Escuchar el canto de un pájaro mejora la salud mental. Según una encuesta encargada por RSPB (Sociedad Real para la Protección de Pájaros de Reino Unido) el 91% de los ingleses considera que el canto de los pájaros es un ingrediente esencial para la buena salud mental. Solo por esto, por muchos factores más y por su importante papel en la ecología, el calendario de la ONU viene con dos días marcados en homenaje a las aves. Uno es el 13 de mayo y el otro… el 14 de octubre.
El tema para este año es el agua, fundamental para la gran mayoría de las aves migratorias que dependen de los ecosistemas acuáticos durante sus ciclos vitales. Humedales interiores y costeros, ríos, lagos, arroyos, marismas y estanques son lugares imprescindibles para alimentarse, beber o anidar, y refugios donde reposar durante sus largos viajes. El estado de conservación de muchas aves migratorias pasa por la disponibilidad de agua limpia.
Pajareros, estamos de celebración. Por el Día Mundial de las Aves Migratorias y en Madrid agudizamos vista y oído. «Mi tierra tiene palmeras, donde canta el zorzal; los pájaros que trinan aquí no trinan como allá», poetizaba Gonçalves Días.
Párate. Mira y escucha a tu alrededor. Descubrirás que en las ciudades también son lugar de vida para otros seres vivos. No estamos solos. Madrid es una ciudad que acoge una rica variedad de aves, urbanas como el gorrión o la paloma y otras que vienen de visita como la gaviota o el vencejo.
Agarra prismáticos. Gran número de especies viven discretamente entre nosotros. Unas son más sedentarias y pasan su ciclo de vida enteramente “empadronados” en Madrid y otras vienen de visita: bien en invierno para explotar los recursos tróficos de árboles y arbustos; son los mirlos, petirrojos, currucas, agateadores, carboneros, verderones, verdecillos o autillos. O bien llegan en primavera para abandonarnos después de verano; son las estivales. En este post, a modo de modesta guía de campo, repasamos de la A a la Z nuestros vecinos libres como el viento y del padrón. Muchas de estas fotografías puedes adquirirlas en fotoartemadrid.
Agateador. Verle trepar por los troncos es un espectáculo. Apoya la cola como palanca, rebusca insectos y arañas de las cortezas. Por eso será difícil observar la parte inferior y blancuzca de su cuerpo. El dorso y las alas del agateador común muestran un mosaico de colores marrones-castaños de diferentes intensidades, salpicado con motas más claras, grises o crema. Sus vuelos son cortos y muy rápidos.
Ánade real o azulón. Si has pasado tu infancia en Madrid seguro que has ido a dar de comer a los patos del Retiro. Ahora ya sabemos que no es precisamente el mejor comportamiento humano para el beneficio de las aves.
Antepasado del pato doméstico, son unas de las aves que mejor diferenciarás el género, los machos de llamativo plumaje y las hembras con un color más críptico. También cantan distinto. Ellos emiten un sonido similar al croar de una rana y ellas un graznido rápido <cuac cuac cuac cuac>. Anidan en seco y si tienes suerte y paciencia podrás ver como mamá pato apeona con los pollitos hasta el agua.
De izquierda a derecha, mamá con polluelos; pato macho con su llamativo plumaje y estanque grande del Retiro. Agateador. © Antonello Dellanotte.
Búho real. Rapaz nocturna más grande de la fauna europea tanto por su corpulencia como por sus poderosas garras y su voluminosa cabeza, rematada por largas ‘orejas’ y en la que resaltan sus llamativos ojos anaranjados. Se trata de un ave principalmente noctámbula, que despliega su actividad durante las primeras horas después del atardecer y las últimas horas antes del amanecer. Los búhos reales son muy sedentarios y normalmente mantienen su actividad en un solo territorio durante su periodo adulto. Y excepcionalmente se vio un ejemplar en el parque hace unos meses. ¡Vaya revuelo se montó!
Carbonero común. De canto melodioso <<chichipán chichipán>>, el carbonero común se caracteriza por las posturas acrobáticas que adquieren en las ramas para conseguir su alimento, aunque el garrapinos también frecuenta las ramillas y hojas más externas de las copas del arbolado… Entonces ¿en qué se diferencian principalmente? En el tamaño de la cabeza y en toques de color. El garrapinos es más cabezón y chato y las partes inferiores son ocres grisáceas, mientras que el común presume de un brillante color amarillo. Si te fijas en la nuca encontrarás una diferencia. ¿Tiene una mancha blanca o es negra? Si la tiene es un garrapinos.
Izquierda, carbonero común. Derecha, carbonero garrapinos. © Antonello Dellanotte.
Cisne negro. Especie australiana popular en colecciones de aves acuáticas de todo el mundo. En el Retiro recientemente se ha fraguado una historia de amor. De las segundas oportunidades. Luna es la cisne negra del Palacio de Cristal que enviudó en 2018 tras el ataque de un perro. Con su nueva pareja, Lorenzo, hacen gala de que «El amor es la libertad de volar acompañado” (Gabriel García Márquez).
Cormorán grande. De aspecto robusto, lo observarás cerca de zonas húmedas y frecuentemente posados con las alas extendidas. ¿Por? Tienen que secar su plumaje antes de volar.
Curruca. Inquieta y huidiza. Busca su cola larga por arbustos. Prueba por la rosaleda y a ver con cuál das porque hay muchos tipos; rabilarga, cabecinegra, capirotada, carrasqueña… Esta especie estival es muy común. Así de chula posa esta hembra de curruca capirotada ante el objetivo de Antonello Dellanotte.
Estorninos pinto y el negro. No confundir ninguna de las dos especies con el mirlo… Fíjate en los andares ¿Salta? Un mirlo. ¿Se desplaza más erguido y andando? Estornino. Ambas especies comparten las principales características salvo el color del plumaje. Ambos son negros pero el pinto tiene reflejos violáceos y púrpuras, y con un moteada variable de pintas blanco-amarillentas y el negro ciertos brillos verdes y púrpuras, pero sin motas. Eso sí. Ambos cambian el color del pico en función de la estación. Amarillo en la temporada verano y negro en invierno. Son un poco impostores… De hecho imitan casi a la perfección a otras especies confundiendo al oído más experto.
Izquierda, estornino pinto. Imágenes de la derecha, estornino negro. © Antonello Dellanotte.
Gallineta o polla de agua. De carácter esquivo y hábitos crepusculares, esta especie ligada a ríos y charcas, tiene una particular forma de expresar su alarma: sacude su popa blanquinegra.
Ganso común. Pocas presentaciones necesita la oca, pero te contamos un dato curioso. Detrás de ese plumaje esponjoso esconden cierta agresividad territorial que en las granjas son de gran utilidad. Siempre están alerta cual perro guardián alertando a sus dueños de la presencia de un intruso, debido a que están siempre alerta y organizan un gran alboroto de gritos y graznidos en cuanto detectan a un extraño.
Gallineta, ganso común y gaviotas sombrías. © Antonello Dellanotte.
Gaviota sombría. Es quizás una de las especies más resilientes de este elenco de aves. Se han expandido por nuestras costas y el número de aves invernantes en España es creciente y no solo en el litoral. También en el interior. En Madrid no habrá playa, pero a veces suena a mar cuando las escuchas cerca.
Gorrión común. Especie tan ligada a la actividad humana, que apenas existe en pueblos abandonados o en zonas forestales cerradas. No necesita presentación.
Herrerillo común. Activo y acrobático, a veces hasta panza arriba. Varía su dieta. Si está en época de cría a las semillas le mete insectos y en invierno forma bandos mixtos con otras aves. Es una especie muy top.
Jilguero. Es una de las especies más comunes en el territorio nacional. Su aspecto físico y su vistoso canto le juega una mala pasada en ocasiones para ser capturado como ave de jaula.
Herrerillo (foto izquierda). Jilguero en agua y en arma (derecha) © Antonello Dellanotte
Mirlo común. Es una de las aves más fáciles de identificar, salvo si le confundes con un estornino. Altivo, el mirlo se mueve a saltos con la cabeza bien erguida y un pico naranja.
Mito. ¡La que lían en otoño y en inverno! Se juntan en bandos inquietos y ruidosos, pero les permitimos todo. Sus nidos son una joya de la naturaleza. Con forma de huevo y revestido de líquenes, la entrada al hogar es circular, pero por la parte de arriba.
Paloma doméstica, la bravía y la torcaz. No son lo mismo. Veamos:
Paloma doméstica es la descendiente de la paloma bravía. La ves en calles y plazas. Su población es considerable y pueden afectar en ocasiones a otras especies de interés de conservación. No las alimentes, por favor. Al cernícalo primilla les expulsan de los nidos.
En cambio, si ves una paloma torcaz la distinguirás por su mayor tamaño y manchas blancas en en alas y lados del cuello. La población nativa crece en invierno con la llegada de bandos migrantes. Y sobre la bravía…. Muy difícil distinguirla de la doméstica porque es su ancestro y se hibridan tanto que la identidad genética de esta especie está bastante comprometido y es complicado saber que individuo es silvestre y cuál es cimarrón.
Mito y paloma torcaz © Antonello Dellanotte, y distribución de la gaviota sombría © SEOBirdLife
Pavo real. Grandes, coloridas y con una iridiscente cola que casi ocupa el 60% de su cuerpo. Por algo los machos (polígamos) las usan en sus rituales de cortejo y las hembras los eligen en función de su tamaño, color y calidad.
Es un gusto verlos pavonearse por los Jardines de Cecilio Rodríguez. Luciendo plumajes.
Imágenes del pavo real © Antonello Dellanotte
Petirrojo. Tres aspectos le hacen entrañable: Un cuerpo rechoncho, postura erguida y saltitos al caminar. En invierno recibimos a la población migrante del centro y norte de Europa. ¡Y qué siga viniendo!
Pico Picapinos. En primavera es una maravilla oírlo tamborilear. Come insectos, pero puede cascar avellanas y piñones.
Picogordo. Como su nombre indica destaca su pico gris azulado ancho y robusto. Es bastante esquivo. Quizás te tengas que conformar con la foto.
De izquierda a derecha, petirrojo, picapinos y picogordo. © Antonello Dellanotte
Pito_real. Ki ki ki ki … ki ki ki ki… ¿Lo oyes? Es el relincho de nuestro “pájaro carpintero”. El pito real perfora su nido en los troncos y se come los insectos de las cortezas y de los hormigueros del suelo. Campan a sus anchas por el parque.
Pito real, trepador azul y urraca. © Antonello Dellanotte
Trepador azul. No podía tener otro nombre. Con sus fuertes patas sube y baja por troncos y ramas gruesas. Anida en los agujeros de árboles cuya entrada moldea con barro.
Urraca. Como decirlo sin que suene mal…. Es un ave de vida social compleja y un poquito oportunista (sin insultar) pero es que ¡se come todo! Semillas, frutos, carroña… En el pasado fue muy perseguida por sus supuestos daños a la caza y a los cultivos y ahora ha alcanzado un notable éxito por su capacidad para adaptarse a los ambientes más humanizados.
Zorzal común. De tamaño medio, con las regiones dorsales de un color pardo; las partes inferiores con tonos claros, blanquecinos en el vientre, y una pechera de color ocre amarillento. En la zona del cuello tiene motas en forma de cuña que dan lugar a una fina bigotera. De carácter esquivo. Tanto que de momento no le hemos cazado con el objetivo de la cámara. ¿Aceptas el reto?