Antonio Palacios Ramilo parece que quiso hacer honor a su primer apellido. Este gallego nacido ahora hace 150 años en la localidad de O Porriño ha sido y es uno de los arquitectos referentes en la fisionomía y anatomía de Madrid, ciudad en la que desarrolló su carrera y murió el 27 de octubre de 1945. Su huella es palpable, desde el Palacio de Cibeles, hasta el hospital de Maudes, el Círculo de Bellas Artes o el logotipo del Metro.
Para conmemorar ese siglo y medio de su nacimiento la Dirección General de Patrimonio del Ayuntamiento de Madrid ha diseñado un programa de actividades que durará hasta 2025. Exposiciones, música, talleres infantiles, conferencias, visitas guiadas o itinerarios teatralizados son sólo algunas de las propuestas del consistorio para recordar, conocer y aprender sobre la vida y obra de uno de los arquitectos más relevantes e influyentes de España.
En palabras del comisario de la exposición, Javier García-Gutiérrez Mosteiro, “nos interesaba su arquitectura, pero también cómo llegó a transformar la ciudad de Madrid”. Así hacía alusión al título de la exposición Madrid, metrópoli. El sueño de Antonio Palacios. “Palacios es una figura sin la cual sería muy difícil entender el paisaje actual. Ha llegado a conformar algunos de los enclaves más representativos y de mayor potencia perceptiva que están en el inconsciente colectivo de la ciudad”, asegura Mosteiro.
La exposición se plantea en cuatro ejes que no van en orden cronológico sino físico. Recorre el espacio de las construcciones realizadas y de aquellas que se quedaron en proyectos, como el Casino de Madrid o que fueron derribados como el hotel Florida, que se situaba en la plaza de Callao. Aunque mucho se ha comparado a Palacios en lo que supuso para Madrid como lo hizo Antoni Gaudí para Barcelona, Mosteiro asegura que ambos tenían propósitos muy distintos siendo ambos “figuras absolutamente singulares”.
La programación de la conmemoración ha contado con un comité científico conformado por expertos en arquitectura contemporánea miembros en su mayoría del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid y la Universidad Politécnica de Madrid en colaboración con diversas instituciones como el Círculo de Bellas Artes, el Instituto Cervantes, la Consejería de Transportes de la Comunidad de Madrid o el Real Casino de Madrid entre otras. El comisario técnico de la muestra ha sido Julián García Muñoz.
De Pontevedra a Madrid
Palacios nació en el pueblo pontevedrés de O Porriño, hijo de un ingeniero de Obras Públicas, Isidro, de quien se dice que pudo ser su inspiración en una vida en el que el oficio paterno les llevó a vivir al norte de Portugal y a Madrid. Fue en Portugal donde el trabajo en obras ferroviarias rodeó al todavía niño de un ambiente de estructuras de puentes, perfiles metálicos, grúas y proyectos, de manera que fue labrando su ser constructivo, como explicaría el propio Antonio de adulto. Otros autores también señalan la influencia de las canteras de granito de O Porriño. Y serán estos dos materiales, la piedra junto con las articulaciones metálicas las que protagonizarán sus creaciones.
Cursó sus estudios de Bachillerato en Pontevedra y en 1892 se marchó a Madrid para matricularse en Ingeniería y Arquitectura. Tuvo profesores como Manuel Aníbal o Ricardo Velázquez Bosco, en cuyo estudio trabajaría, dadas las calificaciones obtenidas, hasta 1902.
Tras esto, le nombraron vocal en la Sección de Arquitectura del Círculo de Bellas Artes y se unió a Joaquín Otamendi, compañero de la universidad, para trabajar juntos. Joaquín era hermano de ingenieros y arquitectos entre los que se encontraba Miguel, constructor del primer Metro en Madrid. La familia Otamendi, natural de San Sebastián, era de clase acomodada y tenía muchos contactos con la burguesía de la capital que le sirvieron a Antonio en el desarrollo de su carrera.
Periodo junto a Otamendi
El tándem Otamendi-Palacios, recién acabados sus estudios, hizo sus primeros pinitos en Madrid con la decoración del Puente de la Princesa de Asturias. Más adelante se atrevieron con el Casino de Madrid, situado en la calle Alcalá, 15, y se presentaron al concurso internacional que quedó desierto.
En 1904, el Ministerio de Gobernación sacó a concurso la construcción de un edificio para la nueva sede central de Correos y Telégrafos. Decidió que los Jardines del Buen Retiro era un buen enclave y pidió como requisito que la fachada, además de orientarse a la antiguamente denominada plaza de Castelar (ahora plaza de Cibeles), estuviera en concordancia con el entorno constructivo. De las únicas tres propuestas que llegaron ganó la de Palacios y Otamendi por preponderar los espacios destinados al público y a los trabajadores, a diferencia del resto de proyectos. El diseño del edificio resultó un estilo mezcla del neoplateresco, modernismo y diseño vienés.
La construcción de este edificio de más de 12.000 m2 se inició 1907 y finalizó en 1918. El Palacio de Comunicaciones rápidamente fue apodado por el pueblo de Madrid como ‘Nuestra Señora de las Comunicaciones’, debido a su tamaño y forma que recordaba a una catedral. El vestíbulo tenía forma de cruz inspirado en el Palacio de Cristal del Retiro, autoría del profesor de Palacios, Velázquez Bosco. Tres brazos distribuían desde el vestíbulo los servicios de Teléfonos, Correos y Telégrafos. Los principales materiales utilizados, característica de Palacios, fueron la piedra, el hierro y el cristal. En el diseño interior y decoración estuvo muy presente Ángel García Díaz, que se convertiría en una suerte de escultor de cabecera de Palacios, y las cerámicas sevillanas.
En esta misma época en la que les fue encargado el diseño del Palacio de Comunicaciones, comenzaron a lloverles proyectos. Además, Antonio era elegido parte del jurado para la Exposición Nacional de Bellas Artes. El Hospital de Jornaleros de San Francisco de Paula, también conocido como Hospital de Maudes, ubicado en la calle del mismo nombre, fue otro de los encargos. La filántropa Dolores Romero y Arano decidió donar su fortuna para la construcción de un hospital destinado a jornaleros sin recursos. En 1908 se pusieron en contacto con Palacios y le presentan la idea que esta vez no se tiene que ceñir a un entorno tan céntrico de la capital, lo que le permitía un margen arquitectónico mayor.
El Hospital de Maudes ocupa casi 14.000m2 distribuidos en cuatro alas o naves que conforman un aspa. El centro se reservó para un patio de acceso a cada nave. La iluminación, sobre todo de las salas de cura e intervenciones, era una de las claves del proyecto. Sus torreones se asemejan a los del Palacio de Cibeles y el plano principal se inspira en los hospitales que fundaban los Reyes Católicos. A la luminosidad contribuyó en su interior las vidrieras de los talleres Maumejean, famosos por su especialidad de pintura sobre vidrio.
En 1910 Otamendi y Palacios fueron nombrados funcionaros del nuevo negociado de Arquitectura y Urbanismo del Ministerio de Fomento. Y Antonio ocupó el puesto de presidente de la Sección de Arquitectos del Círculo de Bellas Artes. Este mismo año se aprobó su proyecto para el Banco del Río de la Plata (actual sede del Instituto Cervantes). Para su realización disponían de un terreno de 18.000 m2 en los que volcarían su diseño basándose en la operatividad del Palacio de Comunicaciones en cuanto a mostradores y distribución de servicios se refiere.
Una gran cúpula cenital arrojaría luz sobre el patio de operaciones. En la calle del Barquillo se dejaría una puerta secundaria para empleados. En su construcción hay muestras de la influencia de Velázquez Bosco y Juan de Villanueva. No faltan las referencias egipcias y griegas de la Escuela de Chicago, la Secesión vienesa o la arquitectura británica.
Estas son tres de las construcciones más reconocidas y emblemáticas de la ciudad de Madrid, sin olvidar el Círculo de Bellas Artes, la Casa del Conde Bugallal, las viviendas de Luisa Rodríguez Arzuaga o los acondicionamientos, instalaciones y diseños para la red de Metro de Madrid tras fundarse por varios ingenieros y arquitectos, entre los que se encontraban dos de los hermanos Otamendi, la Compañía Metropolitana de Alfonso XIII. De hecho, el diseño del logo de Metro es autoría de Palacios. Para este tipo de obras, el arquitecto gallego volvió a destacar por su preocupación por la luz.
El estilo Palacios
Como se ha mencionado antes para el ejemplo del Palacio de Comunicaciones, el Secesionismo vienés, la Escuela de Chicago o el expresionismo fueron formas de diseño constantes en el estilo de Palacios. Conjugaba decoración interior y exterior utilizando las propias estructuras a la hora de adornar. Su monumentalidad le hizo recibir críticas de los intelectuales al tacharle de antiguo y arcaico. Palacios siempre trató de imprimir armonía y belleza a los edificios a la vez que hacerlos útiles estando al servicio de la ciudad. Nunca dejó de perseguir en su obra la circulación del aire, la facilidad de movimiento de los usuarios y la iluminación, especialmente para los proyectos subterráneos.