La gastronomía madrileña, ya sea desde el cocido, pasando por los callos, el bocata de calamares, el chocolate con churros, los buñuelos y las rosquillas del Santo, juega un papel importante en las celebraciones, sean religiosas o paganas. Y la Semana Santa se lleva la palma con sus célebres torrijas. El dulce de cuaresma es uno de esos manjares que posee la magia de hacer que se nos haga la boca agua, no sólo en estas fechas sino en cualquier época del año. Y lo mejor, puedes encontrarlo en establecimientos centenarios, de gran solera, en pastelerías de barrio y, por supuesto, en los mercados municipales.

Durante la Semana Santa, Madrid se convierte en un destino obligado para todos los golosos. Este recorrido no es sólo un viaje gastronómico, sino casi un peregrinaje culinario. Desde pastelerías tradicionales de gran renombre, negocios fuertemente arraigados en los barrios más céntricos hasta restaurantes de autor y establecimientos de restauración más modernos que preparan las torrijas como nunca se había hecho antes, cada maestrillo con su librillo, dándole un toque único.

Esta iniciativa impulsada por el Área de Economía en colaboración con la Asociación de Empresarios Artesanos de Pastelería y Panadería de la Comunidad de Madrid (ASEMPAS), la Asociación de Cocineros y Reposteros de Madrid (ACYRE) y los mercados municipales, surge como una forma de preservar una tradición que sigue viva en la ciudad. Cada año aumenta el número de establecimientos que se suman a esta ruta con propuestas cada vez más innovadoras y deliciosas. Además, muchos de ellos nos cuentan la historia de sus torrijas, sus secretos familiares o los pequeños detalles que las hacen especiales.

Estos establecimientos se convierten en lugares de encuentro para madrileños y turistas que quieren honrar la tradición degustando una torrija con un buen café o un vaso de vino dulce. Es un placer que conecta a generaciones.

Fachada del Mercado de San Antón
Mercado de San Antón

Sin límites a la imaginación

Algunos restauradores juegan con ingredientes exóticos para añadir a sus torrijas, como el relleno de crema de castañas o las bañadas en sirope de frambuesa. Cada parada te ofrece una nueva sorpresa, un pequeño festín que te hace sentir más cerca de la gloria de la Semana Santa.

Un mapa interactivo de Todo está en Madrid te muestra esta ruta a la que se han sumado 166 establecimientos distribuidos por los distritos de la capital. Entre ellos, los mercados municipales como el de San Antón, en el barrio de Chueca, con una pastelería regentada por ‘las Madrid’, conocidas así por su castizo apellido. Son dos jóvenes hermanas cuyo obrador se encuentra en Tres Cantos y presumen de una especialidad de torrijas elaboradas con roscón de reyes, aprovechando los trozos de almendra, algo muy innovador y único. Orgullosas de su pastelería sostenible, emplean productos de proximidad como la leche de la Sierra de Madrid, los huevos camperos y acompañando siempre con un café de Costa Rica.

Algunas de las torrijas que forman parte de la Ruta de las Torrijas 2025

En el Mercado de Chamartín encontramos el puesto Artesanía del Dulce, regido con amor por Esther desde finales de los años 70, que vende un género muy especial procedente de todos los rincones de la geografía española, apto para los muy golosos. Como era de esperar, su clásica torrija luce exquisita, muy querida por los paladares más exigentes. Adornada con un trozo de cáscara de naranja y una ramita de canela, promete ser un bocado jugoso que te está pidiendo “cómeme”. Esther nos cuenta que se puede utilizar el pan clásico de torrijas, pero ella utiliza el pan bombón por su textura suave y esponjosa.

Un dulce reconstituyente en época de Cuaresma

El origen de la torrija se remonta a tiempos de los romanos. En un recetario del siglo I del gastrónomo Apicio, se refiere una fórmula muy similar a base de pan empapado en leche y luego frito, aunque sin el toque dulce. Con el tiempo, la receta fue evolucionando y adaptándose a las diferentes culturas. Durante el medievo, se preparó como aprovechamiento del pan duro, una forma muy sostenible de cocinar. Es así como las torrijas se asocian con la Cuaresma y la Semana Santa, ya que son días en los que no se come carne, y este dulce resulta muy energético y reconfortante para sobrellevar el ayuno.

Como suele suceder, lo que comienza como una receta humilde, con pan, leche, huevos, azúcar y un toque de canela, progresa a lo largo de los siglos hasta convertirse en una exquisita delicia gourmet. Pan tradicional o de brioche empapado en leche o vino, rebozado en huevo que después se fríe, a veces espolvoreado con azúcar o canela en polvo, o colocando una ramita encima, que se baña en miel, almíbar o sirope.

Aunque las torrijas de elaboración tradicional siguen siendo la elección favorita de la Semana Santa en las mesas y mostradores de las pastelerías artesanas madrileñas, las nuevas tendencias, unidas a la experimentación y la creatividad de los maestros pasteleros, han promovido en los últimos años la creación de variantes innovadoras que reinventan este clásico postre.

Estas nuevas versiones incorporan ingredientes como chocolate, frutos secos, cremas (pastelera, merengue), frutos rojos y otras frutas. Además, al clásico baño de leche o vino se han sumado nuevas opciones como licores y cervezas, ampliando así la variedad de sabores y experiencias gastronómicas. Y para satisfacer la demanda del consumo diverso y ciertas intolerancias alimenticias, se elaboran torrijas sin gluten y veganas con ingredientes 100 % vegetales.

Un ejemplo de estas deliciosas obras de arte que son la estrella de la Semana Santa, lo encontramos en una delicatessen, elaborada con pan brioche, empapada en una exquisita crema inglesa de chocolate belga con leche, que proporciona una textura suave y melosa que envuelve el paladar y se enriquece con un toque cítrico a base de jalea de naranja valenciana.

Sello de calidad artesanal

ASEMPAS (Asociación de Empresarios Madrileños Pasteleros y Panaderos Artesanos de Madrid) ha creado este sello de calidad para las pastelerías artesanas, con el fin de defender el producto elaborado, en aras a identificar y apoyar a las empresas que trabajan de manera artesanal para defenderse de las franquicias y de procedimientos industriales. Es una garantía de calidad para identificar la procedencia de los productos artesanos, a la par que un medio para que las pastelerías artesanas ofrezcan un grado de confianza extra a sus clientes.

La certificación acreditativa del sello obliga al establecimiento a una elaboración artesana del 70% de la producción. Este compromiso con la calidad y la seguridad recomienda el consumo en establecimientos acreditados que siguen estrictas medidas higiénicas y sanitarias, que garantizan a los clientes productos frescos y seguros, además del trato cercano y personalizado de las pastelerías de siempre.

En estas fechas próximas, se prevé un consumo superior a siete millones de torrijas en estas fechas, repartido entre 600 pastelerías artesanas de la Comunidad de Madrid. Cifra que las alza al segundo puesto entre los dulces con mayor éxito entre los madrileños. Este crecimiento en las ventas se debe tanto al adelanto en su elaboración y distribución, como a los pedidos por Internet y el servicio a domicilio, que cada año gana más adeptos en el sector.

‘Todo está en Madrid’

El lema impulsado por el Ayuntamiento de Madrid persigue promover y apoyar la hostelería y restauración, además del comercio local y de proximidad en la ciudad. A través de esta iniciativa, se ofrece un mapa virtual donde los ciudadanos pueden localizar todo tipo de establecimientos del ramo, ya sean pastelerías, cafeterías, restaurantes y los más diversos servicios en sus barrios, fomentando así la economía local y la digitalización de estos negocios.

Si quieres ver los establecimientos en los que puedes degustar el exquisito postre, sigue la Ruta de las Torrijas de Madrid 2025