El Museo de Historia de Madrid, espacio del Área de Cultura, Turismo y Deporte, acoge la exposición Madrid, ¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria, que presenta una amplia selección de piezas: óleos, esculturas, dibujos, estampas, carteles, fotografías, películas, libros y periódicos. La ciudad de Madrid se convirtió en el epicentro de este fenómeno, componiendo un ejemplo representativo de las fases que atravesó la bohemia literaria. La muestra se puede visitar en la sala de exposiciones temporales hasta el 1 de junio de 2025.

Los orígenes de la Bohemia y la ciudad de la luz

La muestra se divide en varios espacios que se corresponden con los distintos períodos por los que atraviesa este movimiento que Ricardo Baroja describió en Gente del 98 sobre estos artistas, que “vivían a salto de mata, pintaban cuadros que no vendían y publicaban versos que nadie leía”, entre otras vicisitudes.

Buceando en los orígenes del concepto, la palabra ‘bohemio’ hace referencia al ‘gitano’ procedente de la región de Bohemia, situada en la actual República Checa. En el siglo XIX se asocia este adjetivo al artista que ve reflejados en la tradición gitana algunos de sus ideales: libertad, rebeldía, lenguaje propio…

Es entonces cuando nace la Bohemia, encarnada en un colectivo de artistas, pintores, músicos y escritores que llevaban una vida algo licenciosa y alejada de los valores burgueses.

‘Viva la bohemia’, expresión que la escritora francesa George Sand utilizó en una de sus obras, fue la primera referencia literaria de esta forma de vivir y sentir el arte, que más tarde un compatriota, Henry Murger pasaría a teorizar en sus escenas de Vie de Bohème. Así, el primer espacio París: las primeras luces, presenta a esta ciudad como el sueño de cualquier artista y las buhardillas en los tejados como el hábitat por antonomasia de la clase bohemia. Montmartre y el Barrio Latino fueron fuente de inspiración para pintores como Ramón Casas, Santiago Rusiñol, Anglada Camarasa y Miguel Utrillo, entre otros. La Bohème, obra operística de Puccini, inspiraría Bohemios, obra del género chico de Amadeo Vives, así como La golfemia, parodia de la primera, compuesta por Luis Arnedo.

Cartel de ‘Bohemios’, zarzuela de Amadeo Vives

La bohemia se instala en Madrid

El segundo espacio que lleva por título El resplandor español, nos sitúa en el Madrid de mediados de siglo, con la primera generación de bohemios ligada a los periódicos, al teatro y al folletín. Los cafés madrileños (La Perla, el Suizo, El Parnasillo o el café del Príncipe), germen de las célebres tertulias literarias, eran los lugares de reunión de aquellos jóvenes que soñaban con el éxito y el reconocimiento público, y que asimismo tuvieron un alto compromiso político.

Ambiente de café, típico lugar de reunión de la bohemia
Ambiente de café, típico lugar de reunión de la bohemia

En 1862, Enrique Pérez Escrich, inaugura la literatura bohemia madrileña con la novela El frac azul, un relato autobiográfico que constituye un retrato social de la bohemia madrileña. Larra, el gran adalid romántico, ya anunciaba un tormentoso final con un pasaje muy lapidario que rezaba: “Escribir en Madrid es llorar, es buscar voz sin encontrarla, como una pesadilla abrumadora y violenta” (Horas de invierno. El Español. 1836). Floro Moro Godo en su obra Madrid de noche, se aventura en “mares de sombra que tienen por riberas la miseria y el vicio”.

Bohemia madrileña de Picasso

La bohemia heroica, tercera etapa del recorrido, da paso a un grupo de escritores instruidos, que se alinean con posturas socialistas y anarquistas. Esta generación, conocida como ‘Gente nueva’, lucha contra los valores caducos y denuncia la situación precaria de miseria y hambre a la que se ve sometida gran parte de la población española.

Varios y Alejandro Sawa y la Bohemia Heroica

Varios junto a Alejandro Sawa y la Bohemia Heroica

El semanario Germinal, dirigido por Joaquín Dicenta, se hizo eco de esta militancia reivindicativa. Pero si hubo un personaje bohemio por excelencia fue Alejandro Sawa, que supo encarnar el ideal del escritor libre y comprometido con su causa hasta las últimas consecuencias: un destino trágico rodeado de locura y pobreza, que inspiraría en Valle-Inclán la creación del personaje de Max Estrella en Luces de bohemia.

De la noche y sus refugios

Espacios bohemios, nos adentra en los ambientes favoritos de la bohemia: la noche con sus rincones oscuros y callejuelas angostas. A la luz de las últimas farolas de gas, los bohemios transitan por la Puerta del Sol, en ese Madrid nocturno y canalla, frecuentado por chulos y prostitutas, retratados en las obras de Gutiérrez Solana.

Cuadro de José Gutiérrez Solana
Cuadro de José Gutiérrez Solana

Esta noche madrileña de dudosa reputación ganada a pulso, queda inmortalizada en ensayos como La mala vida de Madrid, de Bernaldo Quirós, así como en las negras xilografías de Francisco Bores, Pancho Cossío o Ricardo Baroja.

En el plano literario, destaca Emilio Carrere, que bautizó como ‘barrio latino matritense’, este entorno plagado de buhardillas, cafés, redacciones de periódicos y tabernas, volcando su inspiración en obras como La musa del arroyo y La tristeza del burdel, cuyos títulos hablan por sí solos.

Un óleo de Enrique Martínez Cubells retrata la Puerta del Sol un día de lluvia hacia 1900, en el que los tonos plomizos, los paraguas, los coches tirados a caballo junto con los tranvías, nos recuerdan con nostalgia el ambiente parisino.

La bohemia documental

En la sala se puede disfrutar de un extracto del documental Espagne, 1905, un audiovisual de Alice Guy, una de las pioneras del cine, que inmortalizó escenas del centro de Madrid, pero también otras en barrios más humildes por aquella época como Ventas, con sus calles embarradas y viviendas destartaladas, poniendo de manifiesto la situación precaria de una población hacinada en suburbios y arrabales.

La consagración de la bohemia con Valle-Inclán

En la sexta parada de este viaje a la bohemia, observamos La luz en el espejo, episodio final de la muestra, especialmente dedicado a Valle-Inclán y su obra Luces de Bohemia, publicada en 1924. En ella traza una agónica jornada por un “Madrid absurdo, brillante y hambriento”. La frase recitada por Max Estrella, antihéroe inspirado en Sawa: “¡El esperpento lo inventó Goya!”, da paso a los Caprichos, así como otras pinturas e ilustraciones en las que se aprecia la deformación, bestialización o caricaturización de sus protagonistas, obras de Tomás J. Leal da Cámara y Francisco Sancha, fiel reflejo de los espejos del legendario callejón del Gato.

Edición de Luces de Bohemia de Valle-Inclán, 1924
Edición de Luces de Bohemia de Valle-Inclán, 1924

Actividades en torno a la bohemia

El programa de visitas guiadas, tanto para grupos como individuales, invitan a adentrarse en el mundo bohemio. Como aliciente, una muestra con referencias operísticas no podría olvidar la música que inspiró a la bohemia, por ello, el comisario, Alberto Martín Márquez, ha elaborado un repertorio musical que también puedes escuchar. Y se ha editado hasta un callejero bohemio para no perderte por el Madrid que inspiró a estos artistas.

Una joya del Barroco

Ubicado en el corazón de la ciudad, sus orígenes se remontan al Antiguo Hospicio de San Fernando, una joya del barroco de inconfundible fachada. Destinado a albergar el Museo Municipal en 1929 y rebautizado como Museo de Historia de Madrid en 2007, este espacio invita a viajar desde que Madrid fuera declarada capital de España en el siglo XVI hasta el siglo XX. Repartidas en 14 salas, las colecciones abarcan: pintura, escultura, muebles, abanicos de los siglos XVIII y XIX, planos, maquetas, porcelana de las fábricas del Buen Retiro y de la Moncloa, además de piezas de platería.

Fachada barroca churrigueresca del MHM actualmente en restauración
Fachada barroca churrigueresca del MHM actualmente en restauración

 

Para más información sobre la exposición, entra en el enlace: Madrid, ¡Viva la bohemia! Los bajos fondos de la vida literaria