido validado a través de las urnas y de determinados pactos políticos para guiar las decisiones estratégicas; por último, y en cuarto lugar, la perspectiva municipalista, porque queremos ser muy respetuosos con la identidad local y municipal que ha de caracterizar a todo nuestro trabajo policial, a diferencia de otras fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado. Con ellos coincidimos, como no puede ser de otra manera, en la obligación de reprimir el delito y de perseguir a los delincuentes, así como en el mantenimiento de los criterios de legalidad y en la búsqueda del cumplimiento de la ley y, desde ahí, prestaremos lealmente toda la colaboración precisa para esos objetivos; ahora bien, la identidad municipal va mucho más allá, como bien nos recuerdan las distintas legislaciones sobre las funciones específicas de la policía local.
Por otro lado, el modelo de policía ha de ser congruente en un modelo de seguridad y éste en un pretendido modelo de ciudad. Nos detenemos brevemente en ello.
Desde la actual corporación, una de las miradas múltiples y complementarias con la que queremos seguir construyendo ciudad, la hemos denominado como «Madrid, Ciudad de los Cuidados». Desde ahí, entendemos que la responsabilidad de cuidar se encuentra no solo en las familias y en las instituciones, sino también en la comunidad social. Es decir, la responsabilidad en cuidar a los menores (por citar un ejemplo), no solo corresponde a sus padres, sino también a las instituciones con sus distintos programas (léase la escuela o los agentes tutores…), pero también a toda la dinámica comunitaria, que se corresponsabiliza en el cuidado de sus menores.
Proteger es una manera de cuidar y ahí, por seguir con el ejemplo, la tarea de la Policía Municipal, en su articulación con las instituciones y el entramado comunitario, va a ser crucial. En esa ciudad plural y diversa, el policía se encontrará con menores autóctonos, también se encontrara con menores nacidos en otros países o que se reconozcan en otras culturas como la magrebí, la china o la boliviana, por poner alguno ejemplos, habiendo nacido en Madrid dado que sus padres provienen de esas otras culturas que han venido enriqueciendo a lo largo de los últimos años la realidad social madrileña.
Con niños y con niñas, con crías y críos superdotados y con otros con dificultades y en fracaso escolar, algunos participarán normalizadamente en el movimiento scout y otros empezarán su pertenencia a bandas latinas, algunas de ellas con comportamientos que transgreden la legalidad. En esa ciudad, desde la perspectiva policial, como marca el presente Plan Director, será fundamental profundizar en la perspectiva de género, la intercultural y la de diversidad social.
El modelo de ciudad que aquí manejamos quiere ser profundamente inclusivo de la sociedad plural y diversa que la habita. No acepta el supuesto de que la experiencia de un «ciudadano tipo» (varón, autóctono, de clase media, propietario, motorizado y sano) represente las necesidades de seguridad del conjunto de la ciudadanía. También necesitan estar y sentirse seguras las mujeres, los migrantes, las minorías, las personas sin recursos y los más vulnerables, es decir, todas las vecinas y vecinos.
Este modelo de ciudad ha de ser también congruente, decíamos, con un determinado modelo de seguridad. Desde este Plan Director queremos apostar por un modelo que integre la perspectiva individual (más centrada en saberse respetado en la integridad física y poder disfrutar de tu hogar y circular por la calle sin temer un robo o una agresión), con la perspectiva social (más centrada en no sentirse desprotegido por el desempleo, la pobreza energética, el deterioro ambiental, los riesgos de drogadicción de tus hijos, etc.).
Combinar ambas perspectivas y no hacerlas excluyentes, nos permite definir la seguridad integral que perseguimos como: “la garantía que deben tener todas y todos los habitantes para que sus vidas y su integridad física, psicológica y sexual sean respetadas y protegidas, para tener el derecho a disfrutar del espacio público, a deambular libremente y sin temores, a que sus objetos y pertenencias no les sean arrebatados, a no ser fraudulentamente despojados de sus valores y de sus diferencias legítimas, a no ser intimidados, a tener cubiertos los mínimos imprescindibles de habitabilidad, abrigo, alimento y atención sanitaria, a poder gestionar sus conflictos de convivencia de manera efectiva y pacífica y a confiar en los demás seres humanos de forma similar a como confían en quienes les son cercanos”.
Partimos, por tanto, de un modelo para una ciudad que no se conforma con la garantía de su seguridad física y patrimonial, sino que vela también por la protección de todas las gentes que de una manera u otra habitan la ciudad, también los más vulnerables, y que también busca garantizar derechos como el medio ambiente o la movilidad sostenible. En este sentido, la responsabilidad de la seguridad no es exclusiva de la intervención policial, ahora bien, que la policía contemple la complejidad de este modelo nos ayuda a huir de toda lógica de falta de eficacia, pues permite trabajar mucho más a fondo con los factores protectores y los factores de riesgo de cara a alcanzar los niveles de seguridad que consideramos como apropiados. Realismo, por tanto. Recogiendo y aprendiendo de la experiencia también de otras ciudades de nuestro entorno, de que una intervención integral desde los múltiples actores nos permitirá vivir en una ciudad más segura, con un auténtico desarrollo a escala humana. Por otro lado, queremos reflejar la importancia de la continuidad del binomio convivencia-seguridad. Una buena gestión de los problemas de convivencia será un elemento que predisponente activo de mejores niveles de seguridad.
La seguridad, la protección es una necesidad. Entender que el único satisfactor de esa necesidad es la policía y, más en concreto, la intervención reactiva ante el delito y el delincuente, parece una profunda e injusta simplificación.
Decíamos que partíamos de un modelo de ciudad para llegar a un modelo de seguridad y de éste a un modelo de policía. En el texto verá distintas catalogaciones, todas ellas imbricadas y relacionadas. Policía comunitaria, de proximidad, policía orientada a la resolución de problemas, policía preventiva, etc., etc. Pues bien, todas ellas tienen la misma perspectiva finalista: seguridad y convivencia desde un esquema fundamentalmente comunitario, preventivo y de integralidad en el servicio. La policía municipal es, por tanto, un medio privilegiado como facilitador de la seguridad y la convivencia. Veamos muy brevemente algunas de esas características:
a) Policía Comunitaria. Es un eje clave. Teniendo como base las 22 Unidades Integrales de Distrito, la policía desarrolla su trabajo desde y con la comunidad, de una manera descentralizada. La policía aportará todo su saber científico y técnico y toda su dilatada experiencia y la comunidad se implicará en la propia detección y definición de sus problemas de seguridad y convivencia y en el apunte de propuestas. Se partirá de los diagnósticos participativos por distritos, realizados conjuntamente entre la policía y la comunidad.
b) Policía de Proximidad. La aproximación ha de ser proactiva por parte de policía, no solo a demanda. Para ello se necesita una policía que entienda que la proximidad no es mera cercanía física. Es implicación, es proactividad, es interesarse por, es voluntad de presencia y de compromiso, es visibilidad e identificación, es manejarse con estrategias de patrullaje programado o dirigido, … y un largo etcétera.
c) Policía Orientada a la Resolución de Problemas. Los ciudadanos necesitan que la policía les ayude en la resolución de problemas vinculados a la seguridad y a la convivencia. Como servicio público y de asistencia a la ciudadanía, los ciudadanos necesitan que la policía les ayude en la resolución de algunos problemas, por lo que esperan que, en constante interacción con los vecinos de su área de actuación específica, identifiquen y generen una respuesta para los problemas sociales cotidianos, no únicamente los relacionados con la seguridad (en sentido estricto), dado que los delitos son un problema, sino también con los que afectan a la convivencia y a la salud social de la población.
d) Policía Preventiva. Profundamente proactiva. Sus medidas de anticipación pretenden, de forma específica, reducir o canalizar positivamente la conflictividad social (explícita o latente) que está en el origen de las agresiones entre las personas y sus bienes públicos y privados y que genera inseguridad ciudadana y reacción social segregadora. Con la prevención se pueden articular las políticas de cohesión social y territorial con las específicas de seguridad y protección ciudadana. Nos referimos a cuestiones como garantizar el buen uso de los espacios públicos para todas las personas, reducir el tráfico de drogas, eliminar la mendicidad con niños, reducir el absentismo escolar, atajar la violencia machista comprendiendo su complejidad, transmitir que en el espacio privado no se puede ejercer violencia impunemente, etc. De todos modos, conviene decir que entendemos la prevención en un sentido amplio, incluyendo tanto el ámbito de prevención primaria como el de secundaria y terciaria.
d) Policía Democrática y con transparencia interna. El hecho de ser un cuerpo jerarquizado no significa que no pueda ser democrático en su estilo y funcionamiento. Una policía democrática escucha y promueve la participación de la comunidad; apuesta por la introducción de un Comité de Ética, con participación externa, que analice los comportamientos en función de los valores; realiza una gestión transparente en los procesos de selección, ascenso, movilidad, agregados y adaptados, etc., etc.
e) Policía Cooperadora. Si los problemas son complejos, las soluciones no pueden ser ni únicas ni simples y para ello, la Policía Municipal de Madrid quiere funcionar con una actitud colaboradora. Como siempre, en condiciones de simetría y desde la lealtad institucional, con los otros cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado y, más específicamente, con Delegación del Gobierno y con Policía Nacional, pero además con otro tipo de instituciones (escuela, asociaciones, servicios sociales, etc.), en las que la interacción genere sinergias al servicio del ciudadano.
Este modelo policial huye de dos extremos: el que entiende que todo problema de orden político o social se ha de atajar casi exclusivamente por la vía policial en su versión más reactiva y, en segundo lugar, aquel que piensa que la policía ha de dejar que actúen las instituciones sociales, exclusivamente, porque a él no le compete la dimensión de lo social, a no ser que se caiga específicamente en un delito. Actitudes excesivamente simplistas para problemas complejos.
El modelo policial mencionado se plantea, por tanto, desde un enfoque comunitario y de gobernanza comunitaria, de proximidad, preventivo, orientado a la resolución de problemas, democrático, transparente y cooperativo. Sin embargo, cuenta también con otras ideas fuerza que quisiéramos resaltar: atento a la diversidad, fundamentado en el respeto y promoción de los derechos humanos, mirando a la experiencia y al Código Ético de otras grandes ciudades europeas, en búsqueda del cumplimiento de la legalidad y, más específicamente, de las ordenanzas municipales, profundizando en herramientas de excelencia profesional y siguiendo una metodología participada. No en vano, la propia construcción de este Plan Director ha contado, en el orden interno, con las aportaciones de aquellos policías, tanto de la escala técnica como de la operativa y de aquellos sindicatos y asociaciones profesionales que han querido enriquecerlo con su perspectiva. Y en el orden externo, con expertos en materias de seguridad, de convivencia y de derechos humanos.
Además, este Plan Director aborda distintas cuestiones emergentes, como pueden ser la violencia machista, la aproximación a población vulnerable, la mediación, los protocolos de identificación y cacheo, etc., etc. Este Plan Director, sin embargo, no solo desarrolla un plano conceptual, sino que también va destilando los distintos cambios en el organigrama y en la gestión del cuerpo. Se abordan cuestiones como la centralidad de la Unidades Integrales de Distrito, la creación o restructuración de unidades especializadas, la gestión transparente de las oposiciones, de la movilidad interna, de la presencia de agregados o adaptados, la formación continuada y un largo etcétera que incluye la planificación, con su pertinente cronograma, la evaluación y el seguimiento. Y eso sí, como todo Plan Director que pretende ser dinámico, estará siempre abierto a nuevas remodelaciones.
Aún quedan muchas cuestiones abiertas: la videovigilancia, la utilización eficiente de los vehículos, la venta ambulante no regulada, los protocolos de comunicación y prensa, la justificación de la presencia de agregados, el abordaje transversal de las prácticas mafiosas que en algunas zonas de barrios como el Ensanche de Vallecas, Entrevías, la UVA de Hortaleza, Villaverde Bajo o San Cristóbal de los Ángeles están provocando un deterioro enorme de la convivencia, generando miedo e incluso el abandono de algunos vecinos etc., etc. Lo importante es que las líneas de actuación de fondo ya están trazadas.
La centralidad operativa estará en los distritos, sin embargo, un gran peso de todo el proceso acabará recayendo en la deontología profesional de cada uno de nuestros policías. Queremos decir que los policías municipales son profesionales que se sienten servidores públicos, de la comunidad en general y de las vecinas y vecinos en particular, con ganas de crecer profesionalmente y de abordar nuevos retos, que nos exigen una definición del modelo y una priorización de los distintos enfoques y que nos piden también intentar hacer compatibles las necesidades del servicio con la conciliación familiar.
Nos piden transparencia en la gestión y un uso de los recursos suficientemente eficiente para conseguir los objetivos de todos utilizando también adecuadamente los medios que también son de todos. A ellos les pedimos que compartan esta apuesta común, con la ilusión y el buen hacer necesario para ello y la colaboración crítica y participada también.
Sabemos que el camino es largo y que las inercias y las resistencias al cambio pueden estar presentes. Sabemos además que no todas las variables están en nuestras manos (desde la tasa de reposición que nos impone el Estado hasta la esperada lealtad institucional de otros organismos), pero también somos conscientes de la enorme valía profesional de nuestros policías y de su capacidad de aceptar nuevos retos y compromisos.
Queremos terminar agradeciendo las aportaciones a la confección de este Plan que han ido realizando Manuel Villoria (Catedrático de Ciencia Política y de la Administración de la Universidad Rey Juan Carlos), Iñaki Loizaga Guaresti (Director de la Policía Local de Bilbao), Jordi Samsó Huerta (Gerente de Seguridad y Prevención del Ayuntamiento de Barcelona), Ahora Feminismos y Generando Red, Itziar Ruiz-Giménez y María Naredo (asesoras para la elaboración del Plan de Derechos Humanos del Ayuntamiento de Madrid), Javier Cervera (Equipo de Relaciones Institucionales de Amnistía Internacional), Daniel Vázquez Llorens (recién nombrado Coordinador de Seguridad y Emergencias del Ayuntamiento), David Martín Abanades (hasta hace muy poco al frente del equipo de gestión de la diversidad de la Policía de Fuenlabrada y actualmente Sargento de Policía Municipal de Madrid) y a todo el equipo de asesoría del Área y de apoyo a la Dirección General de Policía, por lo mucho que han aportado. Pero sobre todo, queremos agradecer las inestimables contribuciones que tantos policías, desde el principio, han ido realizando para que este Plan vea la luz. Sin ellos, este Plan Director nunca hubiera sido posible.
Gracias, de corazón…
Javier Barbero
Delegado del Área de Gobierno de Salud, Seguridad y Emergencias
Andrés Serrano
Director General de Policía Municipal