El Museo de Historia de Madrid posee un valioso legado cartográfico cuya pieza insigne es, posiblemente, la maqueta de la ciudad que un militar liberal construyó entre 1828 y 1830. Madrid estaba en plena ebullición tras el fracaso del gobierno napoleónico y cada calle, esquina y recoveco quedan dibujados en este mapa en tres dimensiones que ha sido restaurada durante los últimos meses y volverá a exhibirse en septiembre. Recorramos su historia.

Retrato de León Gil de Palacio. Museo de Historia de Madrid.
León Gil de Palacio. Museo de Historia de Madrid

León Gil de Palacio, (Barcelona, 1775 – Segovia, 1849), ingeniero y teniente coronel de Artillería, tuvo una participación muy activa en la Guerra de Independencia (1808-1813).  Tras realizar maquetas de la Torre de Hércules (A Coruña) y Valladolid, su trabajo llama la atención del infante Francisco de Paula, que intercede para que su hermano, el rey Fernando VII, le haga el encargo más importante de su vida: la maqueta de la ciudad de Madrid, en 1828. No fue en vano: de su excelente labor llama la atención el nivel de detalle de cornisas, fachadas y remaches de campanarios, chapiteles y cúpulas, que constituyen verdaderos trabajos de orfebrería. Tal y como describe Mesonero Romanos en su obra El Antiguo Madrid (1828), la ciudad contaba ya con 200.000 personas, una edificación de 1.200 hectáreas con 8.000 casas y 492 calles.

El encargo de Fernando VII

El 13 de marzo de 1814, Napoleón liberaba a Fernando VII tras el Tratado de Valençay y este emprendía el camino de regreso a España. Mientras, los madrileños esperaban con vítores al “rey cautivo”, agolpados en las calles de la ciudad. Volvía el Absolutismo a España y las primeras decisiones del monarca, más allá de derogar la Constitución de 1812 y comenzar una insidiosa persecución a los liberales, estuvieron encaminadas a paralizar las intervenciones urbanísticas que, de manera obsesiva, había iniciado José Bonaparte en Madrid (no sin retintín apodado ‘Rey Plazuelas’).

Aunque no fue artífice de grandes empresas urbanísticas, del mandato de Fernando VII son las obras de finalización del Museo del Prado, la Puerta de Toledo, la arboleda del Paseo de las Delicias, la Casa de Fieras del Retiro y, en el mismo parque, la Montaña de los Gatos, pintoresco monumento recientemente reabierto por el Área de Urbanismo, Medio Ambiente y Movilidad.

El encargo a Gil de Palacio llegó oficialmente por Real Orden del 13 de noviembre de 1828. En el documento, el monarca dispuso los recursos necesarios para que nuestro ingeniero pudiera realizar el modelo. Tanto es así, que necesitó  un permiso eclesiástico para permitirle trabajar los domingos y festivos. El modelo fue presentado apenas dos años después, se dividía en diez bloques y sus medidas era 5,2 x 3,5 metros, a escala 1:432. Su coste fue de 66.358 reales y, entre los materiales que Gil de Palacio utilizó para su construcción, encontramos seda, madera, corcho, plomo o papel pintado.

Detalle de la maqueta antes de la restauración
Recreación del futuro Mercado de Legazpi
Detalle de la maqueta después de la restauración

El éxito de esta maqueta le procuró a Gil de Palacio varios encargos más: El Escorial, Casa de Campo o Aranjuez fueron algunos de ellos. Tanto fue así que, en 1832, se creó el Real Gabinete Topográfico, institución de la que fue director y que, entre sus ambiciosos e incumplidos objetivos, estaba maquetar los Reales Sitios y las capitales de provincia de toda España. Sin embargo, tal y como apuntan Javier Ortega Vidal y Francisco José Marín Perellón,  a partir de 1834, las labores del Gabinete Topográfico se redujeron a la realización de belenes por encargo de la esposa de Fernando VII y Reina Regente tras su muerte, María Cristina, y la construcción de diversas decoraciones efímeras.

Puedes ver un vídeo del proceso de restauranción

🖌️Timelapse: Mira cómo hemos restaurado la maqueta de Gil Palacio del Madrid del XIX🖌️

2025, la restauración

La intervención, que comenzó esta primavera, ha incluido una limpieza integral de la maqueta, la sustitución de la antigua urna expositiva por una nueva estructura que garantiza su conservación, así como una nueva iluminación museográfica. También se ha rediseñado el espacio expositivo para ofrecer al visitante un recorrido más fluido y accesible, con una rampa para personas con movilidad reducida con una inversión de casi 90.000 euros. Una de las tareas más complejas de los trabajos de restauración fue cerrar y disimular las uniones entre las piezas una vez el montaje de la maqueta había finalizado. Afortunadamente, la maqueta estará en pocos días lista para que todos los visitantes que se acerquen al Museo de Historia de Madrid puedan disfrutar de esta joya cartografía única en el mundo.