La llegada de la primavera supone el renacer de la naturaleza que trae toda una explosión de colores y energía tras el letargo invernal. Son meses en los que las plantas florecen, los árboles vuelven a llenarse de hojas y las diferentes especies de animales e insectos que han permanecido silentes semanas atrás salen de sus escondites.
Y entre ellos, también aparece la oruga procesionaria del pino (Thaumetopoea pityocampa). Durante el invierno, este lepidóptero vive dentro de unos bolsones muy peculiares que cuelgan de las ramas de los pinos, pero con la subida de las temperaturas baja al suelo donde se desplaza en fila india, como si de una procesión se tratase (de ahí el origen de su nombre) hasta encontrar un lugar en el que enterrarse, comenzar su metamorfosis para convertirse en mariposa y reproducirse. En este momento es cuando podemos toparnos con ellas y debemos extremar las precauciones, no tocarlas ni pisarlas ya que sus pelos son muy urticantes y pueden provocar irritaciones y alergias en la piel.
Más vale prevenir
Por lo general, la época en la que podemos ver orugas moviéndose por la tierra se produce una vez pasado el frio, a partir del mes de marzo, aunque, en los últimos años, las temperaturas más cálidas de los meses invernales han alterado su ciclo biológico, provocando su llegada prematura. Por este motivo, la prevención se convierte en una estrategia fundamental para hacer frente a la activación de la plaga.
El Ayuntamiento de Madrid lleva tiempo realizando trabajos previos para eliminar los nidos de las orugas antes de que deambulen por parques y pinares madrileños. Se trata de unas labores enmarcadas en los vigentes contratos de conservación, mantenimiento y limpieza de las zonas verdes y arbolado viario de la ciudad de Madrid y de parques y viveros.
En la campaña de este año, entre los meses de enero y febrero, se han eliminado un total de 21.198 de estos bolsones en zonas verdes y parques de titularidad municipal de los 21 distritos, sobre todo, en áreas donde proliferan pinos y cedros. Además, se ha priorizado la intervención en parques forestales como la Casa de Campo, Dehesa de la Villa y la Finca de Tres Cantos, así como en parques de barrio como Pinar de la Elipa, Pinar de San José y el Parque de la Ventilla, entre otros.
Acabar con las orugas, respetando el medio ambiente
Para hacer frente a las plagas de orugas no sirve simplemente con quitar los bolsones de los pinos que las acogen. De hecho, esta labor solo es una parte de un proceso que se lleva a cabo a lo largo de varios meses en cuatro fases. Eso sí, siempre con la máxima de emplear técnicas sostenibles y respetuosas con el medio ambiente.
Así, durante el verano se pone en marcha la ‘operación feromona’ con la que se busca interrumpir el apareamiento de las mariposas hembra y evitar que pongan los huevos de los que nacerían las futuras orugas. ¿Cómo se consigue acabar con el ciclo de reproducción de este insecto? Los servicios municipales colocan trampas con feromonas en las zonas verdes para atraer y capturar ejemplares macho de la mariposa procesionaria. En concreto, este año se han instalado un toral de 4.233 trampas de este tipo.
Ya en el otoño se implementa la siguiente fase del proceso, que consiste en aplicar un tratamiento de endoterapia en ciertos árboles a los que, a través de pequeños orificios, se les inyecta productos fitosanitarios autorizados. El objetivo es lograr que estas sustancias lleguen las hojas que las orugas comen y así perecer. Este tratamiento se ha aplicado a 3.174 árboles de gran altura y difícil acceso.
La retirada de bolsones, la técnica más efectiva
Como ya hemos señalado, a principios de año, durante los meses de enero y febrero, se lleva a cabo la retirada de los nidos de las orugas. Posiblemente, esta sea la actuación más efectiva para luchar contra la procesionaria del pino, aunque también es la labor que representa mayor esfuerzo físico. Es el momento en el que los servicios de arbolado del Ayuntamiento retiran bolsones de los árboles afectados, con especial incidencia a los situados en zonas infantiles y estanciales y entornos en centros escolares.
Finalmente, la última fase del tratamiento consiste en instalar anillos perimetrales alrededor de los troncos de los árboles para evitar que las orugas desciendan al suelo y formen procesiones. En la presente campaña, se han colocado 1.717 anillos de estas características.
Si veo una oruga, ¿qué hago?
A pesar de todo el esfuerzo que se realiza por frenar la proliferación de estos insectos, es imposible erradicar su presencia. Por este motivo, antes una fila de orugas es importante tomar una serie de medidas para evitar sufrir daños, sobre todo, en el caso de niños y mascotas cuya curiosidad natural puede hacer que se acerquen demasiado a ellas o incluso tocarlas. Las orugas, al sentirse amenazadas, pueden desprender pelos urticantes y producir lesiones en los ojos, piel y mucosas.
Para evitar esa interacción con ellas, es importante que los niños conozcan su apariencia y comprendan los riesgos asociados a su manipulación. Para ello, una buena medida es enseñarles imágenes o fotografías para que conozcan su apariencia, además de explicarles los peligros de aproximarse a los bolsones o a las orugas en el suelo, más aún durante los meses de diciembre a marzo, cuando se vuelven altamente urticantes en sus etapas finales.
Pero también los adultos deben extremar las precauciones y no intentar eliminar los nidos de procesionaria por cuenta propia, ni emplear métodos como disolventes, gasolina o insecticidas para acabar con la fila de orugas en el suelo, ya que supondría un riesgo considerable para las personas y el medio ambiente. En este caso, lo mejor es solicitar la asistencia de expertos en el control de plagas fitosanitarias.
En resumen, si detectas la presencia de orugas procesionarias, no las toques y ponte en contacto con los servicios municipales a través del teléfono gratuito 010 para solicitar la intervención necesaria en la zona afectada, en caso de que sea de titularidad municipal.