La semana pasada hicimos un pequeño experimento en las juntas de Fuencarral-El Pardo y Villaverde. Algo que, por lo que nos dijeron, no se había hecho nunca. Cien después de entrar a trabajar en las dos juntas presentamos el trabajo que habíamos hecho ante la plantilla de trabajadores y trabajadoras y tuvimos una conversación sobre el trabajo de la propia junta. Algunos apuntes a partir de la experiencia.
Todo empieza con una ausencia
Los primeros días en los distritos han estado marcados por un mapa de ausencias. Al entrar en las juntas procuré presentarme y saludar a todas las personas de todos los departamentos. Aquello les pareció tirando a raro. No se había hecho antes. Me extrañó porque no se trataba tanto de una línea política, sino de simple educación y cierta vergüenza. Yo era el nuevo, yo era el desconocido. Había que decir hola. Algo similar ha sucedido en algunos barrios que jamás habían visto a su concejal de distrito y nos hacían bromas cuando íbamos. Como nos dijo un vecino del poblado de Antonio Cabezón: “Tú no eres concejal, tú eres normal”.
Mientras estábamos preparando la propuesta inicial de presupuestos para la Junta de Distrito de Fuencarral-El Pardo se acercó una de las trabajadoras de la junta a pedirme un favor: su hijo tenía que hacer un trabajo de clase, una entrevista y me decía si podía ser a mí. Le dije que sí y, al marcharse de mi despacho, comentó “Es bonito el despacho, no lo había visto antes”. ¿Cómo podía ser aquello? Trabajar cuatro años en el mismo edificio y no entrar jamás en el despacho de la Concejalía. A partir de ahí pensamos que sería razonable, igual que queremos devolver nuestro trabajo a la ciudadanía, devolverlo también a la plantilla de la junta. Así lo hicimos.
Explicar el trabajo invisible
Fueron dos reuniones. Una en la Junta de Fuencarral-El Pardo y otra en la de Villaverde. La metodología de ambas fue similar. Presentamos un documento de 100 días en el que explicábamos qué habíamos estado haciendo tanto a nivel interno de la junta como en relación a los dos distritos. El documento tenía un doble sentido, por un lado contar nuestro trabajo, hacer transparente un proceso que suele ser opaco, pero también agradecer la forma en la que los trabajadores y trabajadoras nos habían recibido.
Allí salió por tanto algo que llamamos agradecimiento al trabajo invisible. Recuerdo hace muchos meses, en los inicios de preparación de Ganemos Madrid (antes de convertirse en Ahora Madrid), en una reunión del grupo de “movimiento muncipalista” un amigo de Lavapiés, Luis, explicando que cuando las instituciones existen y funcionan, se vuelven invisibles y que el objetivo tiene que ser ese, naturalizar formas de nueva institucionalidad. Digamos que en las juntas esta invisibilidad es la que hace que los problemas se vean y las soluciones no. Esto es frustrante para las personas que trabajan cotidianamente por los distritos y se asemeja bastante con la falta de reconocimiento del trabajo doméstico. Lo productivo luce, lo reproductivo, aquello que mantiene funcionando los distritos, no tanto.
Turno de réplica
El final de la sesión consistió en una ronda de intervenciones con ideas de mejora. En los dos distritos se pidió un nivel de reconocimiento algo mayor para las personas que trabajan en las juntas y se expresó la preocupación y la necesidad de que hubiera un buen proceso de descentralización de competencias hacia las juntas de distrito acompañado tanto de personal como de presupuesto. También surgieron algunas ideas. En la Junta de Villaverde salieron adelante dos comisiones, una para pensar las necesidades concretas de los servicios sociales del distrito y otra para presentar propuestas de cara a este proceso de descentralización. En la Junta de Fuencarral-El pardo se planteó la necesidad de mejorar la concurrencia de empresas a los pliegos menores creando una base de datos abierta para que las propias empresas se inscriban y de esta manera poder invitar a los concursos a un mayor número de las mismas. También se criticó la falta de implicación que, hasta el momento, habían tenido las vocalías vecinales en relación a los salarios vinculados al puesto y se hizo especial énfasis también en las necesidades comunicativas de las juntas, en las dificultades para comunicar al distrito el trabajo que se hace. Hacer, en fin, visible lo invisible.
Decidimos volvernos a ver al cumplir 200 días juntos.