Se trata de un mirador casi secreto, que solo fue utilizado como tal en un corto periodo de tiempo en la década de los ochenta. Está situado en un lugar privilegiado, en la torre que sirve de pedestal a la estatua ecuestre de Alfonso XII y que forma parte del monumento que se construyó en homenaje al monarca  frente al estanque grande del parque del Retiro.

Ahora, cuando el Ayuntamiento de Madrid está llevando a cabo obras de remodelación para abrirlo al público, hacemos una visita anticipada.

 

Tras más de veinte metros de subida por una escalera que trepa por el interior de la torre, accedemos a un espacio acristalado que permite una magnífica vista de 360 grados. En primer lugar contemplamos el estanque, los caminos y los árboles del Retiro. Más alla, el skyline madrileño por los cuatro puntos cardinales, desde las elegantes siluetas del barrio de Salamanca y de Los Jerónimos, a los tejados y torres del Madrid de Las Letras, algunos de los emblemas de la Gran Vía, como el edificio de Telefónica o las casas más cercanas del barrio del Niño Jesús y de Ibiza.

El mirador ofrece una panorámica del Madrid más central, que invita a ir descubriendo poco a poco esos edificios que al habitante de la ciudad le son tan familiares como el ‘Pirulí’, las agujas neogóticas de la iglesia de Los Jerónimos, la alta torre de ladrillo de la parroquia de Santa Cruz o el pináculo con toques modernistas del antiguo Hotel Reina Victoria, en la plaza de Santa Ana.

Abajo, a los pies de la torre-mirador, observamos el conjunto monumental dedicado a Alfonso XII, que también está siendo objeto de obras de conservación y consolidación a cargo del Área de Cultura y Deportes, con un presupuesto de 60.000 euros.

El origen de este hito arquitectónico se remonta al año 1887, cuando las Cortes le propone a la reina regente María Cristina erigir un monumento dedicado a la memoria de su esposo, Alfonso XII, que había fallecido a los 28 años. En mayo de 1902 se colocó la primera piedra en presencia de Alfonso XIII, que con tan solo 16 años acababa de ocupar el trono oficialmente. La inauguración tuvo lugar 20 años más tarde, el 3 de julio de 1922.

El proyecto se realizó mediante un concurso público que ganó el arquitecto barcelonés José Grases Riera. Se inspiraba en los monumentos a Guillermo I en Berlín y a Víctor Manuel II en Roma, dentro del estilo de exaltación nacionalista de la época. El conjunto está formado por una doble columnata jónica en hemiciclo en cuyo friso aparecen esculpidos los escudos de las cuarenta y nueve provincias españolas. En la creación de los grupos escultóricos participaron destacados artistas como Mateo Inurria, Melida, Montserrat, Querol, Atcheé o Blay y Mariano Benlliure, autor de la estatua ecuestre que preside el conjunto.

La restauración que está llevando a cabo el Ayuntamiento ha concluido en la mitad del hemiciclo. Ahora, hasta el mes de julio se llevará a cabo la de la otra mitad. La actuación va a permitir atajar el deterioro del monumento, cuyos elementos fabricados en piedra caliza de Novelda se encontraban muy erosionados. Y también disponer de un nuevo  mirador sobre la ciudad.