¿Violetas, limonada y rosquillas, chocolate con churros, claveles y rosas…? ¿Qué aromas evoca la villa a madrileños y visitantes cuando pasean por la capital? La Serrería Belga, en el marco de los Veranos de la Villa, nos presenta la exposición En el compás del verano. Percepciones olfativas de la villa de Madrid, una oportunidad para redescubrir Madrid a través del sentido más invisible y, sin embargo, más evocador: el olfato. Tendremos esta experiencia disponible desde el jueves 10 de julio al domingo 3 de agosto.
A través del legado del perfumista, coleccionista de arte y empresario Ernesto Ventós, realizaremos un recorrido por una selección de obras plásticas que forman parte de su colección olorVISUAL y que han sido cuidadosamente escogidas para tal fin por la Academia del Perfume. Este itinerario nos dará la posibilidad de establecer un diálogo entre arte contemporáneo y lectura olfativa de la ciudad de Madrid, así como reflexionar sobre las múltiples identidades que sobre la villa puede despertarnos esta experiencia sensorial.
Un recorrido por los distintos espacios de Madrid que se relacionan, para finalizar en Serrería Belga, donde el visitante será recibido con el perfume creado ex profeso para Veranos de la Villa, culminación de este viaje sensorial, creando así un círculo imaginario completo y original.
Un recorrido por el Madrid más sensorial
Las paradas de este original trayecto te las describimos a continuación:
1. Aroma de flor y leyenda
El punto de información turística de la Puerta del Sol, punto cero de tantas cosas que empiezan y donde las violeteras de Madrid repartieron sus esencias, flotará este verano un aroma delicado y nostálgico: el de la violeta.
Asociado a los tradicionales caramelos de violeta, este perfume evoca una elegancia castiza y cotidiana. Estos dulces, con forma de flor y aroma empolvado, aún se venden en la histórica tienda La Violeta.
Su fragancia acompaña la experiencia cultural con una dimensión sensorial íntima y emocional, conectando el presente con la memoria más dulce y popular de Madrid.
2. Un aroma con historia
En pleno centro de Madrid, la Casa de la Panadería —construida en 1590 como sede del gremio de panaderos— ha sido durante siglos un emblema de la vida pública madrileña, hoy, sus muros acogen parte de la historia de Madrid. Desde sus balcones se ha contemplado el devenir de la ciudad y un perfume muy especial: el del chocolate, el cual fue introducido en España en el siglo XVI tras la llegada del cacao desde América.

Convertido velozmente en símbolo de celebración y disfrute, una de las tradiciones madrileñas más destacadas y conocidas fuera de la capital, es la del chocolate con churros, en concreto el de la centenaria San Ginés, el cual ha perfumado las mañanas y las fiestas de la ciudad durante décadas.
El chocolate, con su aroma profundo y ligeramente amargo, nos evoca placer, cobijo y memoria, dejando una estela reconfortante y duradera.
3. Olor de frescura y festividad
En el Madrid más castizo, el Instituto de San Isidro es uno de los centros educativos más antiguos de la ciudad. Entre sus patios y pasillos resuena aún la historia de generaciones de madrileños, y ahora también flota en el aire una fragancia vibrante: la del limón.

Asociado a las verbenas y fiestas populares, es el aroma por excelencia de San Isidro, patrón de Madrid. En mayo, la ciudad se llena de limonada y rosquillas, y este cítrico alegre y chispeante despierta recuerdos compartidos de celebración, luz y tradición.
Refrescante y ácido, actúa como una nota de salida que sacude los sentidos y evoca la vitalidad del Madrid más cosmopolita.
4. Un rojo, rojo clavel
En un lugar simbólico de la Villa de Madrid como el propio clavel, junto al Palacio Real podemos visitar las Vistillas y su celebérrima verbena. Sus chulapas lo lucieron prendidos en el pelo y bordados en sus mantones; ellos, lo lucían en el ojal.

Perfume de claveles para un pasodoble centenario, perfume de los claveles que lució la Infanta Isabel La Chata, el perfume que emanaba de los miles de claveles que le echaban a la Reina Mercedes en su última despedida… Los “Claveles pa’ la Cibeles”.
5. Un aroma que florece
Creado a principios del siglo XX como espacio de recreo, el Parque de la Bombilla es hoy un oasis de naturaleza y memoria en plena ciudad. Sus jardines y caminos guardan historias de encuentros y celebraciones, donde ahora se manifiestan en olores tan evocadors como el de la rosa. La misma Rosa de Madrid del popular Chotis.
Estas flores forman parte de esencia de Madrid, nacidas en los jardines moriscos de la ciudad y presentes en su folclore y su patrimonio. La rosa, heredera de los jardines andalusíes y aún viva en las Rosaledas del Parque del Oeste o el Jardín Botánico, conectan este parque con la memoria sensorial de la capital.
La rosa perfuma el espacio con una fragancia suave, que nos redescubre la magia de lo cotidiano y nos anima a celebrar una tradición viva que florece en el corazón de Madrid.
6. El perfume del escenario, el de los bailarines
El edificio Conde Duque —antiguo cuartel del siglo XVIII, construido entre 1717 y 1771 bajo el reinado de los primeros Borbones y transformado en centro cultural— conserva la esencia de su arquitectura robusta y sus patios interiores. Entre sus muros históricos flota ahora un aroma cálido y terroso: el de la madera y la resina de pino.

Hoy en día, este olor se asocia a las tablas de madera que conforman los escenarios sus escenarios, así como al polvo de resina que pisan los bailarines en cada ensayo y función. Una fragancia que une arquitectura y cuerpo, evocando la energía viva de la danza contemporánea en diálogo con la historia del edificio.
7. Esencia de transformación
Inaugurado en 1911 como matadero municipal, el Matadero fue durante décadas un espacio de actividad y transformación del Madrid industrial, donde la ciudad se moldeaba a través del trabajo cotidiano. Sus naves de ladrillo y acero conservan la memoria de un oficio ligado a la artesanía del cuero, que se extendía hasta la Ribera de Curtidores. Hoy, ese legado vuelve a respirarse en el aire de la capital con un aroma cálido y terroso que remite a la fuerza de quienes trabajaban la materia prima con dedicación.

En Matadero, este olor nos evoca su capacidad de reinventarse y renovar su identidad cultural y artística, además de sugerir oficio, resistencia y memoria como nota de fondo intensa.
8. Perfume Veranos de la Villa
La ruta culmina en la Serrería Belga, donde se difunde el aroma de Veranos de la Villa, una composición olfativa que reúne todas estas notas en una experiencia multisensorial envolvente creada para la ocasión.
Como ves, la propuesta que aquí te presentamos, disponible hasta el 3 de agosto, no es un recorrido urbano al uso, sino que aúna arte e historia a través de la emoción e invita a vivir Madrid desde los sentidos, en especial el del olfato, para poder tender un puente único entre pasado y presente.

Información práctica
La información completa —con fechas y horarios— está en la web oficial: veranosdelavilla.com y en serreria-belga.es. Entrada libre hasta completar aforo.

