Este año, a la pradera y a la verbena todo el mundo puede ir vestido de chulapo o de chulapa. Es cierto que quizá no todos tengan los trajes castizos guardados en el baúl de año en año, pero, por eso, en este San Isidro el Ayuntamiento ha puesto a disposición de los ciudadanos los patrones del ceñido vestido y del chulesco traje para que nadie se aferre a la excusa de ‘no voy porque no tengo ropa’. En varias tallas, solo requieren un poco de pericia, ilusión y ganas.

La idea ha partido del Ayuntamiento de Madrid, que se ha aliado con la Asociación Creadores de Moda de España (ACME) para contribuir a la pervivencia de la artesanía tradicional y, al mismo tiempo, de la herencia castiza que tiene esta ciudad.

Encarna Herencias, dueña del taller Con Alma de Costura, firma los dos patrones, el del vestido y el dos piezas del traje de chulapo, que ha elaborado en distintos tallajes y que, tras haber sido digitalizados, se pueden descargar a través de un código QR tanto en la web www.sanisidromadrid.com como en tarjetones que se han distribuido por centros culturales, juntas de distrito, oficinas y puntos de información turística.

Corte al costadillo y volante por encima de la rodilla

Cuando a esta licenciada en Historia, que hace ocho años decidió reinventarse y convertirse en patronista y modista, le encargaron hacer los patrones, lo primero que hizo fue investigar. “No creas que encontré mucha información”, dice, pero sí la suficiente para confirmar que el traje como lo conocemos hoy surgió en el siglo XIX y que es la evolución de la falda y de la blusa ceñida a la cintura con mangas de farol que, con el tiempo, acabó siendo más representativo.

Ante la disyuntiva ¿falda y blusa o vestido?, Encarna ha optado por sacar el patrón del vestido por una razón: “Es más fácil a partir de ese patrón sacar el de la falda y la blusa, que al revés”. Al preguntarle por las habilidades que hay que tener para atreverse con la tarea, sonríe. “Hombre, si no sabes coser un botón, no te puedes poner a hacer un vestido de chulapa. El patrón no es complicado, pero, al ir tan ceñido, aquí no se disimulan los errores”.

De hecho, reconoce que está recibiendo consultas de montaje y de costura de personas que ya se han descargado los patrones. Dudas que atiende encantada porque demuestran que la iniciativa “tira”. ¿Su consejo? Tras la descarga del patrón de la talla adecuada, “toma tus propias medidas, compruébalas con él y haz las pequeñas modificaciones para que se ajuste a tu cuerpo porque es una prenda que va cortada al costadillo, es decir, la costura va desde el hombro hasta el final del traje, pasando por el pecho, y debe de amoldarse a cada cuerpo”.

Son pequeños ajustes, pero necesarios para, por ejemplo, adaptar la altura del volante a la nuestra. “El volante del vestido tiene que ir por encima de la rodilla. Por eso lo hice pensando en una persona de un metro setenta más o menos, porque siempre es más fácil cortar para adaptar que al revés”.

En el caso del traje masculino, Encarna obvió la terna -chaleco, pantalón y chaquetilla- y la redujo a chaleco y pantalón porque la chaqueta sí que requiere nociones mucho más sólidas de costura.

Tira bordada y popelín

Si algo no puede faltar en el traje de chulapa es la tira bordada en el cuello, en la costura de costadillo, en la parte del volante y en la manga. “Eso es esencial”, asegura Encarna desde su taller de Leganés.

En cuanto a los tejidos, ella opta siempre por el popelín, porque se necesita una tela con cierta rigidez. “Debe tener cuerpo y por eso utilizo el popelín, como en los vestidos de sevillana, porque permite que el volante quede rígido”.

Y sobre flores, lunares o estampados, Encarga dice que ella opta por los más populares, pero que últimamente, como ocurre con la moda tradicional andaluza, se empiezan a ver tejidos y diseños en el traje de chulapa mucho menos convencionales, pero realmente bonitos. “Me alegra ver cómo poco a poco va cogiendo auge el traje madrileño”.

De hecho, en la programación de este año, hay un concurso para alentar esa creatividad: Reinventando chulapos de la Juan Gallery, un certamen de diseño dirigido a los jóvenes talentos para explorar su creatividad reinventando el tradicional traje de chulapa y chulapo. Estos diseños creados especialmente para la ocasión se presentarán al público en un desfile en Las Vistillas el 15, a las 12:30 h y, allí, un jurado seleccionará al ganador.

En el traje de chulapo no puede faltar la pata de gallo en el chaleco o gabriel como diría un castizo, y en la chaquetilla (o mañosa o chupa) en caso de optar por la terna, ribeteados normalmente con un vivo negro y completados con una camisa blanca o babosa, un pantalón negro y, por supuesto, los calcos o zapatos.

Solo faltan los detalles, el mantón de Manila sobre los hombros y el pañuelo blanco con el clavel en la cabeza para ellas. Para ellos, apunta si quieres presumir de casticismo: la parpusa, que no es otra cosa que la gorra; el safo o pañuelo al cuello, y el clavel en la solapa.

Trajes solidarios

Marta Rivera de la Cruz, delegada de Cultura, Turismo y Deporte, área responsable de la iniciativa, ha querido dar un paso más en su ‘bautismo’ como chulapa y con los patrones que se ha descargado para su primer traje ha elegido los talleres de Asociación para la Prevención, Reinserción y Atención a la Mujer Prostituida (APRAM), una asociación sin ánimo de lucro que lleva desde 1984 dando atención integral estas mujeres y ofreciéndoles formación para tener salidas laborales.

Rivera de la Cruz quería que su primer vestido de chulapa fuera clásico, de ahí la tela elegida, pequeños lunares blancos sobre fondo azul oscuro, y la hechura más tradicional para que se pareciera lo más posible al de las chulapas de las zarzuelas o de las verbenas. Las modistas de APRAM necesitan una semana y media más o menos para que el traje siente como un guante.

Tienen pericia, tienen experiencia y tienen ilusión por recuperar su vida lejos de la violencia, aprendiendo un oficio que les permita ser independientes y libres económicamente.

San Isidro, tradición, diversión y también solidaridad.