Según datos de ACNUR, a mediados del pasado año, la cifra de personas desplazadas en todo el mundo alcanzaba ya los 70 millones. Más números: la Organización Internacional de Migraciones, en su informe de 2018, constataba el incremento de casi 90 millones de personas migrantes en década y media (1990 a 2015), pasando de 153 millones a 244. Tradicionalmente la causa de la migración había que buscarla en el trabajo o en la familia. Ahora a ella se suman de manera dramática los conflictos y las persecuciones. En Siria, por ejemplo, un país con una herencia histórica y cultural increíble, a raíz de los conflictos, 470.000 personas han sido asesinadas y el 80 % de la población vive en la pobreza. El 55 % de su población se ha tenido que desplazar de su lugar de origen.
Plenaria Racismo y Xenofobia y Refugiados
Violencia contra desplazadas y refugiadas
Una de las plenarias de la tercera sesión, bajo la moderación de Ana Pastor, se ha dedicado a reflexionar en torno a un tema, sobre el que Marta Higueras, primera teniente de alcalde del Ayuntamiento de Madrid, planteó cuestiones que iban al centro del problema: ¿se considera violencia que la demanda de asilo o refugio tarde en resolverse entre seis u ocho meses? ¿Es violencia que las personas, por el Reglamento de Dublín, sean “devueltas” sin derechos al primer país de la UE que pisaron por primera vez? “Para mí la respuesta es sí y por eso tenemos que luchar y no mirar para otro lado”. Pese a la voluntad de las ciudades refugio españolas, la falta de financiación y de recursos las están convirtiendo en “ciudades hostiles para estas personas que tienen derecho a una salida digna”. Por eso, según Higueras, zanjar esa violencia pasa por pedir “a otras instancias un compromiso real, que no sólo se plasme en papeles y documentos”.
Consenso en el reconocimiento de que si hay algo que no se puede permitir el mundo es desviar la mirada. Hay que abordar no solo las consecuencias sino las causas –hambruna, cambio climático, violencia y, el más transversal de todos, las desigualdades. Lo dijo el alcalde de Soria quien reclamó una política de cooperación consensuada mediante una estrategia global. “Apostamos por la agenda 2030 y sus 17 objetivos. Apostamos por una política de cooperación”.
La violencia se ceba con los jóvenes trans
Segunda mesa de la tarde, moderada por Paloma del Río. Ha abordado la LGTBfobia, discriminaciones que sufren personas por su orientación afectivo-sexual o su identidad de género basadas en prejuicios y estereotipos, cruce de machismo y odio al diferente y que se manifiestan en forma de agresiones físicas y verbales, rechazo social y familiar, desprotección legal, acoso escolar, desigualdad de oportunidades laborales,… A menudo sólo se percibe esta discriminación sobre los homosexuales (homofobia) pero lo cierto es que la LGTBfobia afecta con mucha fuerza y con distintas particularidades, a todas las realidades (lesbianas, bisexuales, transexuales, intersexuales, asexuales…).
Son los jóvenes trans quienes más sufren esta presión. Según datos que maneja el Observatorio contra la LGTBIfobia, los intentos de suicidio son de tres a cinco veces más numerosos entre los jóvenes LGTBI y, dentro de ese colectivo, son los trans quienes más lo intentan (40 %) y un 7 % lo consigue.
Cifras que llaman a la acción, más cuando escasean las denuncias. “Hay que evitar convertirse en burócratas de los derechos. Hay que pasar a la acción”, ha subrayado Fabiana Goyeneche, directora de Desarrollo Social, de la Intendencia de Montevideo, una afirmación reforzada por Paule González, persona trans no binaria víctima de agresiones. “No puede quedarse en una lista de buenas intenciones o un lavado en rosa de instituciones que luego, por otro lado, oprimen la existencia de este colectivo. Es necesario pasar de nivel y olvidar cuotas que solo hablan de dos géneros”. Francisco de Andrés, inspector jefe adjunto de la Unidad de Gestión de la Diversidad de la Policía Municipal de Madrid aportó los datos sobre denuncias: solo un 10 % de los casos porque las víctimas “creen que no sirve, que es normal”. Una “normalidad” que aqueja de las propias víctimas. “No ha hecho falta que haya habido ninguna institución que reprimiera a generaciones como la mía. Personas con 75 años aún tienen interiorizado por esa educación que lo que son es malo”, concluyó Federico Armenteros, de la Fundación 26 de diciembre: Mayores LGTBI.
Plenaria LGTBIfobia y violencia contra la infancia
Silenciosa, invisible: violencia contra niños y niñas
Violencia silenciosa, muchas veces invisible, doblemente culpable porque, en muchos casos, la cometen quienes tienen la responsabilidad y el deber del cuidado. La padecen cerca de 300 millones de niñas y niños de 2 a 4 años en todo el mundo, según datos de UNICEF. El Consejo de Europa aporta más datos. Reconoce que uno de cada cinco menores de 18 años sufre algún tipo de violencia sexual. Además la “normalización” social de lo que sucede en los hogares, la aparición de la culpabilidad y las dificultades objetivas que tienen los menores para denunciar, dificultan mucho las soluciones.
Marta Reyero ha conducido la mesa de debate en la que ha quedado clara que la pobreza es un factor de riesgo en el caso de la violencia infantil. Según datos de Save the Children, 400.000 menores viven en situaciones de pobreza y el 80 % de las violaciones sexuales son a menores de edad. “La pobreza crea estrés que es factor de riesgo para que se puedan dar escenarios de violencia… Abordando la pobreza se puede tratar también la violencia. Va en dos direcciones: la prevención de la violencia también previene la pobreza”, ha dicho Albert Arcarons, asesor del Alto Comisionado para la lucha contra la pobreza infantil.
Un actor clave es la prevención, entendida como “sanear el entorno en el cual se encuentran esos niños”, en palabras de Karima Mkika, miembro de la Asociación Al-Karam, una ONG con cuatro casas de acogida. Tanto Arcarons como David del Campo, de Save the Childen, se mostraron esperanzados con la futura ley de protección integral a la infancia, anunciada por el Gobierno. “El camino exige determinación para que la ley salga adelante”, subrayó del Campo.
Racismo y xenofobia
La amenaza del terrorismo cala en las sociedades y lo hace en forma de racismo, de miedo, de xenofobia, que en los últimos años, en algunos países europeos, se ha incrementado en hasta un 50 %.
Unas décadas atrás, la migración cambiaba las expectativas de las personas migrantes, igualándolas al resto de la sociedad de llegada. Ahora se han homogeneizado las aspiraciones y se ha heterogeneizado la capacidad de colmarlas. Las ciudades son y serán crisoles de identidades con múltiples lenguas, tradiciones diversas y prácticas religiosas diferentes. Todas estas diversidades pueden, en ausencia de una educación adecuada, generar temor a lo diferente o miedo al otro, creando intolerancia y ruptura de las redes de convivencia, la cohesión social y la solidaridad. En las ciudades se da el problema pero las ciudades tienen muchas de las respuestas. “El humanitarismo crece en la ciudad y no en las instituciones”, lo ha dicho el alcalde de Bolonia, Benedetto Zacchiroli, que ha compartido mesa con otros regidores e instituciones de diferentes países que han coincidido en señalar el protagonismo de las urbes en la lucha contra este problema. Trabajar desde la infancia la convivencia, el respeto a las otras culturas y fomentar el sentido de pertenencia está en el origen de las soluciones. /