La cetrería es un antiquísimo e ingenioso sistema de caza con más de 2.500 años de antigüedad que hoy en día está reconocido por la Unesco como patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad. Además, sobre el terreno, es un eficaz método de dispersión y control de aves en aeropuertos, estadios de fútbol e hipódromos, un método sostenible y respetuoso con las especies a dispersar. En España el empleo de halcones en aeropuertos se remonta a 1968, cuando el naturalista Félix Rodríguez de la Fuente propuso el empleo de estas rapaces en la base aérea de Torrejón de Ardoz, con el fin de expulsar a los sisones que colisionaban con los aviones de combate durante aterrizajes y despegues. Después se fue implantado progresivamente en otros enclaves.

Tras la restauración de la Puerta de Alcalá y para garantizar su adecuada conservación, el Ayuntamiento de Madrid ha puesto en marcha un plan de choque experimental en el que se unen las leyes de la naturaleza, una manifestación inmaterial de la cultura -cetrería- y Patrimonio Mundial. Algunas de las patologías que sufría este icono madrileño tenían como germen a unas inquilinas poco higiénicas, las palomas. Entrevistamos a David Gil, el cetrero del halcón y las dos águilas que las mantienen a raya. Las rapaces no están entrenadas para cazar y realizan únicamente vuelos disuasorios.

La patrulla rapaz está integrada por dos águilas Harris hembra y macho -Sarita (un kilo) y Falcon (algo más de 600 gramos)- y un halcón peregrino macho de menos de 500 gramos que, con solo cuatro años, ha rodado anuncios por ser un competidor excelente en vuelos en línea recta. Se llama Indy, por Doctor Jones.

Pie de foto: Spot de Indy. Haz clic. Indy, el halcón peregrino macho que con solo cuatro años, ha rodado anuncios por ser un competidor excelente en vuelos en línea recta.

“Son nobles, unos auténticos profesionales y currantes de primera. Para ello el peso en vuelo es clave”, explica Gil. Están en ayunas 24 horas antes de ponerse a trabajar. Si se van a enfrentar a un descenso de temperaturas, pensando en su bienestar, ingerirán algo más de alimento. Pero, ¡cuidado!, si están por encima de su peso ese día no toca volar porque reducen su eficacia. Todo para trazar una ‘línea roja’ entre el Retiro y la Puerta de Alcalá. Las bandadas de palomas se quedan así en su medio y el monumento, libre de excrementos.

Durante la restauración se desveló que la afección biológica más acusada de la puerta era la ocasionada por la colonización de aves, principalmente palomas, que generan alteraciones estéticas y daños químicos. Sus deyecciones contienen elementos muy agresivos para la piedra y sus excrementos se convierten en sustrato y fuente de nutrientes para otros organismos como bacterias y hongos, lo que hace que se convierta en lugar de crecimiento de líquenes y musgos. ¡También podrían llegar a picotear y anidar sobre la puerta! En otros monumentos es factible colocar impulsos electromagnéticos, pero en la Puerta de Alcalá este sistema alteraría la percepción del monumento. Para evitar la puesta, se han habilitado redes grises en algunos puntos.

Dejar a la naturaleza hacer

Para la protección de este emblema se ha optado por un método natural que se emplea en aeropuertos para crear temor a las palomas (no al resto de las especies) y evitar que vuelva a ser su área de descanso.

Pie de foto: © Marbellafalcons. Sarita es un águila veterana de 18 años. Ha hecho anuncios y ha posado con Ainhoa Arteta. Debe su nombre a una agente de policía de la serie televisiva ‘Los hombres de Paco’ que era muy dulce de pequeña.

 

Durante los próximos meses y de lunes a viernes -preferiblemente sin lluvia- Indy, Sarita y Falcon, con sus GPS incorporados, van a surcar los cielos velazqueños. Entre tres o cinco veces al día realizarán vuelos de 10 a 15 minutos a diferentes horas para que las palomas no se habitúen y así implantar su actividad en la zona. “Si levanto la mano muy rápido es ataque -explica David Gil- y si froto los dedos es comida. Toca descanso”.

Proceden del Instituto Zoológico Deiroleucus en Madrid y residen en una finca a las afueras de Toledo, pero están muy habituados al entorno urbano. “Después de volar mucho en campo y cuando comen de la mano, empiezan los primeros contactos con la ciudad y en dos meses son capaces de volar en casco urbano”, dice orgulloso su halconero.

 

Pie de foto:© Felipe Nombela

Un halcón normalmente no vuela a velocidades superiores a los 100 km/h, pero en picada o cuando caza y efectúa un ataque en picado puede alcanzar más de 300 km/h, lo que lo convierte en el animal más rápido del mundo.

Tras la mayor intervención realizada centímetro a centímetro en sus 245 años de historia, con más de 100 expertos participantes y un gasto de tres millones de euros, mantener el monumento en las mejores condiciones de conservación es fundamental.

Este programa piloto, sin antecedentes en la conservación de monumentos urbanos, ha contado con la autorización de la Consejería de Medio Ambiente de la Comunidad y la asesoría del Ministerio de Cultura, a través del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE).  A continuación, se obtuvo la autorización de la Dirección General de Biodiversidad y Gestión Forestal de la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura e Interior para la realización de estos vuelos.

Tras la valoración de la efectividad de la medida, se llevaría a cabo un tratamiento de mantenimiento a largo plazo, con vuelos cada dos días.

Indy se pone cara al viento y analiza su entorno como si fuera un perro por las alturas. David levanta la mano y el halcón despega desde el edificio de la plaza de la Independencia. Comienza la persecución. Carlos III estaría orgulloso.

Pie de foto: Indy descansa sobre el guante de su entrenador tras un vuelo por los cielos de Madrid.