Si preguntamos a un madrileño cualquiera por sus museos más queridos, sin contar con las pinacotecas de la capital, el Templo de Debod estaría, sin duda, en la tríada ganadora. De hecho, es el espacio museístico más visitado de la Red Municipal de Museos, junto al Museo de Historia de Madrid y el Planetario.
Se trata de un templo venido de otro lugar y de otro tiempo que ejerce una poderosa atracción para los vecinos y visitantes que recalan en la ciudad con el ánimo de llevarse un pedacito del patrimonio histórico y artístico que alberga la capital.
Será por el influjo de Amón, padre de todos los dioses, por su construcción a manos de dos de las principales civilizaciones de la humanidad, por la épica de su salvación y traslado o por su ubicación privilegiada, lo cierto es que no se trata de un museo cualquiera. Es un madrileño por derecho propio, un testigo de la vida a pie de calle, de fotos familiares con el Palacio Real de fondo, de besos a la puesta de sol, de asanas imposibles de yoguis madrugadores en los jardines que lo rodean y de contadores de Perseidas que no faltan a su cita frente a sus muros cada mes de agosto.
El hecho de que desde el 20 de julio de 1972 podamos disfrutar de este trocito del Antiguo Egipto en el corazón de Madrid, es fruto de dos milenios de historia y de una monumental campaña internacional para salvaguardar el patrimonio cultural mundial.
Un puzzle de 1350 sillares originales colocados pieza a pieza
Sobre los restos de un antiguo santuario en la Baja Nubia, el rey Adijalamani de Meroe construyó, a principios del siglo II a.C, una pequeña capilla dedicada a los dioses Amón de Debod e Isis de Filé, que constituye el núcleo original del templo y su estancia más antigua.
Posteriormente, diferentes reyes de la dinastía ptolemaica construyeron nuevas estancias y, tras la anexión de Egipto al Imperio Romano, los emperadores Augusto y Tiberio culminaron su construcción y decoraron el pronaos con escenas en relieve. En el siglo VI, fue cerrado y abandonado.
En 1907, y a consecuencia de la elevación de la primera presa de Asuán, el templo comenzó a ser engullido por las aguas del río Nilo durante buena parte del año, poniéndolo en serio peligro de destrucción. Los relieves, antiguamente pintados, perdieron sus colores y las piedras, sometidas a la acción del agua, se deterioraron aún más gravemente.
La construcción de una nueva presa en 1960 amenazó con hacer desaparecer definitivamente el patrimonio arqueológico nubio. Ante esta emergencia, equipos internacionales de arqueólogos, arquitectos, ingenieros y restauradores, englobados en una campaña de salvamento de Nubia auspiciada por la UNESCO, acometieron la misión de desmontar los templos y monumentos y trasladarlos a lugar seguro. El templo de Debod fue el primero en ser rescatado y, en agradecimiento por la ayuda en la gesta, Egipto lo donó a España en 1968.
Los sillares de arenisca blanda que conformaban el templo fueron trasladados en barcazas Nilo abajo hasta Alejandría, rumbo a Valencia. Posteriormente, llegaron a su ubicación definitiva en Madrid, en la colina del Príncipe Pío sobre el antiguo Cuartel de la Montaña, colindante al Parque del Oeste y al Paseo del Pintor Rosales, donde se inició su reconstrucción pieza a pieza, respetando la orientación este-oeste de su lugar de origen.
Un viaje en el tiempo sin salir de Madrid
Construido en dos plantas, el edificio muestra orgulloso sus portales, su fachada decorada en época romana, con cuatro columnas con capiteles de lirios; su capilla original dedicada a Amón e Isis y las capillas y criptas laterales; su naos o sagrario; o sus relieves con escenas de ofrendas a los dioses egipcios, del propio rey Adijalamani o del emperador romano Augusto.
Diferentes maquetas del antiguo santuario y de la zona arqueológica de Nubia, paneles explicativos con descripciones detalladas del templo y otros recursos audiovisuales ayudan a comprender su historia, su construcción y su decoración.
Cultura sin reservas
El templo de Debod puede visitarse libre y gratuitamente de martes a domingo y festivos en horario de 10 h a 20 h, con un último pase de visita media hora antes del cierre. No abre los lunes (incluidos lunes festivos) ni los días 1 y 6 de enero, 1 de mayo, 24, 25 y 31 de diciembre.