Una calle no muy ancha, de esas que invitan a recorrerla a pie antes que en coche. En sus márgenes, edificios residenciales con comercios y bares en sus plantas bajas, que contribuyen a generar vida, mientras en las superiores vemos los clásicos balcones desde donde gente de cualquier edad puede asomarse y, quién sabe, charlar con sus vecinos. Un retrato de una vía cualquiera de un barrio que empieza desde abajo y, siendo Madrid, sólo puede terminar en un lugar en lo más alto: el cielo. Un cielo nocturno coronado por una estrella, símbolo universal de la Navidad. Así puede describirse el cartel oficial de la programación navideña de este año del Ayuntamiento de Madrid. Una imagen gráfica que ha ido en consonancia con el lema que unifica los actos navideños municipales de este año: Madrid, una ciudad con estrella.
Visiones de Madrid hay tantas como madrileños, y es lógico que la del cartel de este año esté influida por su autor, Pablo García Conde-Corbal, más conocido en el ámbito de la ilustración como Polinho Trapalleiro. A él, como a cualquiera, le definen sus circunstancias, como su origen gallego o su dedicación profesional a la arquitectura.
Pero, como madrileño, le define su barrio, ese entorno de la Plaza de la Villa donde hemos quedado con él para hablar de su obra. “El Madrid que quería plasmar es el del barrio castizo, el de los balcones, el de los edificios con historia, el de los pequeños comercios”, comenta. Una imagen que desciende desde la aglomeración que conforma la ciudad al entorno concreto en que cada vecino desarrolla su vida, sea cual sea la zona de Madrid en que viva. “La esencia de un barrio la podemos encontrar aquí donde estamos, en Centro, pero también en cualquier distrito”, explica.
En cuanto al diseño del cartel, tiene claro el motivo por el que el cielo debía acabar teniendo un protagonismo. No sólo por la presencia de la simbólica estrella navideña. “Madrid es una ciudad en la que hay que mirar hacia arriba”, señala aplicando la mirada del arquitecto a una gran ciudad que trae aparejada una mezcolanza de edificios de distinto origen, que igual pueden estar coronados por un simple tejado como por esculturas como las que coronan la Gran Vía.
La visión artística
En cuanto a su faceta profesional, Conde-Corbal ha hecho compatibles las profesiones de arquitecto y la de ilustrador. En este último ámbito, como Polinho Trapalleiro ha colaborado como artista invitado del Museo Thyssen y ha impartido clases de dibujo en el IED y Domestika e ilustrado para diferentes editoriales, revistas culturales y campañas de instituciones públicas.
Afirma llevar bien lo que, visto desde fuera, parece una lucha interior entre las líneas rectas y frías del plano frente a los trazos curvos y de ricos matices de un dibujo, aunque muestra su inclinación por lo segundo. Algo comprensible si tenemos en cuenta que proviene de una familia con fuerte tradición artística. Su tío abuelo, Xosé Conde-Corbal, fue uno de los pintores más destacados de Galicia en el siglo pasado. Subraya que no vive ninguna contradicción por sus distintas vertientes profesionales. “Hay mucha gente que me dice que parezco un arquitecto veterano, porque como arquitecto trabajo mucho la parte creativa, la inicial, y sigo trabajando prácticamente a mano, con el trazo suelto y la parte artística de la arquitectura. Afortunadamente, no me toca pringar con los planos o el autocad”, confiesa.
Con esta veta creativa, Conde-Corbal espera que el cartel de la Navidad de este año sirva para que los madrileños no sólo encuentren el espíritu de este tiempo sino también de su espacio más cercano, el barrio tradicional que puede ser como “un pueblito” donde cada cual tiene su bar o su comercio cercano para vivir y disfrutar.