Una cantante de soul, una actriz, una escritora y una alcaldesa se han dado cita hoy en torno a una mesa para debatir sobre algo que afecta a todas las mujeres. Mujeres que formadas para llegar hasta donde deseen son congeladas, paralizadas en sus carreras profesionales por los denominados techos de cristal, esas barreras que en contextos laborales no dejan avanzar y que hay que romperlos apelando a la justicia social, la igualdad y el feminismo.
“El motivo por el que se ha apartado a la mujer es porque no se ha querido entrar en la naturaleza del ser humano. Pero ahora se anuncia un tiempo en el que tiene que cambiar la perspectiva y tiene que cambiar lo que importa al individuo y a la persona”, dijo Manuela Carmena en el centro cultural Conde Duque, que ha acogido la mesa redonda ‘Mujeres, Vivencia y Memorias. En búsqueda de referentes feministas para romper el techo de cristal’.
Organizada por la Asociación Mujeres Olvidadas de la UCM, Ana Rossetti, escritora; Mayka Sitté, cantante de Freedonia; Leticia Dolera, actriz, y Manuela Carmena han compartido un espacio de diálogo y reflexión, “un espacio que necesitan las mujeres en nuestro país, porque cuando llegan a determinadas cotas en profesiones muy masculinas intentan seguir los modelos patriarcales y se vive entonces una esquizofrenia difícil, porque intentamos encajar algo que no encaja con la cultura de las mujeres”, dijo la alcaldesa.
En un auditorio repleto de muchas universitarias, la alcaldesa ha agradecido que asociaciones como Mujeres Olvidadas se impliquen en la igualdad: “Es estupendo que hagáis estas cosas. Tenemos la obligación de tejer una estrecha relación con el mundo universitario y con los y las estudiantes”. También ha comentado cómo un artículo suyo se censuró en la revista Triunfo, en 1973, por hacer referencia a la sexualidad, un tema, el de la sexualidad femenina, que ha sido muy debatido en la mesa, “porque el placer sexual de la mujer no puede ser un tabú”.
La alcaldesa ha recordado que cuando llegó a la judicatura tenía claro dónde quería llegar. “Llevaba tiempo pidiendo justicia y decidí después ser Jueza. Desde el primer momento no iba a aceptar los papeles tradicionales, ni a seguir la línea masculina. Aunque había mujeres juezas, quería innovar. Ser mujer te permite desarrollar un modelo diferente. Se puede ser jueza con corazón”, añadió y recordó la frase de una de sus maestras: “cada vez que alguien aprende algo contrae una obligación con la sociedad; transmitirlo. /