No es raro ver desconcierto y asombro en los rostros del público cuando arranca un espectáculo de Sol Picó. Sus producciones lo transportan a un lugar alejado del significado común de la palabra “danza”. Mucho tiene que ver con esa sorpresa la vestimenta de los bailarines, el atrezzo, los grandes elementos escenográficos con los que enmarca sus coreografías. Pero también ella misma, su cuerpo pequeño y atlético, su rigor técnico, su descaro. Todos estos ingredientes conforman el universo Picó.

La artista, natural de Alcoy (Alicante), demuestra que a veces el humor y la provocación son la vía para que los temas serios lleguen a todas las consciencias. En sus inicios causó mucho revuelo porque había pocos referentes de danza contemporánea en nuestro país. “Afortunadamente eso ha ido cambiando, y aunque tenemos un largo camino por recorrer, parece que ya hay más aceptación y más programación. Ya no te miran raro”, expresa la veterana coreógrafa, que a lo largo de su carrera ha ido “haciendo callo” ante las críticas y, aunque sigue escuchándolas para “analizar cómo está el panorama”, ha aprendido a no hacerles demasiado caso. Por un lado, porque crea según lo que quiere expresar y no pensando en cómo se recibirá. Por otro, porque ese papel crítico ya lo asume ella con su personalidad autoexigente: “Nada me parece bien”.

Hay más aceptación y programación. Ya no te miran raro

La coreógrafa y bailarina Sol Picó (foto: Marga Parés)
La coreógrafa y bailarina Sol Picó (foto: Marga Parés)

Carrer 024: una reflexión sobre la soledad

Hacía diez años que Picó no ponía en marcha un espectáculo de calle de grandes proporciones. Cuando empezó a hacerlos utilizaba mobiliario urbano, después pasó a introducir grandes elementos escenográficos. “Me pareció interesante ver cómo la danza se acopla a los elementos”, explica.

En Carrer 024, el espectáculo que trae a los Veranos de la Villa y con el que celebra el 30 aniversario de su trayectoria, las enormes estructuras que los bailarines utilizarán para expresarse no son nuevas, sino que formaron parte de espectáculos pasados. Es el caso de una escalera de embarque del espectáculo La dona manca o Barbi Superestar, una pared móvil de La prima de Chita, una pértiga de La diva divina y el hombre bala o unas plataformas móviles con botas de esquí de D.V.A. (Dudoso Valor Artístico) y de Sirena a la plancha. El show se completa con un elenco de cinco bailarines o técnicos, “cinco almas que interactúan” en palabras de Picó, y música clásica en directo a cargo de un cuarteto musical.

Es interesante ver cómo la danza se acopla a los elementos escenográficos

El hilo argumental de la propuesta es la soledad que afecta a nuestra sociedad. La historia bebe de referencias como El cielo sobre Berlín de Wim Wenders, el documental de Pau Mira Soletat o sus experiencias personales como hija y como madre.

Lejos de intentar sentar cátedra sobre el asunto, Sol Picó solo pretende ponerlo encima de la mesa y reflexionar sobre él. “Vivimos en una sociedad que vive demasiado pendiente del exterior y poco de lo que nos pasa por dentro. Hay varias soledades, aparecen varias voces: la de la gente joven comunicándose a través de pantallas desde sus casas, la de las personas mayores que están solas en casas gigantes donde vivieron con toda su familia… También existe la soledad deseada, esa puede ser buena. Pero hemos perdido el sentido de comunidad, hemos creado pequeñas cápsulas. La sociedad está despedazada”, opina. Y tras ese punto de partida, un ápice de optimismo: “Si estamos solos, compartamos. Volvamos a cantar juntos, a tomar de la mano al de al lado. Siempre hay esperanza, podemos generarla”, asegura.

En Carrer 024, el público que se acerque a la plaza de Matadero tendrá mucho que ver en que se produzca o no esa catarsis o comunión final. “Nunca sabes cómo va a reaccionar el público. Vamos a ver qué pasa. Mi idea es que se anime a moverse con nosotros. Veamos si tiene ganas de comunidad y de bailar juntos”, inquiere Picó.

No sabes cómo va a reaccionar el público. (…) Veamos si tiene ganas de comunidad y de bailar juntos

Ensayo general del espectáculo «Carrer 024» de Sol Picó. (Fotos: Jordi Vidal)

Treinta años de La Picó

A sus cincuenta y siete años, Sol Picó todavía es intérprete en algunos de sus espectáculos. Y aunque se siente muy vinculada a los escenarios y asegura que le costará dejarlos, para ella el “quid de la cuestión” es la creación. “El hecho de inventar, de crear a través de mi trabajo, de provocar, sugerir y comunicar es lo que más me pone. Crear un mundo a través del movimiento, la música, la luz, el sonido, la coreografía y todo lo que se propone dentro de un espectáculo”. La faceta que menos le gusta es la de la gestión, pero para ello cuenta con el apoyo de su socia desde hace treinta años, Pía Mazuela.

Me pone inventar, provocar, sugerir y comunicar a través del movimiento

La necesidad derivada de la crisis la empujó a abrir al mundo su maravilloso espacio a pies del Montjuic, “La piconera”. Comenzó a alquilarlo a otros creadores y a ofrecer clases y talleres. Con el tiempo, esa rama se volvió importante para la compañía. Ella lo ve como “un centro de creación donde poder trasladar tu manera de hacer y filosofía a nuevas generaciones”. También les sirve para crear público, ya que a sus talleres llegan personas variopintas que no tenían relación con la danza y se acercan a ella después de “probarla en sus propios cuerpos”.

Sol Picó. (Foto: Outumuro)
Sol Picó. (Foto: Outumuro)

“Hay amor con el público madrileño”

Varias ciudades han formado parte de la vida, la carrera y el corazón de Sol Picó. Vivió un año en París, justo cuando empezaba, en un momento “de pulsión absoluta de la danza”. Estuvo después en Nueva York, ya con su compañía creada, lo que supuso para ella un reciclaje. Pero sin duda se queda con su ciudad de acogida, Barcelona, “porque allí tengo mi espacio vital y he creado mi familia artística, y porque tengo el Mediterráneo muy dentro de mí”.

A Madrid viene casi cada año, normalmente a actuar o a celebrar. Le gustan mucho la plaza de Santa Ana y el barrio de las Letras, y los frecuenta siempre que puede. “Es una ciudad con la que tengo una relación muy especial. Hace nueve años que estoy en el Máster en Creación Teatral de Juan Mayorga en la Carlos III, que me sigue dando muchas alegrías. Tengo una relación muy especial con el público madrileño, por cómo lo viven. Hay amor, por mi parte desde luego”.

El domingo 25 de agosto, día de la “traca final” de los Veranos de la Villa, tienes una oportunidad única de ver en vivo a la compañía de Sol Picó y de formar parte de su peculiar universo.

Fecha y hora

Domingo 25 de agosto a las 21:30 h

Lugar

Plaza del Matadero (Matadero Madrid. Plaza de Legazpi, 8)

Acceso

Gratuito. Más información aquí.