Entre abril y octubre de 1925 tuvo lugar en París la Exposición de Artes Decorativas, una muestra internacional que ofreció un amplio catálogo de arquitectura, decoración de interiores, muebles, vidrio, joyería y otras artes decorativas. Este estilo se hizo conocido en todo el mundo, precisamente, por el nombre mismo de la exposición: nacía el art déc0, que pronto se convirtió en un fenómeno de masas. Fue también el año en que Chaplin estrenaba La Quimera de Oro y Virginia Woolf publicaba una de sus grandes obras: La señora Dalloway. Nacían también las escritoras Carmen Martín Gaite y Ana María Matute. 1925 fue, sin duda, el año en el comenzó la modernidad.
Pero… ¿Qué fue exactamente el art déco? Tal y como nos recuerdan en la exposición Madrid. Art Déco, 1925, que puede visitarse de forma gratuita hasta el 2 de noviembre en la Sala de exposiciones de Conde Duque, este estilo decorativo buscaba la fusión entre arte y funcionalidad. Los hogares se vestían de pequeñas creaciones que ya no solo estaban al alcance de coleccionistas o museos porque su diseño estaba destinado a su reproducción. Eso sí, en series limitadas, porque el art déco es, ante todo, sofisticación.
Otro de los grandes hitos, que influyó enormemente en este estilo, fue el descubrimiento de la tumba de Tutankamón, en 1922. La egiptomanía tuvo en Madrid (y en todo el mundo) una intensa acogida en las clases pudientes: jeroglíficos, motivos dorados y con fuertes contrastes cromáticos inundaron la cartelería publicitaria de la época. Por su parte, las vanguardias europeas, con su geometría abstracta y su huida del arte figurativo, convivían a la perfección con esta influencia de las civilizaciones antiguas.
Así que, en 1925, mientras París mostraba al mundo cómo vestir una casa chic, Madrid estaba también en plena ebullición. Ortega y Gasset publicaba La deshumanización del arte, un ensayo en el que reflexiona precisamente sobre las vanguardias y el desapego generalizado del público hacia el arte contemporáneo.
Modernidad: los primeros cinematógrafos
En 1923, se inaugura el Cine Doré, de estilo modernista, y solo unos años más tarde, en pleno desarrollo de la Gran Vía, abre también el Cine Callao (1926). Durante las primeras décadas del siglo XX, las salas de cine convivían también con un teatro o más en cada barrio, a pesar de que para muchos eran demasiados (la capital contaba, en 1925, con 35). En plena dictadura de Primo de Rivera, Madrid se abría paso como gran metrópoli con una combinación única: el casticismo propio del siglo XIX, aquel que describían con tanta habilidad Mesonero Romanos o Pérez Galdós, y el cosmopolitismo de principios del siglo XX.

Durante estas primeras décadas, se convirtió en una ciudad moderna con numerosos cafés, coctelerías, centros comerciales y transporte metropolitano (en 1925, se inauguraron cinco estaciones de metro: Noviciado, Ópera, San Bernardo, Santo Domingo y Quevedo). También se erigieron varias de las construcciones que dotarán de identidad a la Gran Vía madrileña, como el emblemático edificio Carrión, excelente ejemplo de arquitectura art decó.
El teatro Pavón, impulsado por la empresaria Francisca Pavón y diseñado por Teodoro Anasagasti, con elementos art déco, no se convirtió en un teatro más. Alfonso XIII y María Eugenia de Battenberg lo inauguraron el 11 de mayo de 1925 y por su escenario pasaron figuras de la escena española tan relevantes como Miguel de Molina, Concha P

iquer, Celia Gámez o La Niña de los Peines. Actualmente, con una salud inmejorable en su centenario, sigue programando teatro y espectáculos.
Muy cerca, encontramos con algunas características arquitectónicas similares, aunque más cercado al modernismo, los Cines Doré que, desde 1989, alberga la sala de proyecciones permanente de la Filmoteca Española. Aunque el edificio original se levantó en 1912, el aspecto de su fachada pertenece a la reforma que se realizó en 1923.
Por último, construido en 1926 por Luis Gutiérrez Soto, el histórico edificio de Cines Callao supone el máximo exponente de la arquitectura art déco de la capital. Fue inaugurado como sala de cine el 11 de diciembre de ese mismo año, con la emisión de la película Luis Candelas, el bandido de Madrid y fue el primer cine sonoro de todo el país, con la proyección de El cantor de jazz, en 1929.
El trazado actual de la Gran Vía comenzó en 1910 y permitió la completa remodelación de la antigua plaza del Callao, dejándola a un lado de la nueva avenida y ampliando el espacio que ocupaba. Fue precisamente esta remodelación lo que fomentó la aparición de cines, establecimientos hoteleros y elegantes comercios.
¿Tiempo libre? Tomemos unos cócteles

En 1919 se reguló la jornada laboral a 8 horas diarias, lo que permitió a los trabajadores disfrutar de un tiempo de ocio que antes no tenían. La noche madrileña bullía como lo hacían la neoyorquina o la parisina: nace la cultura del ocio. Esta nueva forma de disfrutar la vida urbana viene influenciada, obviamente, por el cine norteamericano que, tras la IGM, despliega los valores de la burguesía y la clase media que todo el mundo imitaba.
Madrid, a pesar de ir encaminada a convertirse en una gran metrópoli durante el periodo republicano, era una ciudad llena de contrastes, en la que lo popular y lo moderno se fusionaban a la perfección. La Gran Vía se convertía en la arteria del espectáculo, con numerosos cines, terrazas, restaurantes y bares americanos (así se llamaron a algunos establecimientos como los legendarios Chicote, Miami o Negresco, que servían unas bebidas combinadas llamadas cócteles).

Durante las primeras décadas del siglo XX, Madrid sobrepasa el millón de habitantes y la burguesía industrial y financiera comienza a empujar fuerte. La juventud de estos años 20, que se han librado de la terrible Gran Guerra, quieren disfrutar y pasarlo bien: la cultura del ocio empieza a forjarse como una actividad económica más y, la Gran Vía, su centro de operaciones.
El art déco se convirtió, por tanto, en la estética que envolvió la ferviente vitalidad de los madrileños y los contrastes de una capital entre dos mundos: el castizo y el cosmopolita.
Si quieres saber más sobre este apasionante momento histórico de la capital, visita la exposición Madrid. Art Decó, 1925, abierta al público hasta el 2 de noviembre en la Sala de exposiciones de Conde Duque.







