Director, guionista, productor, pintor, actor… Colomo es una figura indispensable para entender los últimos 40 años del cine español, casi los mismos que los de la Semana de Cine de Carabanchel que está celebrando estos días su 42ª edición. Hace unos días, el director madrileño recibió el premio Puente de Toledo, uniéndose otros grandes del cine español como Ángela Molina, Marisa Paredes, José Sacristán, Juan Diego o Juan Luis Galiardo.
“He tenido la suerte de vivir en el lado oeste de Carabanchel, en el paseo de Extremadura y recuerdo a principios de los años 80 las primeras ediciones de este festival en el que se seleccionaron algunas de mis películas. Después de la proyección había coloquios con vecinos de barrio que decían cosas excepcionales. Me emociona y me toca este premio de forma especial porque viene de gente que ama el cine español”, afirmó tras recibir el premio.
Nacido el 2 de febrero de 1946 en Madrid, su alumbramiento fue de película decimonónica: a las tres de la madrugada en la casa de sus padres en Menéndez Pelayo, a dos pasos del Retiro. Con él, repasamos los mayores éxitos de su carrera: desde dirigir en ocho milímetros hasta episodios experimentales grabados durante el confinamiento. Cada uno de sus trabajos es un avance en técnica y lenguaje cinematográfico.
Pie de foto: Fernando Colomo durante la gala de presentación de la Semana de Cine de Carabanchel el pasado 18 de enero (©Felipe Nombela)
Su debut en la pantalla grande fue en 1977 con Tigres de papel. Diez años después llegaría La vida alegre, su otra gran obra. Entre medias, Qué hace una chica como tú en un sitio como este (1978), cinta que le dio a conocer al gran público como uno de los nombres clave en el cine de la Transición. “Vengo del cine mudo -ironiza- y he ido aprendiendo poco a poco”.
Muchas de sus películas han sido rodadas en Madrid “pero no para sacarla con una postal sino con naturalidad. Salía lo que tenía que salir”.
Accedió a la Escuela de Cine por la especialidad de Decoración. “Suspendí Dirección. Había 250 solicitudes para ocho plazas; en Decoración, siete para ocho vacantes, y me sirvió para meterme en la escuela; era voluntarioso y empecé a actuar y a rodar. Sabía que tenía que buscar las castañas por mi cuenta”. Así fue como nació la productora La Salamandra, con la que produjo obras como Opera Prima, de Fernando Trueba (1980); A mi madre le gustan las mujeres (2001), de Inés Paris; Hola, ¿estás sola? (1995), de Icíar Bollaín o Mi hermano del alma (1993), de Mariano Barroso, entre otras.
Cine intimista y ¿cine a distancia?
La mayor parte de su obra tiene un marcado carácter intimista, salvo quizás Los años barbaros, una road movie que se rodó en ocho semanas, muchas localizaciones y hasta 700 extras vestidos de época.
Pero para retos, la miniserie para televisión Con-fin-a-dos, 18 minutos con guion de Belén Sánchez-Arévalo y fotografía de Ángel Iguácel, rodada con teléfonos y a distancia. “Dirigía a los actores desde casa. Una vez que nos mandaron fotos de la casa y las medidas, hice un plano de situación a modo de crucigrama con números y letras y así daba las indicaciones”.
Ha rodado en cuatro continentes y ha sido el primero en hacerlo en Estados Unidos. De ahí vienen muchas de sus gafas. “Soy un gafapasta”, ríe como cuando relata que descubrió que era hemofílico mientras jugaba al hockey.
Este admirador del cine de Alfred Hitchcock, cuyas influencias se observan en su cinta La Mano Negra, antes de convertirse en el ‘rey de la comedia madrileña’ dirigió su primer corto a los 16 años. “El cortometraje es la base del cine. Empecé con ellos. Ingresé en la escuela de cine por la puerta de atrás, por decoración, y, si no llega a ser por los cortos, nunca hubiera hecho un largo”. De así su elogio al Certamen de Jóvenes Creadores 2023 y al 34º Certamen de Cortometrajes de Carabanchel, “posiblemente el más dotado de todo el panorama nacional”. “El cortometraje en España tiene un desarrollo único en el mundo”, añade.
Es posiblemente el director más empático. “El espectador es muy listo. Con poquito que le des lo hace grande”, dice, y él tiene esa capacidad de dar a la audiencia un relato que la sociedad está a punto de experimentar. “Tengo una especie de antena para adelantarme a los acontecimientos. Con La vida alegre aún no habían salido los escándalos políticos de los 80 y con Poliamor para principiantes el tema empezó a ser tendencia. Cuando haces comedia intuyes que pueden pasar cosas”.
De esas cosas cotidianas y de cosas trascendentales siempre hace reír. Nunca aburre es excepcional, no solo por el número de maravillosas películas que ha hecho, sino porque sus películas han marcado tendencia de la forma de hacer cine. (Yolanda Flores)
Tiene dos hijos: un pintor y una química, la racional de la familia y dos niñas de sus ojos entre sus 27 películas. Una, La línea del cielo (1983) con su amigo Antonio Resines y rodada en Nueva York con un equipo de cinco personas y dos cámaras. No tenía guion ni final ni presupuesto. En Isla Bonita el final no funcionaba. “Me pude permitir el lujo de seis meses después grabar otro final. Me dejé el pelo crecer, algún actor había adelgazado o se habían quitado manchas, pero nada de eso se nota. Es la capacidad del cine”.
Versátil, Colomo parece que ha tenido más de una vida. Arquitecto municipal en Villa del Prado, campeón de España como portero de hockey sobre patines, creador de la productora Salamandra, también ha coqueteado con la pintura cubista… Su foto de perfil de WhatsApp es su autorretrato a tres colores con lápiz y acrílico.
Pero, por si no fuera suficiente, también ha probado suerte en el mundo de las series. Las chicas de hoy en día, en 1991; Famosos y familia, en 1999; Dime que me quieres, en 2001, y El pacto son sus trabajos para televisión. También cine documental con Noches de Rock and Roll sobre Burning, el grupo de La Elipa. “Hay poco apoyo al cine documental. Levantar un documental es complicado, es un ejercicio de vocación”, asegura.
La pregunta obligada llega al cierre de esta entrevista que sucedió entre anécdotas (tiene cientos) y sonrisas (muchas) porque Colomo es familiar sin ser de tu familia. ¿Tienes más proyectos en mente?, preguntamos…. “El cine es algo de enganche absoluto. Que te capta. Algo que es una continuidad. No paro de presentar proyectos”, responde.
La industria necesita urgentemente ponerse gafas.