El 2 de mayo de 1621, Madrid engalanaba su Plaza Mayor con tapices, pendones y estandartes para celebrar la llegada al trono de Felipe IV. Le acompañaba su valido, el Conde Duque de Olivares. Además de alguna que otra ejecución pública, la Plaza Mayor fue testigo, durante el siglo XVII, de otros acontecimientos más lúdicos y religiosos. Justas poéticas, comedias, fiestas de toros y hasta las canonizaciones de algunos santos españoles como Teresa de Jesús, Francisco Javier, Ignacio de Loyola, Felipe Neri o la del patrón de Madrid, Isidro Labrador, en 1622.

Plano de Antonio Mancelli, 1622. Museo de Historia de Madrid.
Plano de Antonio Mancelli, 1622. Museo de Historia de Madrid.

Y es esta efervescente Plaza Mayor, con la Casa de la Panadería al frente y remodelada años antes, la que se reflejó por primera vez en un mapa. Su representación se la debemos a la labor del cartógrafo italiano Antonio Mancelli, cuyo trabajo era prácticamente desconocido hasta hace poco. El plano recibió el nombre de La Villa de Madrid Corte de los Reyes Católicos de Espanna. Su tamaño en tela es 46 x 72 cm y  el propio Mancelli sugirió que le llevó ocho años terminarlo. Es el mapa más antiguo conservado de Madrid y se lo ofreció al Ayuntamiento de la Villa en 1622.

Antonio Mancelli: cartógrafo, iluminador y comerciante

Aunque conocemos pocos datos suyos, nació posiblemente en Módena (Italia) durante el último tercio del siglo XVI. Parece que murió en Madrid, a mediados del siglo XVII. Su plano, prácticamente desconocido hasta el siglo XX, es el primero que se conserva de la ciudad de Madrid. Sin embargo, por error ha sido el plano de Pedro Teixeira, de 1656, considerado durante muchos años el primero.

Tal y como nos recuerdan desde el Instituto de Estudios Madrileños, el plano de Mancelli no pasaba de ser considerado «una rareza realizada torpemente y con poco realismo». Sin embargo, la historia comienza a ser benévola con los dibujos de Mancelli. De hecho, desde el Instituto Geográfico Nacional aportan algunos detalles de las bondades de este singular mapa: edificios en perspectiva caballera, representación de zonas ajardinadas, red de comunicaciones de acceso a la ciudad, tierras de labranza y arbolado e, incluso, la hidrografía queda perfectamente representada con el dibujo de aguas del río Manzanares.

Detalle de la plazuela de la Cebada en el mapa histórico de Madrid de Antonio Mancelli
Detalle de la plazuela de la Cebada

Durante muchos años, se pensó que la cronología del plano más antiguo de Madrid databa de 1635. Esta creencia se debía a la ausencia del Palacio del Buen Retiro y de la Cerca que rodeaba la ciudad, construcciones ambas de los primeros momentos del reinado de Felipe IV. Además aparecía ya la representación de la iglesia de los Jesuitas (actual de San Isidro), en la calle de Toledo, y que sugería un momento posterior. Sin embargo, investigaciones más recientes plantean que este plano fue delineado entre 1614 y 1622 y que su primera impresión se llevó a cabo en 1623, en Holanda. De hecho, durante un largo tiempo fue atribuido al holandés Frederick de Witt, quien compró las planchas originales y las reutilizó para hacer nuevas impresiones.

La huella del Madrid del Siglo de Oro

Más allá de los errores de autoría y la poca repercusión que tuvo en la cartografía de los siglos posteriores, encontramos algunas peculiaridades que hacen de este mapa una huella histórica especialmente valiosa. Por ejemplo, en sus dibujos de la calle Fuencarral, pasado el Museo de Historia y casi en la Glorieta de Bilbao, encontramos los Pozos de la Nieve. En este lugar se almacenaba el hielo con un método muy ingenioso y que permitía distribuirlo desde allí a distintos lugares de la ciudad. El precio oscilaba en función de las estaciones del año. Lógicamente, la demanda se incrementaba debido al calor, en verano, o disminuía a causa del frío en otoño e invierno.

En este plano histórico de Madrid también se aprecian los lavaderos del Manzanares, ya desaparecidos. Consistían en una serie de pequeños edificios en ambos lados del río que servían como lugar de limpieza de ropa. Parece que además se utilizaban en ocasiones para el baño corporal.  Muy bien delimitadas también se encuentran las puertas de la ciudad, desde el Camino de las Cruces (actual calle Princesa) hasta la Puerta de Alcalá o la Puerta de la Vega. Por supuesto, quedan también perfectamente dibujadas la Plaza de la Cebada y la cercana del Humilladero, que tantos ajusticiamientos presenciaron.

Detalle de la Puerta de Alcalá. Plano histórico de Antonio Mancelli, 1622. Museo de Historia de Madrid
Detalle de la Puerta de Alcalá. Mapa de Antonio Mancelli, 1622. Museo de Historia de Madrid

A pesar de que hubo mapas de la capital posteriores y más relevante que el de Mancelli (como el ya mencionado de Teixeira), este documento único es un valioso vestigio de la historia de la capital. Nos muestra  cómo lucían sus calles, plazas y alrededores durante el primer tercio del Siglo de Oro. Ambos planos, junto con otros también relevantes, forman parte de la colección del Museo de Historia de Madrid y merecen, sin duda, una visita.