San Isidro retorna cada mayo portando las esencias más madrileñas: sus verbenas, sus ritos, sus costumbres, su folclore y, como ciudad acogedora e inmensamente agradecida, sus reconocimientos. Porque hoy, día grande de las fiestas, Madrid ha entregado sus máximas distinciones como ciudad: las medallas de Honor y las medallas de Madrid.
La cita, como ya es tradición, ha tenido lugar en la Galería de Cristal del Palacio de Cibeles. Allí, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, y la vicealcaldesa, Begoña Villacís, a punto de despedir el mandato, han entregado las medallas de Honor y de Madrid a los quince galardonados, en compañía de sus familiares y amigos, para demostrar, una vez más, que en Madrid importa lo que se es y lo que se hace no de dónde se viene.
Olvido Gara, o lo que es lo mismo, Alaska, refleja a la perfección esa afirmación. Mexicana de nacimiento, llegó a Madrid con diez años. Nombre irremediablemente asociado a la movida madrileña, a lo largo de las últimas décadas ha marcado el panorama cultural de nuestro país sin dejar indiferente a nadie. Hoy ha recibido una de las tres medallas de Honor que el Ayuntamiento ha concedido en este San Isidro. Las otras han sido para una madrileña de Usera y uno de los rostros más reconocidos de la pequeña pantalla, con un bagaje de más de tres décadas en radio y televisión, Ana Rosa Quintana.
Y, a título póstumo, para un sevillano de nacimiento, madrileño de adopción, Melchor Rodríguez García, alcalde de Madrid durante la Guerra Civil, que destacó por sus acciones humanitarias y actos de valentía para defender y salvar muchas vidas. Eso le valió el sobrenombre de ‘el ángel rojo’. A él se le atribuye la máxima de “Se puede morir por las ideas, pero nunca matar por ellas”.
El buen hacer cultural, económico, empresarial y social
Además, este año, el Ayuntamiento ha reconocido con la Medalla de Madrid a siete nombres propios más y a cinco instituciones o entidades por su buen hacer en sus distintos ámbitos de actuación: cultural, económico, empresarial y social.
Entre los nombres propios, un dramaturgo, un pintor, una diseñadora de moda, una bailaora, un torero, un jurista y un empresario. Entre las entidades, dos culturales, dos sociales y una religiosa. Les ponemos ahora nombre y apellido.
Con obra estrenada en decenas de países y traducida a una veintena de idiomas, Juan Mayorga es mucho más que un dramaturgo. Filósofo y matemático, este madrileño de nacimiento ocupa el sillón M de la Real Academia Española, ha versionado textos de Calderón, Lope de Vega, Shakespeare, Dostoievski y Chejov y dirige el Teatro de la Abadía, el Corral de Comedias de Alcalá de Henares y la Cátedra de Artes Escénicas de la Universidad Carlos III de Madrid.
Madrileños de nacimiento son también la diseñadora Agatha Ruiz de la Prada y el torero Julián López Escobar, El Juli, que desde hoy atesoran las medallas de Madrid. Ruiz de la Prada es la icónica diseñadora no solo de moda, sino de un universo que engloba desde la decoración o la papelería hasta los accesorios para mascotas. Y El Juli, desde que, en septiembre de 1998, días antes de tomar su alternativa, se encerrara con seis novillos nada menos que en Las Ventas, no ha parado de alcanzar éxitos y trofeos en plazas de toros del mundo.
Los otros cuatro nombres son esos madrileños de vocación y adopción que forman parte de la historia de la ciudad. Hablamos de un icono del flamenco, la bailaora cordobesa Blanca del Rey, nombre artístico de Blanca Ávila Molina, directora artística de uno de los tablaos con más arraigo y fama de la ciudad, El Corral de la Morería. O del ‘pintor de batallas’ Augusto Ferrer Dalmau, barcelonés afincado en Madrid que más que un pintor al uso es también un historiador y un documentalista que en su perfeccionismo no ha dudado en incorporarse a unidades del ejército para documentar su trabajo en misiones en el extranjero con la misma precisión y detalle que desprenden sus series sobre las guerras de la Independencia, de Cuba o de Marruecos.
Del arte a la justicia. Escritor y jurista de larga trayectoria es Antonio Pau, madrileño de Torrijos (Toledo), miembro de la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación de España y autor de medio centenar de libros, algunos dedicados a la literatura y la cultura alemanas.
El último en recibir esta condecoración a título individual ha sido un gallego que, durante cuatro años, presidió la Institución Ferial de Madrid (IFEMA). Es Clemente González Soler, quien demostró su capacidad de liderazgo cuando en los días más duros de la pandemia afrontó el reto de construir un hospital en el recinto ferial con motivo de la COVID-19 o de organizar en tiempo récord la Cumbre del Clima COP25.
Entidades y colectivos sobresalientes
Arte, literatura, liderazgo social, solidaridad… las entidades que han recibido la Medalla de Madrid tienen mucho que ver con estos campos. Por ejemplo, la Fundación María Cristina Masaveu Paterson que, desde su sede en la calle de Alcalá Galiano, viene difundiendo e impulsando la cultura, la formación y la investigación científica a nivel nacional e internacional. O la Casa del Libro, uno de los templos libreros madrileños desde que el 15 de abril de 1923, hace un poco más de un siglo, abriera sus puertas en la Gran Vía bajo el rótulo del Palacio del Libro. Desde entonces, son 54 las librerías repartidas por todo el país.
Más veteranas que van a recibir la Medalla de Madrid de San Isidro: las Lideresas de Villaverde o lo que es lo mismo Carmen, Juli, Fe, Mari Carmen… y otras mujeres de más de 65 años que en 2014 se unieron para desarrollar diferentes iniciativas, desde radio hasta charlas o talleres, sobre todo en centros de mayores y dar así voz a otras mujeres y fortalecer su papel en la sociedad.
Desde 1978 lleva Plena Inclusión Madrid luchando para que cada persona con discapacidad pueda desarrollar su proyecto de vida. Esta entidad sin ánimo de lucro, que agrupa a distintas organizaciones de personas con discapacidad intelectual o del desarrollo, ha recibido hoy su Medalla de Madrid.
Por último, la Archicofradía Primaria de la Real e Ilustre Esclavitud de Nuestro Padre Jesús Nazareno, fundada en 1710, también ha recogido la distinción de una ciudad que, entre sus tesoros patrimoniales, guarda la basílica de Jesús de Medinaceli, donde tiene su sede la archicofradía y desde donde realiza cada Viernes Santo una multitudinaria estación de penitencia por las calles de Madrid.
Madrid tiene nuevos ‘medallistas’.